ganancias de la tarde, cuando un joven esbelto y de cabellos castanos se detuvo delante del puesto. La mirada del recien llegado paso del adivino a Cyllan y se detuvo un momento, como si la reconociese; despues, mirando disimuladamente por encima del hombro, se sento en la silla vacia delante de aquel.

El charlatan hizo grandes aspavientos de bienvenida a su visitante; hasta el punto de que Cyllan se dio cuenta de que debia de ser hijo predilecto de un clan local muy distinguido... y rico. Pero, fuera cual fuese su posicion, estaba claro que no era menos credulo o supersticioso que cualquier campesino. Sus modales, su manera de inclinarse atentamente hacia delante, sus preguntas en voz baja, todo esto demostraba un afan ingenuo que el adivino no perdio tiempo en explotar. Cyllan observo las seis piedras y los signos y pases sin sentido que hizo sobre ellas el falso adivino, antes de empezar su monologo.

— Veo que tendras mucha suerte, joven senor. Ciertamente, mucha suerte, pues te casaras dentro de este ano. Una boda por amor, si me permites decirlo; con una dama de sin par belleza entre sus iguales; tendreis muchos hijos hermosos. Y veo tambien... — Aqui hizo una pausa teatral, como esperando que la inspiracion divina tocase su lengua, mientras el joven miraba fijamente las piedras—. ?Si! Un alto cargo, joven senor; mucho poder y renombre. Te veo plantado en un gran salon, un salon resplandeciente, administrando justicia. Tendras una vida larga, senor; una vida buena y feliz.

El joven tenia los ojos encendidos. Jadeante, entusiasmado por el dictamen del charlatan, murmuro una pregunta que Cyllan no pudo captar, y esta, de pronto, al observarle, ajusto inconscientemente su vision de manera que los dos personajes sentados a aquella mesa cubierta con un tapete quedaron desenfocados. Habia descubierto que, en raras ocasiones, podia hacer pequenas predicciones o averiguar el caracter o los antecedentes de un desconocido, sin necesidad de valerse de las piedras. Era un don esporadico, imprevisible la mayoria de las veces; pero ahora sintio que su instinto psiquico era seguro... Cerrando los ojos, se concentro lo mas que pudo, y empezo a formarse una vaga impresion mental que fue cada vez mas clara, hasta que al fin, satisfecha, volvio a abrir los ojos. El adivino habia terminado y el joven se levanto para marcharse. Unas monedas cambiaron de manos; el joven dio las gracias y recibio a cambio respetuosas reverencias; despues, el vidente se escabullo detras de la cortina y se perdio de vista.

El joven iba a pasar por delante del banco de Cyllan, y ella decidio de pronto que no podia guardar silencio. Poco bien podia hacerle, pero su sentido de la justicia se rebelo contra la idea de que aquella trapaceria no fuese descubierta. Al llegar el joven a su nivel, se levanto.

— Disculpame, senor...

El se sobresalto, se volvio y fruncio el entrecejo, claramente molesto de que una desconocida de la clase baja le interpelase tan directamente. No queriendo que pudiese pensar que queria importunarle, Cyllan hablo rapidamente y en voz baja.

—El adivino es un charlatan, senor. Pense que debias saberlo.

El estaba ahora sorprendido. Una cara fresca y suave, penso; el no habia pasado nunca apuros, nunca le habia faltado nada.. , y probablemente esto explicaba su ingenuidad ante los halagos del vidente. Ahora, recobrando el dominio de si mismo, se acerco mas al lugar donde ella estaba.

— ?Un charlatan? —Su sonrisa era debilmente protectora—. ?Por que estas tan segura?

Evidentemente, sospechaba que tenia algun motivo personal para tratar de desacreditar a aquel hombre. Cyllan aguanto impavida su mirada.

—Yo naci y me crie en las Grandes Llanuras del Este —dijo—. Leer las piedras es alli un antiguo arte... y por eso puedo descubrir a un impostor cuando le veo.

El joven cruzo las manos y miro reflexivamente un anillo muy valioso que llevaba en un dedo.

—Es forastero en Shu-Nhadek, como al parecer lo eres tu, y sin embargo ha adivinado muchas cosas sobre mi posicion. ?No habla esto mucho en su favor?

Cyllan decidio apostar a que su destello de clarividencia habia sido acertado, y sonrio.

—Un vidente no necesita ser muy habil, senor, para reconocer en ti al hijo y heredero del Margrave de la provincia de Shu.

Habia estado en lo cierto... El joven arqueo las cejas y la miro con nuevo interes.

—?Eres tu vidente?

—Lectora de piedras, y de poco talento —dijo Cyllan, haciendo caso omiso del insulto, sin duda involuntario, que implicaba la sorpresa de el—. No practico mi habilidad, ni trato de sacar provecho de ella; no pretendo quitarle los clientes a ese hombre, pero me indigna ver como los embaucadores explotan a sus victimas inocentes.

La idea de que el era una de esas victimas inocentes no parecio gustar al hijo del Margrave y, por un instante, se pregunto Cyllan si habia sido demasiado audaz y le habia ofendido. Pero, despues de una breve vacilacion, el asintio con la cabeza.

—Entonces, estoy en deuda contigo. ?Hare que ese charlatan sea expulsado hoy mismo de la provincia! —De pronto entrecerro los parpados y estudio mas de cerca la cara de ella—. Y si eres lo que dices, me interesaria ver si puedes hacerlo mejor que el.

Queria que leyese las piedras para el, y Cyllan se alarmo. Su tio, que, como la mayoria de sus semejantes, era sumamente supersticioso y consideraba las facultades psiquicas como de competencia exclusiva de unos pocos privilegiados (y oficialmente aprobados), la mataria si descubriese que habia estado empleando su don. Y leer para el hijo del Margrave.. , no podia hacerlo, no se atrevia a hacerlo.

— Lo siento — dijo en tono confuso—, pero no puedo.

—?No puedes? —El joven se irrito de pronto—. ?Que quieres decir con eso de que no puedes? Dices que eres una vidente. ?Yo te pido que lo demuestres!

—Quiero decir, senor, que no me atrevo. —No tenia mas solucion que ser sincera—. Trabajo con mi tio, y desaprueba esas cosas. Si llegase a enterarse...

— ?Como se llama tu tio?

—Es... —Miro la cara del joven y trago saliva—. Kand Brialen. Boyero.

— ?Un boyero que no explota un negocio provechoso que tiene ante las narices? ?Me cuesta creerlo!

—?Por favor! —le suplico ansiosamente Cyllan—. Si el llegase a saberlo...

— ?Por todos los dioses! Tengo cosas mejores en que emplear mi tiempo que en irles con chismes a los campesinos — replico, malhumorado, el joven—. Si no quieres leer para mi, no lo hagas. Pero recordare el nombre. Kand Brialen... ?Lo recordare!

Y antes de que Cyllan pudiese anadir palabra, giro sobre sus talones y se alejo.

Poco a poco, Cyllan se sento de nuevo. Le palpitaba con fuerza el corazon y lamento su imprudencia al entremeterse en el caso. Ahora, si se le antojaba, el hijo del Margrave podia encontrar algun pretexto para buscar a su tio y, si tanto le habia ofendido su negativa, decir lo suficiente sobre su encuentro para que tuviese que pagarlo caro. No estaba acostumbrado a que se frustrasen sus deseos; evidentemente, era un joven mal criado y podia mostrarse rencoroso. Y si...

Corto de pronto el hilo de sus pensamientos y suspiro. Hiciera lo que hiciese el hijo del Margrave, ella no podia impedirlo. Habia sobrevivido a la furia de Kand Brialen antes de ahora, podria sobrevivir una vez mas. Lo mejor que podia hacer era terminar su cerveza y disponerse a capear el temporal.

El mozo de la taberna salio para recoger su jarra y le pregunto si queria mas. Cyllan sacudio la cabeza y se levanto de mala gana del banco, encaminandose hacia un lado de la plaza del mercado donde empezaba a menguar la concurrencia. Aqui, en vez de puestos y tenderetes, habia corrales con techos de paja, donde manadas de animales de ojos cansinos mugian y se lamentaban y esperaban su destino. Kand Brialen y sus boyeros habian levantado sus tiendas a un lado del corral mas grande y, durante todo el dia, el negocio habia estado ani mado; tenian un centenar de reses, traidas desde Han, para vender, asi como cuatro buenos caballos de labor que Kand habia comprado a bajo precio en Perspectiva, despues de un largo regateo. Y con la primavera y la epoca de la reproduccion a la vuelta de la esquina, estaban obteniendo buenos precios.

Cyllan habia aprendido hacia tiempo a no pensar demasiado a menudo en su propio futuro con Kand Brialen y sus boyeros. Cuatro anos atras, cuando su madre, que era hermana de Kand, y su padre habian desaparecido con su barca de pesca en el Estrecho de los Bajios Blancos, su tio se habia hecho cargo de ella, pero, desde el primer momento, no se habia esforzado en disimular lo mucho que le disgustaba esto. A su modo de ver, Cyllan era una carga no deseada; decia que las mujeres no le servian para nada, salvo alguna ramera ocasional cuando le apetecia, y habia dejado bien claro que, si su sobrina huerfana esperaba que la mantuviese, tendria que pagarselo trabajando tan duro como cualquier hombre de su pandilla. Y por esto, desde hacia cuatro anos, Cyllan vestia como un boyero, trabajaba como un boyero y hacia, ademas, todos los «trabajos de mujer» que le ordenaban. Cierto que

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