encontrar la manera de subir.
Drachea cruzo los brazos y los apreto contra su cuerpo, temblando.
—Si no sabes donde estamos, ?como puedes estar tan segura de que no vendran a salvarnos? — arguyo, malhumorado.
—No puedo estar segura. Pero no voy a estarme sentada aqui esperando, hasta que este demasiado debil para buscar una alternativa. —Cyllan habia empezado a alejarse de el, pero ahora se detuvo y miro atras—. Voy a buscar un camino. Lo que hagas tu es cosa tuya.
El le lanzo una mirada fulminante, venenosa, y se volvio de espaldas. Pero Cyllan solo habia dado dos pasos mas cuando le oyo suspirar y lanzar una imprecacion en voz baja. Despues, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta, Drachea camino rigidamente sobre los rechinantes guijarros para reunirse con ella.
Fue Drachea quien encontro por fin los gastados escalones, tallados hacia innumerables generaciones en la roca vertical y que ascendian serpenteando en la noche. Siglos de erosion los habian desgastado hasta la lisura traidora del cristal y la pendiente era espantosa; pero Cyllan creyo que, con un poco de buena suerte de su parte, podrian escalar la roca sin contratiempos.
—Tendra que ser mas facil cuanto mas subamos —dijo a Drachea, rezando en silencio por no equivocarse—. Donde no puede alcanzar el mar, tiene que haber menos erosion y pasaremos con mas seguridad.
El miro, dudoso, los escalones tallados.
—No puedo imaginarme quien pudo hacer esto, ni por que. Y nadie los habra empleado desde hace generaciones.
— Pero han sido empleados, y esto es lo que cuenta. Si otros pudieron subir por ellos, ?tambien podremos nosotros! Y esto significa... —Miro hacia arriba el enorme penasco que parecia abalanzarse sobre ellos en la noche—. Significa que tiene que haber algo en la cima. Un refugio, Drachea...
El asintio con la cabeza, temeroso pero tratando de disimularlo. Habian concertado una tregua un poco insegura, sometiendo sus diferencias a la mutua necesidad de sobrevivir. Drachea senalo los gastados escalones.
— Pasa tu primero. Es mas probable que yo pueda agarrarte si te caes.
Esta muestra de galanteria, aunque agradable, pronto descubrio Cyllan que estaba fuera de lugar. Drachea tenia una cabeza bastante firme para las alturas, pero al subir los traidores escalones se puso de manifiesto que las fuerzas le estaban abandonando rapidamente. La impresion, la fatiga y el hambre se dejaban sentir, y Cyllan, que estaba en mucho mejores condiciones fisicas, tenia que detenerse con frecuencia para no dejarle demasiado atras. Para ella, la escalada era dificil pero no imposible; habia corrido riesgos parecidos en el pasado, escalando los vertiginosos cantiles de la costa de la Tierra Alta del Oeste, con la esperanza de ver a los esquivos fanaani, pero con Drachea siguiendola con tanta dificultad, contuvo su instinto de subir mas de prisa para alcanzar la cima de la terrible escalera antes de que flaqueasen su voluntad o su energia.
Esta, penso, era la parte mas intimidante de la escalada. Ahora debian de estar al menos a seiscientos pies sobre el nivel del mar y, sin embargo, no habia senales de la cima del enorme acantilado. Cuando se atrevio una vez a mirar hacia arriba, solamente pudo ver la interminable pared de granito elevandose mas alla de los limites de su vision, sin ofrecerle un respiro.
Y cuando llegasen por fin, si llegaban, a la cumbre, ?que pasaria? Al continuar la ascension, Cyllan habia percibido con claridad como la semilla del miedo germinaba en su interior. Era el mismo instinto animal que la habia asaltado en la taberna de Shu, pero mucho mas fuerte. Algo les esperaba en la cima del acantilado.., y tenia miedo de descubrir lo que era.
Pero no habia alternativa. A cientos de pies debajo de ellos se extendia una playa desierta que no ofrecia la menor esperanza de salvacion, e incluso una incognita temible era una perspectiva mejor que aquello. Debian seguir adelante y enfrentarse con lo que fuese.
Un acceso de tos debajo de ella la detuvo entonces y, al mirar cuidadosamente atras, vio que Drachea estaba doblado por la mitad, agarrado a un precario saliente. Cyllan retrocedio prudentemente un paso o dos y alargo un brazo para asirle la mano y ayudarle a salvar un trecho en que los escalones de granito se habian derrumbado. El se mordio el labio, conteniendo el aliento hasta que estuvo con ella, y poco a poco, fatigosamente, continuaron subiendo.
En definitiva, la escalada se convirtio en una obsesionante pesadilla para Cyllan. Cada escalon que subia era un tormento para los doloridos musculos y cada pulgada de avance, un pequeno triunfo por si solo. Habria podido estar trepando durante toda su vida, seguida por Drachea, arriba y arriba, sin llegar nunca a ver el final. A veces casi se reia en voz alta ante la extrana naturaleza de todo aquello; la roca siempre igual, el cielo siempre igual, el aullido funebre y siempre igual del viento que le helaba las manos y amenazaba con arrancar los ateridos dedos de las manos y los pies de sus inseguros agarraderos. ?Cuanto tiempo llevaban subiendo? ?Minutos? ?Horas? ?Dias? El cielo no les daba ninguna indicacion; la noche se cernia todavia sobre ellos sin que ninguna de las dos lunas trazase su arco para marcar el paso del tiempo. Si esto era una locura, no se parecia en nada a cuanto ella habia imaginado antes de ahora...
— ?Aeoris!
El juramento salio de sus labios antes de que pudiese retenerlo, cuando el acantilado termino bruscamente y pudo dejarse caer en el blando y tierno cesped. Pero tuvo tiempo de registrar en su cerebro la impresionante imagen que tenia delante, antes de recordar a Drachea y volverse y alargar los brazos para ayudarle a subir los ultimos escalones. Ambos yacieron jadeando en el suelo; el mundo parecia girar vertiginosamente a su alrededor mientras trataban de cobrar aliento, y Cyllan creyo que oia a Drachea murmurar entre sus resecos labios lo que parecia ser una ferviente accion de gracias. Al fin, cuando tuvo fuerza suficiente, asio a Drachea de un brazo y senalo algo, incapaz de hablar.
A menos de cien pasos de distancia, se elevaba el Castillo, como si hubiese salido de la roca viva. Mas negro que todo lo que Cyllan podia imaginar, se alzaba imponente en la noche, dominado por cuatro torres titanicas que apuntaban al cielo como dedos acusadores, y parecia absorber la poca luz que llegaba hasta el, tragandola, engullendola y desmenuzandola. Por encima de las recortadas almenas, un resplandor carmesi tenia el aire, como si una gran hoguera ardiera a fuego lento, pero constantemente, dentro del recinto del Castillo. Y aunque la monstruosa estructura parecia totalmente cambiada, Cyllan la reconocio...
Drachea hundio reflexivamente las manos en el cesped.
—?Que es... ese lugar? —murmuro.
Cyllan sintio que su pulso latia en su garganta hasta casi sofocarla, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para hablar.
—Dijiste que te gustaria visitar la fortaleza del Circulo— murmuro con voz ronca—. Tu deseo ha sido cumplido, Drachea. ?Ese es el Castillo de la Peninsula de la Estrella!
Drachea no replico. Estaba mirando fijamente el Castillo, incapaz de dar credito a lo que estaba viendo. Al fin consiguio articular unas palabras.
— No me imaginaba... , ninguna de las historias que habia oido decia... ?que podia ser como eso!
Un escalofrio recorrio el cuerpo de Cyllan, y su miedo se multiplico.
—No lo es —murmuro—. O al menos.., no era asi cuando yo lo vi. Algo malo ha pasado...
— Los rumores... — empezo a decir Drachea.
—Si... Pero si los Iniciados se han recluido ahi, ?como hemos podido cruzar la barrera?
Drachea se puso en pie tambaleandose. Seguia mirando fijamente el Castillo, como si temiera desmayarse si miraba un momento a otro parte.
—Debemos averiguarlo —dijo.
Ella no queria acercarse... De pronto se habia sentido terriblemente espantada. Pero el argumento de Drachea no admitia discusion. Si cruzaban el puente, no hallarian mas que las montanas nortenas durante leguas. Dos cuerpos agotados y hambrientos no podian esperar sobrevivir en invierno al cruzar el puerto de montana. Y aunque miro al lugar donde hubiese debido estar el puente, Cyllan no pudo verlo. Solamente la niebla, suspendida como una cortina, como para marcar una barrera infranqueable entre el mundo real y este mundo de pesadilla y de ilusion.
Se puso de pie, turbada por este pensamiento, y se acerco a Drachea. El la miro y trato de sonreir.
—O seguimos adelante, o nos quedamos aqui —dijo—. ?Que hacemos?
—Adelante...
La palabra habia brotado de sus labios casi sin que ella pudiera darse cuenta.