bosques, destruyendo cosechas, dejando solo devastacion detras de si. Y sobre todo aquel estruendo, llegaba todavia una masa de voces humanas, un gemido incesante que se clavaba en el y le desgarraba y atormentaba con su terror y su dolor; era un grito de auxilio desesperado.

Hombre, demonio y dios se encontraron y fundieron en la mente de Tarod, y cayo de rodillas sobre el suelo del crater, mientras la fuerza liberada amenazaba con arrastrarle. Tenia que detener aquello; tenia que dominarlo, hacerlo volver atras, o destruiria el mundo...

Hizo acopio de voluntad y sintio que las fuerzas desencadenadas se rebelaban contra el. Firmemente, aunque sabia que estaba en el limite de su resistencia, ordeno al mar embravecido, a la tierra que se agitaba y a la tormenta que rugia, que se calmasen; tomando sobre el toda su furia, rechazandola, tirando de ella , sujetandola, aplacandola...

?No podia hacerlo! El poder era demasiado grande y no podia absorberlo, no lograba superar al dolor y a la destruccion que se arrojaban sobre el como una ola gigantesca. El Solo no tenia fuerza suficiente; aquella le destruiria. Solo tenia una esperanza.

Grito sobre todo el mundo, a traves de las dimensiones, buscandole:

— ?esto no puede ser! Ayudame!

En su mente, la estrella de siete puntas brillo en la oscuridad, y sintio la presencia de sus hermanos. Sus mentes se fundieron con la de el; lentamente, empezo a calmarse la locura, la furia de los elementos. Su sangre circulo mas despacio, las montanas dejaron de temblar; el llanto y las voces suplicantes callaron al fin, se extinguieron, se extinguieron...

Sobre la taza del viejo crater, el Warp aullo una vez y dejo de existir, y la conciencia de Tarod volvio a su forma fisica, mortal. Le dio vueltas la cabeza y lucho por respirar; casi sin darse cuenta de lo que hacia, aturdido por la terrible contradiccion entre su verdadero yo y los recuerdos mortales que le asaltaban, se puso en pie tambaleandose y pudo al fin abrir los ojos.

El crater era un erial destrozado. Enormes trozos de roca habian sido arrancados de las paredes y desparramados por el suelo; se abrieron grandes grietas en el cono de la montana; la cara norte del volcan se habia hendido, vuelta al cielo indiferente como la boca abierta de un cadaver. Aeoris y sus hermanos se fueron. Yandros y los suyos no se veian por ninguna parte. Los unicos testigos de su regreso eran un pequeno grupo de figuras humanas falibles y lamentables que habian sobrevivido de alguna manera a aquella locura y estaban ahora acurrucadas al amparo de la piedra rota del altar. Uno a uno, levantaron la cabeza y le miraron fijamente, como las reses que sienten, sin comprenderlo del todo, que ha llegado la hora de la matanza.

Sin embargo habia una, solamente una, que no parecia presa de aquel miedo insensato. Los ojos esmeralda de Tarod recorrieron el grupo y la vieron. Ella se puso en pie, vacilante pero resuelta, y su mirada ambarina se cruzo con la de el, buscando la humanidad que sabia que se escondia detras de la imagen del Caos. El no habria sabido decir lo que veia ella, pero habia en su semblante un dolor y un amor que le volvio a la humanidad que habia abandonado.

Ella dijo, con voz temblorosa:

—Tarod

El no pudo pronunciar su nombre; los recuerdos le dolian como una cuchillada. En vez de aquello, dio un paso en su direccion, sabiendo que no se atreveria a tocarla, que el abismo abierto entre los dos era inconmensurable. Al fin dijo, con aquella voz que ella conocia tan bien:

—Hemos triunfado. El Orden ha sido derrotado...

Se pregunto por que este triunfo no significaba nada para el.

—?Tarod!

La comprension quebranto su aplomo, pero, a pesar de lo que sabia, no pudo evitar avanzar tambaleandose en su direccion, tendidas las manos como en ademan de suplica.

Detras de ella, alguien se movio. Tarod no reacciono inmediatamente; estaba demasiado absorto en Cyllan y en su mudo dolor. Solamente cuando unos cabellos castanos rojizos brillaron bajo la fria luz que venia de lo alto y una figura se interpuso entre el y Cyllan, se dio cuenta de lo que iba a ocurrir, pero entonces era ya demasiado tarde para intervenir.

Sashka estaba gritando obscenidades inarticuladas que brotaban de su garganta y de sus labios como si estuviese poseida por la corrupcion final. Cyllan, sobresaltada, giro en redondo y trato de defenderse, pero el cuchillo que empunaba la otra joven descendia ya sobre ella. Tarod no tenia idea de donde habria encontrado Sashka el arma, pero esto era irrelevante; la tenia, y los celos y la furia que hicieron presa en ella se multiplicaron con el terror y un afan insensato de venganza. Cyllan chillo al ver bajar la hoja resplandeciente contra su cuerpo indefenso, un juramento de vaquera que remitio a Tarod, confuso, a otros y perdidos dias... , y entonces el cuchillo rajo el brazo levantado, haciendo brotar la primera sangre del sacrificio, antes de que la hoja se clavase en la carne y en el corazon.

No volvio a gritar, sino que se llevo el brazo herido al pecho y cerro los dedos sobre la empunadura de la daga que sobresalia horriblemente de entre las costillas. Su tosca camisa se tino de brillante carmesi, la joven cayo de rodillas, tosiendo, y se velaron sus ojos. Durante un instante, su mirada ambarina se fijo en la de Tarod en lo que parecia una ultima y desesperada suplica. Despues vomito sangre que se derramo sobre su barbilla, cayo de lado sobre el duro suelo de piedra y sus ojos miraron a la nada.

Se hizo un silencio total. Tarod permanecio rigido, contemplando el cadaver de Cyllan, desprovista su cara de toda expresion. Sashka se echo atras, torciendo la boca en una mueca espasmodica de estremecido placer. Los otros miraban fijamente, como ovejas hipnotizadas... , hasta que Keridil rompio el hechizo.

Se puso en pie, moviendose como un viejo lisiado, y avanzo dos pasos, tambaleandose. Al principio parecio que se volveria hacia Sashka, y Tarod sintio que todo su cuerpo empezaba a temblar con una emocion que no podia reprimir. Pero entonces Keridil se detuvo, miro hacia abajo y avanzo de nuevo. Cayo de rodillas al lado de Cyllan y le cubrio la cara con ambas manos. La pequena parte del ser de Tarod que conservaba su humanidad advirtio que el Sumo Iniciado estaba llorando.

Los ojos verdes, insondables y llenos de una luz salvaje, levantaron la mirada desde el cuerpo acurrucado de Cyllan y la fijaron en la joven plantada a menos de siete pasos de distancia y que temblaba con una horrible mezcla de miedo y triunfo desafiador. Sashka recibio la mirada de Tarod; su actitud retadora se mantuvo solamente un instante, sustituida en seguida por una expresion de horror.

—No...

Sus labios formaron la palabra, que podia ser de suplica o de exhortacion; Tarod no lo sabia ni le importaba. Dio un paso hacia ella, y ella abrio mucho los ojos.

—Keridil... —Se tambaleo hacia atras, agitando una mano, buscando a tientas al Sumo Iniciado—. Ayudame, Keridil...

Sus dedos encontraron el hombro de el, y Tarod vio que Keridil retrocedia bruscamente al sentir su contacto.

—?Keridil! —chillo Sashka, y una espumilla salpico sus labios— Detenle... , ?tienes que detenerle! Ayudame, ?maldito seas!, ?haz algo!

Keridil la miro fijamente con ojos totalmente desprovistos de expresion. Ella jadeaba ahora, incoherente, aterrorizada; pero el no hizo el menor movimiento para ayudarla. En vez de eso sacudio la cabeza, incapaz de comunicar lo que sentia. Despues, con un estremecimiento que sacudio todo su cuerpo, se aparto de ella y se volvio.

—Keridil...

Esta vez, la voz de Sashka fue poco mas que un murmullo; estaba demasiado petrificada para moverse. Tarod empezo a levantar la mano izquierda, lenta, firmemente, formando un simbolo con los dedos, y con este ademan resurgio el poder que habia aplastado a dioses, acrecentado por una aversion que trascendia toda limitacion humana. Acabo de levantar la mano. Estiro el brazo, pronuncio una sola palabra en una lengua jamas usada por el hombre.

Sashka empezo a gemir. Gimio mientras su esplendida cabellera rojiza se encogia como consumida por llamas invisibles y caia en mechones de su craneo. Levanto las manos y se agarro la cabeza. Tarod esbozo una sonrisa salvaje de placer, y la piel y la carne de las manos de ella perdieron su forma y empezaron a fundirse hasta las munecas dejando en su lugar unos huesos desnudos y blancos. Se toco la cara y grito, y el grito no fue ya de desafio, sino de puro panico animal. Tarod murmuro otra palabra y la cara de Sashka empezo a desintegrarse, desprendiendose las capas de piel y dejando al descubierto la carne viva y carmesi, y tendones y musculos y venas

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