quedaron expuestos a la espantada mirada de los reunidos. Alguien sintio nauseas y vomito; Tarod sonrio. Al caer la joven de rodillas, se apodero de su mente, la estrujo, extrajo de sus convulsas fibras todo el conocimiento de lo que les ocurria a la belleza y al poder que habia esgrimido como arma durante tanto tiempo. Sintio el odio que le profesaba ella, su deseo de el, retorciendose bajo su control; los convirtio en miedo rastrero y dejo que su conciencia la agitase hasta que supo que la angustia y el terror habian devorado los ultimos vestigios de su cordura y nada podia sacar ya de su concha vacia.

Keridil, arrodillado sobre la piedra desigual, contemplaba petrificado la escena, demasiado horrorizado para poder moverse o hablar. Tarod seguia manteniendo su dolorosa presa sobre la gemebunda muchacha, pero la razon empezaba a luchar dentro de el para hacerse oir. Nada ganaria con prolongar el sufrimiento de Sashka; su venganza se habia cumplido, y ningun castigo podria devolver la vida a Cyllan...

Su vision se nublo cuando las lagrimas anegaron sus ojos, un legado de mortalidad que le roia el alma, y hablo por tercera vez. Sashka chillo, solo una vez mas; despues su cuerpo se retorcio y se derrumbo sobre el suelo del crater, ennegreciendose, perdiendo su forma, desprendiendose la carne de los huesos, oscureciendose estos, desintegrandose al extinguirse el ultimo eco de su grito con el cadaver que seguia encogiendose. Un gusano blanco e hinchado serpenteo brevemente sobre la roca fundida; Tarod le apunto con un dedo, y desaparecio.

Al perderse las ultimas huellas de Sashka en el infierno al que el la habia enviado, el hombre mortal que habia sido Tarod volvio penosamente a la superficie de la mente del Senor del Caos. Miro a Cyllan y se encontro de nuevo presa de un dolor que no podia mitigar; esto no se debia a la herencia del Caos, sino que era solo fruto de la humanidad que le habia ensenado lo que era amar y ser amado.

Keridil se estaba alejando. Habia abandonado toda pretension de dignidad y se arrastraba sobre las manos y las rodillas para poner la mayor distancia posible entre el mismo y el lugar donde habia estado Sashka. Su horrible muerte quedo grabada indeleblemente en su cerebro, pero todavia no tenia poder para afectarle; solo podia mirar fijamente, como hipnotizado, a su antano amigo y viejo adversario. Su respiracion era un estertor.

Alrededor de ellos, otros se estaban levantando. Tarod los sintio, percibio el enloquecido terror de sus mentes al darse cuenta de lo que el habia hecho. Les odio a todos, y este odio podia obligarle a destruir de nuevo...

No. Eso no. No se merecian esta ciega represalia; danarles sin motivo le pondria a la altura de Aeoris. Alargo una mano y sintio que el poder crecia en su interior. Ellos cayeron donde estaban, como arboles talados, sumergidos en un sueno instantaneo, sin pesadillas ni recuerdos. Ahora, solo el y Keridil estaban despiertos y alerta.

Tarod contemplo la cara afligida del Sumo Iniciado y su aborrecimiento perdio toda significacion. ?De que serviria la venganza, si entre ellos yacia el cuerpo muerto del unico ser humano que importaba, cuya vida costaba el precio que el habia pagado?

Se inclino sobre ella y la tomo en brazos. Su sangre era calida y todavia liquida, y le levanto la cabeza, besando la cara manchada, queriendo que le respondiese. Pero ella no respondio. Ni siquiera el Caos podia resucitar a los muertos.

—?Malditos seais...! —murmuro Tarod, con voz entrecortada— ?Malditos seais todos!

CAPITULO 14

Se enfrentaron a traves de un abismo mental. De alguna manera, Keridil habia encontrado fuerzas para ponerse en pie, aunque su cuerpo temblaba febrilmente y sus musculos faciales se contraian en incontrolables espasmos. Entre ellos, Cyllan era testimonio inmovil y mudo de la ultima venganza de Sashka. El cuchillo que empleo habia sido el de Keridil; este trato de impedir que lo agarrase, pero, en aquella confusion, ella le esquivo. Ahora Sashka se habia ido y el no podia soportar la idea de los tormentos que habria impuesto Tarod a su alma. Estaba muerta; esto era lo unico que podria saber jamas. Y mientras su mente lloraba de dolor por ella, su corazon era desgarrado por la terrible leccion aprendida. Sashka le habia traicionado. Su amor habia significado menos para ella que la posibilidad de desfogar su odio implacable contra Cyllan y, a traves de Cyllan, contra Tarod. Keridil habia dudado de sus motivaciones desde hacia algun tiempo, pero aparto las dudas a un lado y se nego a enfrentarse con ellas hasta ese momento. Ahora, se sentia avergonzado y defraudado. El conocimiento no podia matar su amor por ella; el recuerdo de su dulzura, de su cuerpo esbelto, de su belleza, le perseguian y continuarian persiguiendole durante toda la vida; la lloraria como deben llorar los verdaderos amantes. Pero ahora sabia como habia sido realmente ella.

Y Tarod... Aunque pareciese extrano, sabia Keridil que su amigo convertido en enemigo lloraba por su amada lo mismo que el, a pesar del hecho de que habia abandonado toda simulacion de mortalidad. Aunque, en realidad, siempre habia conocido a Cyllan como adversaria, no podia dejar de admirar la fidelidad y el valor y la firmeza que habia mostrado. Ella, mucho mas que Sashka, demostro que era digna del ser que la amaba, y esta certidumbre era como un vino amargo. Keridil lamentaba profundamente la muerte de Cyllan, aunque no sabia como podia decirselo al ser que se le enfrentaba ahora y como podia esperar que creyese en sus palabras.

Al fin levanto la cabeza y dijo, tropezando con las palabras:

—Lo siento, no merecia morir.

—No...

La voz era tan igual a la del Tarod que habia conocido en los viejos y perdidos tiempos, que su familiaridad hizo que Keridil se estremeciese. Sintio que las lagrimas subian a sus ojos, y no eran para Sashka, sino para algo mas profundo: una confianza, una hermandad, un algo que habia sido traicionado irremediablemente. Poco podia salvarse de esta pesadilla, pero queria intentarlo. Si no otra cosa, le quedaba un vestigio de dignidad.

—Conque has triunfado —dijo—. Ahora se al menos donde estoy..., pero no te adorare, Tarod. Soy lo que soy, y esto nada puede cambiarlo. —Levanto la mirada—. Creo que es una caracteristica que todavia compartimos los dos.

Un dolor sorprendentemente humano se pinto en los ojos verdes de Tarod; despues sacudio la cabeza. El aura negra brillaba todavia a su alrededor, su cara tenia aun pocos rasgos de humanidad; pero su parecido con el un dia Iniciado del Circulo era tal que resultaba inquietante.

—No lo niego, Sumo Iniciado, no tengo ningun motivo para dudarlo.

Keridil trago saliva.

—?Sumo Iniciado? Me llamabas Keridil, en los viejos tiempos.

—Los viejos tiempos quedaron atras. —Una luz nacarada brillo en los ojos de Tarod—. No podemos hacer que vuelvan.

Keridil asintio con la cabeza.

—Habrian podido ser mejores. Dioses, yo... —Hizo una pausa y sonrio, como excusandose—. Tengo que andarme con cuidado. Ya no se a que dioses tengo que invocar.

—?Importa eso?

La voz de Tarod era cruel.

—Tal vez no; no, cuando tanto se ha perdido. —Vacilo—. Senti, o al menos crei sentir, algo de lo que ocurrio cuando vosotros.. , les vencisteis. Mucho de ello se habria podido evitar. —Pestaneo, se mordio el labio—. ?No es verdad?

Tarod no respondio. Cerro los ojos, suspiro, y el suspiro se convirtio en un viento sibilante que soplo a traves del crater. En lo alto y a lo lejos, la estrella de siete puntas seguia latiendo triunfal, pero la victoria era como polvo en su corazon. Necesitaba olvidar, pero no podia, no podia mientras sufriese el terrible conflicto entre la esencia del Caos que llevaba dentro y la humanidad que habia adoptado y que le retenia con una presa mas fuerte de lo que creia posible. Aquella humanidad le impulso a impedir que Yandros destruyese del todo a las fuerzas del Orden y le llevo a exponerse a su propia destruccion en un frenetico esfuerzo de sujetar las fuerzas desencadenadas sobre el mundo impotente por los dioses en lucha. Sin embargo, no podia permanecer en este limbo entre los dos estados de ser; habia elegido un camino y era imposible volver atras.

Silenciosamente, formo un nombre en su mente. El viento adquirio fuerza de vendaval; encima de ellos, en el cielo, la estrella de siete puntas se apago como si pasara una nube por delante de ella. Entonces se oyo un sonido parecido al de una puerta al cerrarse suavemente y Yandros se planto al lado de Tarod. Sus ojos de multiples

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