despues de aquellas fiestas?
—No. Pasamos un mes en la provincia Vacia y, desde entonces, hemos estado caminando rumbo hacia el Sur.
— Entonces, no debes saber lo que hay de verdad en los nuevos rumores que corren.
—?Que rumores? —Cyllan se puso alerta—. No me he enterado.
—No... Me extranaria que los hubieras oido. Empezaron en la Tierra Alta del Este y en Chuan, y ahora se estan extendiendo tambien por aqui. Nadie parecer conocer los hechos, pero dicen —y Drachea hizo una pausa para dar mayor enfasis a sus palabras — que algo anda mal en el Castillo. Hace algun tiempo que no se han recibido noticias de nadie de alli, y no se sabe que nadie haya visitado el Castillo desde la ultima conjuncion lunar.
A Cyllan se le hizo un nudo en la boca del estomago. No podia explicar a que era debido, ni dar un nombre a esa sensacion; era como si en lo mas profundo de ella despertase un sentido animal que estaba dormido. Conteniendose, dijo:
—No me he enterado. ?Que decis vosotros que puede andar mal?
—Aqui esta la cuestion: nadie lo sabe. En la Tierra Alta del Oeste, se hablo recientemente de un peligroso malhechor aprehendido en la Residencia de la Hermandad que hay alli, y se dice que esto tiene relacion con los sucesos del Castillo, pero, aparte de esto, todos son especulaciones. Parece que los Iniciados han decidido aislarse completamente del resto del mundo, pero nadie sabe por que. —Cruzo las manos y las miro frunciendo el entrecejo—. He estado buscando claves y presagios, pero no encuentro nada que tenga sentido. Lo unico extrano que ha ocurrido aqui ha sido un numero desacostumbrado de Warps.
Cyllan se estremecio involuntariamente al oir la palabra Warp. Todos los hombres, mujeres y ninos del pais sentian un miedo justificado a las misteriosas tormentas sobrenaturales que llegaban aullando del Norte a intervalos imprevisibles. Nadie se atrevia a enfrentarse al aire libre con el cielo pulsatil y las estridentes voces demoniacas de un Warp; los pocos locos o valientes que lo habian hecho habian desaparecido sin dejar rastro. Ni siquiera los eruditos mas sabios sabian de donde venian los Warps ni que los impulsaba; segun la leyenda, eran el ultimo legado que las fuerzas del Caos dejaron cuando los seguidores de Aeoris destruyeron a los Ancianos y restablecieron el imperio del Orden.
Pero fuera cual fuese el poder que habia detras de los Warps (y era algo en lo que la gente sensata preferia no pensar), Drachea tenia razon al decir que la incidencia de los Warps habia aumentado ultimamente. Solo hacia cinco anos que, al cruzar las fertiles llanuras que separaban Shu de Perspectiva, habia oido la pandilla de Kand Brialen el sonido mas temido en todo el mundo: el debil pero estridente aullido que, viniendo del Norte, anunciaba que se acercaba la tormenta. Cyllan aun veia en sus pesadillas aquella desesperada carrera hasta el refugio mas proximo contra las tormentas, uno de los largos y estrechos cobertizos que habian sido construidos para seguridad de los viajeros a lo largo de las principales rutas ganaderas; y recordaba con pavor el interminable tormento sufrido en el interior del precario refugio, mientras yacia con la cara enterrada en su abrigo, tapandose los oidos para no escuchar el estruendoso caos, ni el mugido de las aterrorizadas reses a su alrededor. Habia sido su tercera experiencia de esta clase desde que habian salido de la provincia Vacia...
Incluso la tranquila actitud de Drachea se habia alterado con el tema. Dandose cuenta de que la atmosfera se estaba haciendo incomoda, senalo la jarra que estaba entre los dos sobre la mesa.
—No has tocado el vino.
— Si, gracias.
Cyllan no se estaba concentrando; habia rechazado el horrible recuerdo, pero seguia inquieta. Su instinto animal la aguijoneaba de nuevo...
— En cuanto a ese misterio del Castillo — siguio diciendo Drachea—, creo que los Iniciados tienen sus propias razones, que no conviene investigar. Aunque, si al leer las piedras vieras un presagio que pudiese decirnos algo...
La miro, esperanzado, y ella sacudio energicamente la cabeza.
— ?No! No me atreveria, no me atreveria a intentar ver claro en esas cosas. Leere para ti, Drachea, pero no ire mas lejos.
El se encogio de hombros, con gesto descuidado.
—Esta bien. No perdamos mas tiempo. ?Muestrame lo que no pudo mostrarme el charlatan!
Cyllan hurgo en la bolsa que llevaba colgada del cinto y saco un punado de piedrecitas pulidas y de diferentes formas. Teoricamente, necesitaba arena para arrojar sobre ellas los guijarros, pero otras veces habia trabajado sin ella y sin duda podria volver a hacerlo ahora.
Drachea se inclino hacia delante, mirando fijamente las piedras, como tratando de adivinar algo sin la ayuda de ella. Y subitamente, al tenerlas en la palma de la mano para arrojarlas, Cyllan se detuvo. Algo estaba murmurando con insistencia en su mente, un aviso, tan claro como si hubiese sido pronunciado en voz alta junto a su oido.
Pasara lo que pasase, ?no debia leer las piedras para Drachea Rannak!
—?Que pasa? —oyo que decia la voz impaciente de Drachea, y se sobresalto violentamente y se le quedo mirando como si fuera la primera vez que le veia—. Vamos, Cyllan, ?O eres una adivina o no lo eres! Si me has hecho perder el tiempo...
— ?No ha sido esta mi intencion! —Se puso de pie, vacilando—. Pero no puedo leer para ti, Drachea... ?No puedo!
El se levanto tambien, subitamente irritado.
— En nombre de los siete infiernos, ?por que?
— ?Porque no me atrevo! ?Oh dioses, no puedo explicarlo! Es un presentimiento, un miedo... — Y de pronto brotaron las palabras de sus labios sin que pudiese evitarlo—. ?Porque se en el fondo de mi ser que algo terrible va a ocurrirte!
El se quedo pasmado. Lentamente, se sento de nuevo. Estaba muy palido.
—Tu... ?sabes...?
Ella asintio con la cabeza.
—Por favor, no me preguntes nada mas. Tenia que haberme callado... Sin duda estoy equivocada; no tengo talento y...
— No. — Ella se estaba apartando de la mesa y, subitamente, el alargo una mano y le agarro el brazo, causandole dolor—. ?Sientate! Si se esta tramando algo, ?por todos los dioses que vas a decirmelo!
Un par de parroquianos de la taberna les estaban mirando ahora, sonriendo divertidos, sin duda interpretando a su manera la discusion. No queriendo llamar mas la atencion, Cyllan se sento de mala gana.
— Ahora, ?dime! — ordeno Drachea.
Las piedras eran como ascuas en la mano de ella. Reflexivamente, las dejo caer y se desparramaron sobre la mesa, formando un dibujo claro y desconcertante. Drachea las miro fijamente y fruncio el entrecejo.
—?Que significa eso?
Tambien Cyllan estaba mirando las piedras, y le palpitaba el corazon. No conocia aquel dibujo y, sin embargo, parecia hablarle, llamarla. Sintio un debil hormigueo en la nuca y se estremecio.
—No... no lo se —empezo a decir, y despues lanzo una exclamacion ahogada, porque una imagen habia cruzado por su mente, con tanta rapidez que apenas pudo captarla.
Una estrella de siete puntas, irradiando colores indescriptibles...
—?No! —se oyo decir a si misma, con vehemencia—. ?No puedo hacerlo! ?No quiero!
—?Maldita sea! ?Lo haras! —replico Drachea furioso—. ?No voy a dejar que una campesina forastera me tome el pelo! Dime lo que ves en esas piedras, ?o te llevare ante mi padre por tratar de embrujarme!
La amenaza era bastante seria. Cyllan miro las piedras una vez mas y, de pronto, el dibujo cristalizo en su mente. Ahora sabia, con infalible instinto, lo que significaba, y la insistencia de Drachea no iba a poder convencerla. Bruscamente, recogio las piedras, las metio en la bolsa, y se puso de pie de nuevo. — Puedes hacer lo que creas adecuado — dijo serenamente, y se volvio para marcharse.
—?Detente! —le grito Drachea. Ella siguio su camino. Oyo el roce de madera sobre piedra y las pisadas de el a su espalda. La alcanzo cuando iba a llegar a la puerta—. ?Que estas haciendo, Cyllan? ?No voy a tolerarlo! Me prometiste leer las piedras para mi, y...
— ?Dejame!
Se retorcio para librarse de la mano que trataba de agarrarla del brazo y hacerla volver, pero al dirigirse a la entrada de la taberna choco con un marinero mercante, alto y corpulento, que entraba apresuradamente con tres