rapina contemplando su presa.
—Y tu... Yo te saludo, viejo amigo —dijo suavemente—. Hacia mucho tiempo que no nos veiamos.
Aeoris fruncio fieramente el entrecejo.
—Y pasara mucho mas hasta que volvamos a vernos, demonio, porque te enviare a un lugar del que nunca volveras!
Yandros sonrio.
—Tal vez. Pero si quieres ajustarme las cuentas, Aeoris, tienes que contar tambien con mis hermanos.— Levanto una mano con tranquilo ademan—. Con el Caos esta el Fuego.
Un ruido como de una pesada puerta al cerrarse destruyo el ritmo profundo que seguia latiendo bajo tierra. Otro personaje aparecio a la izquierda de Yandros; viva imagen del orgullo, del desden, de un veneno increible. Yandros sonrio de nuevo.
—Con el Caos esta el Agua.
Esta vez, un silbido como un estertor de moribundo. El cuarto Senor de las Tinieblas surgio delante de la pared mas lejana del crater. Sus cabellos eran de color de la hierba podrida, y sus ojos, de loco; no hizo ningun movimiento.
—Con el Caos esta el Aire.
El suelo de roca se, movio de nuevo. Algo salio de una fisura que momentos antes no existia; un personaje de cabellos blancos y cara de ave de rapina.
—Con el Caos esta la Tierra.
Otro ser, sorprendentemente parecido a Yandros; su tranquila y apacible sonrisa no engano a nadie.
—Con el Caos esta el Espacio.
Yandros junto las manos, cruzando los dedos, y los contemplo.
—La Vida y la Muerte —dijo—. El Fuego y el Agua y el Aire y la Tierra y el Espacio. —Miro oblicuamente a Tarod—. Y el Tiempo. —Despues volvio de nuevo la mirada a su adversario, una mirada llena de veneno—. Desafianos, viejo amigo... ?o vete al infierno!
Mientras tomaban forma los Senores del Caos, igualandose a sus colegas y enemigos, Aeoris habia permanecido inmovil, contemplando la roca veteada bajo sus pies. Pero al oir el reto de Yandros, levanto la cabeza y sus ojos brillaron con una fuerza capaz de destruir soles.
—Te compadezco —dijo reflexivamente—. Compadezco tu orgullo y tu arrogancia que te obligan a levantarte contra el poder legi timo del Orden. ?No aceptaras ahora la supremacia de mi reino y me prestaras acatamiento? Si lo hicieses, podria mostrarme compasivo con esos pobres y desgraciados mortales que se dejaron enganar por tus falsas promesas.
Yandros se echo a reir, y su risa cayo como veneno, fundiendo la roca sobre la que se hallaba.
—El Orden no cambia, el Orden no puede cambiar. Hermanos mios, nuestro antiguo adversario se alza ante nosotros y quiere que entremos en razon. ?Que sabe el Caos de la razon?
Las carcajadas sacudieron el crater; un gran pedazo de piedra se desprendio de lo alto del cono y se hizo anicos contra la espalda de Yandros. Este miro los trozos, y se desintegraron y convirtieron en polvo. Despues sonrio a Tarod.
—Es la hora —dijo.
Cyllan no sabia si alguien mas conservaba aun el conocimiento. Habia observado la aparicion de los seis Senores del Caos con un espanto que la preparo para las mas fuertes impresiones; despues de aquella experiencia, nada podia ya aterrorizarla. Pero oyo retumbar un trueno a lo lejos, heraldo de una tormenta que se acercaba a la isla y, despues, un fino y agudo alarido que le helo la sangre.
Un Warp..., la manifestacion del Caos... Sintio el amargor de la bilis en su garganta, y la reprimio. Por encima del lejano aullido del Warp, se elevaba otro sonido, chocando con la voz de la tormenta y contrarrestandola. Una sola nota, pura y penetrante, vibrando con una armonia increible: los Senores del Orden hacian uso de todo su poder para responder al desafio del Caos. Sintio que la tierra se estremecia debajo de sus pies con el estallido de unas fuerzas a las que apenas podia contener. Y en medio de la belica cacofonia, oyo una voz argentina, espantosa en su malignidad, que gritaba dominando aquel estruendo:
?LES DESTRUIREMOS!
Su forma era una estrella y sus dimensiones abarcaban un universo. Gritando con la fuerza que brotaba del horno encendido en su interior, se volvio y giro en redondo, arrojando fuertes rayos carmesies contra los afilados cometas de luz que surgian de la oscuridad para atacarle. A su lado, una estrella estallo en un furioso infierno; carmesi a traves de amarillo, a traves de blanco, a traves de azul; tentaculos que se extendian en el vacio para atrapar a los blancos cometas -espadas que apuntaban a su corazon. Debajo de el, se abria un vacio negro que se tragaba los sonoros rayos mortales; un fuego iridiscente choco contra la negrura y se retorcio, gimiendo, sobre si mismo.
Un nuevo sol cobro vida casi al alcance de su mano. Dorado, resplandeciente, Orden encarnado, devorando la oscuridad que le rodeaba. Grito una orden, y creaciones negras y amorfas de pesadilla zigzaguearon y giraron, saliendo de ninguna parte, para atacar y devorar aquel oro brillante. El sol parpadeo, vacilo, hizo acopio de su menguante fuerza para lanzar un ultimo grito de desafio.., y murio. Sonaron voces de triunfo, ahogadas por un puro rayo de energia; algo se acerco a su espalda, y se volvio, lanzo un rayo rojo contra su nucleo, destrozando, destruyendo. El Caos salio furiosamente del infinito para aniquilar los restos que seguian luchando de su enemigo quebrantado, y se echo a reir y su risa resono en grandes paredes invisibles. Esta batalla era mas antigua que la forma, mas antigua que el tiempo; nunca se resolvio en victoria o en derrota, pero el gozo del conflicto primigenio era suficiente. Miro las caras contraidas en muecas de malicia o de triunfo o de dolor o las tres cosas a la vez; retumbaban sonidos mas alla de los umbrales de lo soportable, manos que se cerraban y aranaban como garras, y todos los recuerdos, las experiencias, el conocimiento y la comprension del mas viejo de todos los conflictos, eran como sangre fresca en sus venas, nueva adrenalina, un poder que nunca podria ser aplastado, sino que viviria, por maltrecho y magullado que estuviese, para luchar una y otra vez.
Una luz dorada resplandecio ante el, pero ya no podia deslumbrarle, y las risas que saludaban cada victoria se mezclaban en una interminable y estridente cacofonia. Sintio otras presencias que tocaban y se fundian con su ser, y percibio la proximidad del mas grande de sus hermanos y la satisfaccion que ardia en el corazon de aquel ser.
Se estan retirando... , han sido derrotados... Hemos triunfado, hermano mio del Caos, ?hemos triunfado!
Oyo el grito gemebundo de la amarga derrota, sintio el escozor de la verguenza de los antiguos adversarios al retirarse, con su luz brillando ahora triste, pobre imitacion de su vieja gloria. Se reunio con los senores sus hermanos para formar la implacable oscuridad que les empujaba atras, quebrantado y roto su dominio, comprimidos y auna dos dentro de un anillo pulsatil de poder que ya no tenian fuerza para romper. El cielo se oscurecio, pasando por el purpura hasta el negro...
Era el fin...
Unas imagenes pasaron como suenos medio olvidados por su conciencia, y al principio no pudo asimilarlas ni comprender su significacion. Roca desnuda; formas retorcidas que se encogian y lloraban y rezaban; un altar hecho pedazos... Una risa resono en su mente al disponerse sus hermanos a descargar el golpe final...
Su voz vibro a traves de las dimensiones, rompiendo el lazo entre los siete Senores del Caos, y sintio su sobresalto al proyectar toda su fuerza de voluntad contra su intento. Las dos moles chocaron y una sacudida titanica le lanzo, con la fuerza de un martillazo, devolviendolo al mundo de los mortales que habia dejado atras. Sintio subitas y violentas contracciones de la carne, de la sangre y de los huesos, al tomar nuevamente forma mortal su conciencia; sintio que su cuerpo se torcia y retorcia, que volaban rocas debajo de el, que paredes enormes se derrumbaban y caian del cielo. Arriba y a su alrededor, oyo el aullido insensato del Warp, y este sonido se hincho y se extendio en su mente, hasta que otras voces, millones de voces, pero esta vez humanas, se unieron a la cacofonia. Era como si su ser abarcase todo el mundo. Rugian mares en sus materias, y el bramido de oleadas monstruosas, elevado a frenesi por las fuerzas combatientes del Caos y del Orden, eran los latidos de su propio pulso. Montanas se sacudieron y partieron en sus huesos, abriendo grietas de una milla de anchura, que se extendian en la tierra y engullian cuanto encontraban a su paso; vio pueblos aplastados y borrados de la faz del mundo por macizas paredes moviles de rocas. Vendavales que eran su aliento soplaban fuera de control, arrasando