tambien habia viajado mucho y visto mucho mundo; algo inaudito en una muchacha de las Llanuras del Este. Pero era una vida que le daba muy pocas esperanzas para el futuro.

En su tierra (aunque cada temporada se le hacia mas dificil pensar que existiese un lugar que pudiera llamar «su tierra»), sin duda se habria casado con el segundo o tercer hijo de otra familia de pescadores, en una alianza pragmatica de clan. Dificilmente habria podido considerarse un gran logro, pero habria sido sin duda mejor que esta dura existencia nomada. Tal como estaban las cosas, su futuro se le aparecia siempre igual, hasta el infinito: trabajo, viajes, dormir cuando tuviera oportunidad de hacerlo, hasta que los vientos del Norte y el sol del Sur la marchitasen prematuramente.

Sacudio esta triste idea de su cabeza al ver la fornida figura de su tio moviendose entre las hileras de caballos atados con ronzal cerca de los corrales. Le acompanaba un hombre de edad madura, alto y ligeramente encorvado, que, a juzgar por su abrigo ribeteado de piel y por la obsequiosidad de Kand, debia de ser un posible cliente rico. Cyllan trato de pasar inadvertida al dirigirse a la tienda, ansiosa de no molestar a su tio mientras estaba negociando. Y casi habia llegado cuando alguien hablo, en voz baja pero alegre, detras de ella.

— ?Ah..., conque estas aqui!

Se volvio, sobresaltada, y se encontro cara a cara con el hijo del Margrave. El joven sonreia, con aire de complicidad, y senalo en direccion a los dos hombres.

—Kand Brialen: recorde el nombre. Y cuando vi que tenia buen ganado para vender, insisti en que mi padre lo viese personalmente.

Conque aquel hombre era el Margrave de Shu... De pronto, Cyllan se dio cuenta de que su asombro debia de ser demasiado evidente y desvio apresuradamente la mirada.

—Tu y yo —dijo el hijo del Margrave— hemos dejado algo por terminar. Y creo que mi padre y tu tio tardaran mucho tiempo en hacer sus tratos, por lo que tu secreto estara a salvo. ?Ven conmigo!

Por lo visto no era persona que admitiese discusiones, y por esto se abstuvo Cyllan de protestar cuando el la asio del brazo y la condujo rapidamente lejos de los corrales. Entraron en una calle estrecha que iba de la plaza del mercado al puerto, y el joven senalo una casa descuidada sobre cuya puerta se veia una ensena con una embarcacion blanca toscamente pintada y un mar rabiosamente azul.

—La taberna de la Barca Blanca —dijo el, penetrando en la oscuridad del interior—. Suelen frecuentarla marineros y mercaderes, por lo que no es probable que nos vea alguien que me conozca.

Cyllan hizo caso omiso del velado insulto (a fin de cuentas, el se estaba rebajando al aparecer en publico en su compania) y trato de valorar la primera impresion que le habia causado su acompanante. Cuando le habia pedido que leyese sus piedras para el, habia advertido una mirada casi febril en sus ojos, y su determinacion de salirse con la suya decia mucho mas sobre su personalidad que lo que habria podido expresarse con palabras. Habia conocido a otros de esta clase; los que, interesados por el ocultismo, desafiaban los convencionalismos que prohibian esta materia a todo el mundo, salvo al Circulo y a la Hermandad de Aeoris, y a menudo aquel interes rayaba en obsesion. Cyllan habia reconocido inmediatamente este rasgo en el hijo del Mar grave, y sabia que debia andarse con cautela; si se descuidaba, podia encontrarse en dificultades.

Pero, por lo demas, el joven parecia bastante corriente. Tenia la buena presencia tipica de los nativos de la provincia de Shu: abundantes cabellos castanos, ensortijados sobre su cabeza y cortos segun el estilo ahora de moda en el Sur; piel fina, con un matiz olivaceo que disimulaba una tendencia a la rubicundez, y ojos negros y expresivos, con pestanas notablemente largas. Era muy alto para ser del Sur, y aunque probablemente engordaria con los anos, todavia no daba senales de ello.

Ahora arrastro una silla de debajo de una mesa vacia en el rincon de la taberna y chasco los dedos para llamar al mozo. Cyllan se sento en silencio en la silla opuesta y espero, mientras el pedia vino para los dos y una tajada de buey y pan moreno para el. No pregunto a Cyllan si tenia hambre. Llegaron el vino y la comida, que fueron dejados bruscamente sobre la mesa; antes de irse, el mozo dirigio una mirada fulminante al distinguido cliente.

—Ahora —dijo el hijo del Margrave—, vayamos al grano. Dime como te llamas.

— Cyllan Anassan. Aprendiza de boyero, de Cabo Kennet, en las Grandes Llanuras del Este — dijo ella, presentandose de la manera formal acostumbrada, colocando la palma de la mano sobre la mesa.

El apoyo la suya sobre la de ella, pero muy brevemente.

— Drachea Rannak. Heredero del Margrave de la provincia de Shu, de Shu-Nhadek. — Y echandose atras, anadio—: Y ahora dime, Cyllan Anassan, ?que te ha llevado al oficio de boyero, que es la ocupacion mas inverosimil para una mujer?

El relato de ella fue breve y triste; empleo en el las minimas palabras posibles, y el joven la miro con curioso interes.

—Y sin embargo, ?eres vidente? Yo habria pensado que la Hermandad hubiese debido interesarte mas que conducir ganado.

Ella sonrio debilmente. En el mundo de el, bastaba que una nina dijese que queria ingresar en la Hermandad de Aeoris, para que se cumpliese su deseo, y Cyllan dudo de que el pudiese considerar el asunto de otra manera.

—Digamos que no tuve.., oportunidad —respondio—. Ademas, dudo de que las Hermanas me reconocieran como vidente.

Drachea empujo con disgusto la rebanada de pan moreno sobre el plato.

— Tal vez si, pero hubieses debido intentarlo. — Levanto la mirada—. En realidad, de no ser por mi posicion en Shu, tal vez habria pensado en seguir el mismo camino y presentarme como candidato al Circulo.

— ?Al Circulo...?

Su reaccion habia sido inmediata, y entrecerro los ojos. Drachea se encogio de hombros.

—Desde luego, en mi situacion, esto es imposible, a menos que renunciara a mis derechos en favor de mi hermano menor, y esto traeria muchas complicaciones.

—Hizo una pausa y prosiguio—: Por lo visto has viajado muchisimo. ?Has estado alguna vez en la Peninsula de la Estrella?

Cyllan empezaba a comprender lo que habia detras de la fascinacion del joven por las materias arcanas.

— Si — dijo—. Estuvimos el verano pasado, cuando el nuevo Sumo Iniciado recibio su investidura.

— ?Estuviste alli? — Drachea se inclino hacia delante, olvidada de pronto su condescendencia—. ?Y viste a Keridil Toln en persona?

— Solo desde lejos. Salio del Castillo para hablar y dar la bendicion de Aeoris a la multitud.

Drachea bebio un largo trago de vino, sin darse cuenta de lo que hacia—. ?Y pensar que me perdi aquel gran acontecimiento! Desde luego, mis padres hicieron el viaje, pero yo estaba enfermo con fiebre y tuve que quedarme en casa. — Se lamio los labios—. Entonces lo viste todo... ?Y cruzaste el puente que conduce al Castillo?

—Si,..., por poco tiempo.

—?Por los dioses! — Drachea hizo una senal sobre su corazon, para mostrar que su exclamacion no habia querido ser irrespetuosa para el mas grande de los dioses—. ?Debio de ser una experiencia inolvidable! ?Y que me dices de los Iniciados? Sin duda viste a algunos de ellos... , aunque me imagino que no conociste a ninguno, ?verdad?

Las sospechas de Cyllan habian sido por fin confirmadas. La unica ambicion ardiente de Drachea era ingresar en las filas del Circulo, para satisfacer su afan de saber la verdad que habia detras de los secretos que le obsesionaban. Y comprendio, tambien, por que estaba tan empenado en que le leyese su futuro. Queria creer que su ambicion se veria cumplida, y sus palabras de vidente serian suficientes para avivar el fuego que ardia en su interior.

—?Cyllan! —Ella se sobresalto cuando el le agarro un brazo y lo sacudio—. ?Escuchame! Te he preguntado si conociste a algun Iniciado.

Una inquietante yuxtaposicion de imagenes paso por la mente de Cyllan al responder a su mirada. La cara de Drachea, joven, franca, consciente de su propia importancia; y otra cara, macilenta, reservada, y unos ojos que delataban conocimientos y emociones mucho mas profundos de lo que correspondia a la edad fisica.

Dijo, con voz ronca:

— Hace algun tiempo conoci a un hombre... un Adepto de alto grado.

—Entonces, ?no se recluyen los Adeptos dentro de si mismos? Habia oido decir..., ?bah!, pero los rumores crecen como hierbajos. Tengo que ir alla a verlo con mis ojos. Ya lo habria hecho, ?pero se necesita tanto tiempo para ello! —Cerro los punos en su frustracion, pero su expresion cambio bruscamente—. ?Volviste a la Peninsula

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