—Muy bien —dijo, apartandola a un lado y poniendose en cabeza—. Si te empenas, ?veremos adonde conduce esto!
Echo a andar, de prisa y sin esperar a que ella le alcanzase. Cyllan corrio tras el y, entonces, casi incapaz de detenerse en la brusca pendiente, estuvo a punto de chocar con Drachea, que se habia detenido en seco, lanzando una exclamacion de sorpresa.
Se hallaban ante una puerta de metal, pero era un metal que ninguno de los dos habia visto antes. Tenia un brillo apagado, como de plata vieja y oxidada; sin embargo daba bastante luz para iluminar el pasillo y filtrarse en el sotano. Una iluminacion peculiar y sin origen conocido... Algo en ella hizo que a Cyllan se le erizasen los cabellos, y su mano se detuvo a medio camino, sin atreverse a tocar la puerta.
Drachea habia olvidado su escepticismo y contemplo la puerta con nuevo interes.
—El Salon de Marmol... —dijo, hablando a medias consigo mismo.
Cyllan le miro.
—?Crees que puede serlo?
— No lo se. Pero parece posible..., incluso probable.
Lamiendose los resecos labios, alargo una mano y dio a la puerta un empujon de prueba. Sintio un hormigueo en los dedos, que se transmitio a la mano y al brazo, y la puerta no se movio.
Drachea retiro la mano y la sacudio.
—Sea lo que fuere lo que hay detras, debe ser importante. Esta puerta esta cerrada o bien magicamente protegida.
—Hay una cerradura —dijo Cyllan, senalando una pequena ranura en un lado de la plateada superficie.
—Si... —Drachea se agacho y miro entornando los ojos, pero teniendo buen cuidado de no volver a tocar la puerta. Despues sacudio la cabeza y se levanto—. No se ve nada. — El resentimiento y la frustracion se dejaron sentir en su voz—. Pero es el Salon de Marmol. ?Lo siento en mis huesos!
Ella no respondio, pero siguio mirando la puerta. Sintio en su espina dorsal aquel cosquilleo que conocia tan bien; como si algo que estaba junto a los bordes de su conciencia psiquica estuviese despertando y asomandose a la superficie. Su vision se deformo momentaneamente de manera que vio la puerta de plata como desde una gran distancia; la ilusion paso rapidamente, pero cuando sus sentidos recobraron la normalidad, penso..., no, se imagino, se dijo a si misma, que sentia una presencia al otro lado. Algo que vivia, que sentia que ellos estaban alli, que esperaba y observaba...
Tal vez tuvo Drachea alguna impresion parecida, pues retrocedio subitamente y palidecio.
—La llave —dijo—. Tiene que haber una llave.
—Tu registraste el estudio del Sumo Iniciado — le recordo Cyllan—. ?No habia nada alli que pudieses pasar por alto?
—No lo se... , es posible. Aunque sospecho que es mas probable que, si esta puerta conduce al lugar que nosotros pensamos, la llave este en posesion de Tarod. —Sonrio debilmente—. En fin de cuentas, si tu estuvieras en su lugar, ?no tomarias esta precaucion para que no fuese descubierto tu secreto?
Esto era logico y, si Drachea estaba en lo cierto, la idea de intentar hacerse con la llave no le parecia muy alentadora a Cyllan. Sin embargo, queria abrir aquella puerta y ver lo que habia detras. Algo en este misterio la atraia, y no tenia nada que ver con la enigmatica joya. Algo la estaba llamando, citandola, y el deseo de responder a la cita adquiria proporciones desmesuradas.
Alarmada por la fuerza de sus propios sentimientos, se aparto de la puerta y creyo oir, tan debilmente que podia ser una ilusion, un suspiro surgido de ninguna parte y que se perdio a lo largo del pasillo. Miro hacia atras, no vio nada y, entonces, se dio cuenta de que Drachea estaba tan inquieto como ella.
—Deberiamos irnos —dijo a media voz.
El asintio con la cabeza, tratando de disimular su anhelo. Volveremos. Encontraremos la llave, de alguna manera, y volveremos.
Le asio la mano al volverse y echar a andar de regreso a la biblioteca, Cyllan no sabia si para tranquilizarla a ella o para tranquilizarse el mismo. Al llegar al salon abovedado, Drachea cerro cuidadosamente la pequena puerta detras de ellos y, despues, recogio los libros que habia elegido.
—No se si Tarod viene aqui alguna vez, pero no me gustaria encontrarme cara a cara con el. —Su sonrisa era forzada—. Sera prudente que no nos entretengamos demasiado.
Cyllan no sabia lo que habia sentido el detras de la puerta de plata y dudaba de que se lo dijese. Ella no dijo nada; solamente miro una vez atras, reflexivamente, mientras salian de la biblioteca y empezaban a subir la escalera.
CAPITULO 6
Gant Ambaril Rannak trataba de dominar su impaciencia y su irritacion, pero era una batalla perdida. Se levanto y miro a traves de la larga ventana del salon, sin que su mente registrara la vista de los jardines que ya empezaban a florecer. Estaba demasiado perturbado por el sonido de los sollozos ahogados de su esposa. Era el dia de su cumpleanos, y tendrian que haberlo celebrado. En vez de esto, estaban sumidos en una pesadilla de la que parecia imposible despertar: el misterio de la desaparicion de su hijo mayor.
Si por lo menos hubieran recibido alguna noticia... El heredero de un Margraviato no se desvanecia, simplemente, sin dejar rastro. Alguien tenia que haber visto a Drachea saliendo de la plaza del mercado con aquella maldita vaquera y, sin embargo, aunque habia empleado todos sus recursos, que no eran pocos, Gant no habia podido encontrar un solo testigo de lo que le habia sucedido a su hijo. Al principio, habia considerado la posibilidad de que el Warp que se habia desencadenado aquel dia sobre Shu-Nhadek se los hubiese llevado a los dos; pero conocia a su hijo, y su hijo no era tan imbecil como para dejarse sorprender de una manera tan espantosa.
Desde luego, se habia formulado la teoria de que el jefe de los boyeros estaba detras de todo el asunto: habia utilizado a la muchacha para atraer a Drachea y le retenia para obtener algun rescate. Estos crimenes no eran raros y, con el aumento de la delincuencia en el ultimo ano, habia bastantes rufianes que considerarian que el riesgo valia la pena. En los primeros accesos de furia y de angustia, Gant habia hecho encarcelar al boyero y le habia interrogado despiadadamente, pero pronto se puso de manifiesto que Kand Brialen no sabia nada del suceso. Su horror habia sido dolorosamente genuino y, aunque este se debiese mas al miedo de perder un rico cliente que a la preocupacion por la suerte de su sobrina, Gant se habia visto obligado, muy a su pesar, a desechar sus sospechas.
Y asi, frenetico por tener noticias y frustrado a cada paso, Gant habia empleado todos sus considerables recursos en lo que habia sido, hasta ahora, una busqueda totalmente inutil. La milicia provincial bajo su mando no habia descubierto nada; las videntes de la Hermandad habian ejercitado sus dotes sin el menor resultado... y ahora parecia que incluso su ultima esperanza iba a fallarle.
Se volvio hacia el lugar donde un hombre corpulento, con la insignia de oro de los Iniciados sobre el hombro, conferenciaba en voz baja con la Senora Silve Bradow, superiora de la mas importante Residencia de la Hermandad en la provincia. Por pura casualidad, Hestor Tay Armeth, Adepto de cuarto grado del Circulo, se hallaba en la Residencia cuando llego el mensajero de Gant para pedir ayuda a la Hermandad, y Silve Bradow, que habia sido nombrada recientemente para su cargo y nunca habia tenido que intervenir personalmente en un problema de esta importancia, habia solicitado inmediatamente el consejo de Hestor.
Pero ahora parecia que el representante del Circulo no tenia poder para ayudarles. Lejos de ofrecer la solucion que Gant y su familia ansiaban, Hestor se habia andado hasta el momento con rodeos. El Margrave sospechaba que, detras de su actitud ambigua, habia algo mas que lo que saltaba a la vista, pero no podia sonsacarle, y su paciencia, debilitada por la preocupacion que roia todas las fibras de su ser, se estaba agotando.
Giro sobre sus talones y carraspeo con fuerza para llamar la atencion de los otros. La Margravina sorbio y se enjugo los ojos, y miro a su marido con llorosa esperanza.
— Adepto — dijo Gant, en un tono cortes, pero no exento de acritud—, me perdonaras que te hable francamente, pero este asunto se hace mas urgente a cada minuto que pasa. Mi hijo y heredero ha desaparecido, y todos los esfuerzos para encontrarle han sido vanos. Acudo al Circulo en busca de ayuda, como sin duda tiene derecho a hacer cualquiera en tales circunstancias, ?y parece que nada puedes decirme! Te hare una simple