Drachea, que la estaba esperando, envuelto en un albornoz parecido pero demasiado grande para el. Tenia una mirada atormentada y trato de lanzar un alud de preguntas, protestas y argumentos; pero la fatiga habia podido mas que ellos y habian guardado silencio.

Subir la escalera les habia parecido mas dificil que escalar el acantilado. Drachea habia flaqueado en dos ocasiones y tal vez se habria derrumbado y quedado dormido donde estaba; pero Cyllan le habia agarrado y apremiado para que siguiese adelante. Tambien ella se sentia mareada y febril de agotamiento, y su percepcion se hundia en un miasma de pesadilla, en una nublada conciencia. Ahora recordaba vagamente que habia visto de nuevo a Tarod (tan confusa estaba que le parecia que habia tomado el aspecto de un vago y agorero espiritu en vez del de un hombre viviente) y que le habia pedido que la dejase dormir. Una mano habia tocado su frente, no sabia si la de Tarod o la de Drachea, y recordaba confusamente mas escaleras, un largo pasillo, una puerta que parecio abrirse sin que ninguna mano la tocara y una habitacion de alto techo adornada con oscuros tapices.

Habia sentido que una superficie se hundia debajo de ella y, despues, un dulce olvido sustituyo a su conciencia.

Pero ahora habia desaparecido el cansancio y, cuando abrio sus ojos ambarinos, se puso instantaneamente alerta. La cama en la que yacia ocupaba un angulo de la habitacion, y la misteriosa luz del patio, filtrandose por la ventana abierta, daba un brillo tenue, rojo de sangre, a los muebles sombrios. Aquella habitacion triste y extrana puso a Cyllan en guardia a pesar de la comodidad fisica que sentia y, ademas, su instinto le dijo que no estaba sola...

Cautelosamente, volvio la cabeza; despues, lanzo un suspiro de alivio al ver a Drachea, medio oculto en la sombra, sentado en el antepecho de la ventana.

—Cyllan —Se levanto y se acerco a ella con paso vacilante, y ella vio que habia cambiado el albornoz por una camisa, una chaqueta y un pantalon que no eran los suyos—. He estado esperando a que te despertases.

Ella se incorporo, sacudiendo los ultimos restos del sueno, y miro rapidamente a su alrededor, temerosa de que otras presencias estuviesen en silencio e invisibles en el dormitorio. Sus sentidos no descubrieron nada alarmante...

—Mira —dijo Drachea, dejando caer un bulto sobre la cama—. Encontre un arca con toda clase de prendas de vestir. Te he traido estas.

— Gracias...

Asombrada de la despreocupacion con que Drachea habia cometido lo que, a fin de cuentas, podia ser un hurto, no por ello dejo de sacudir la ropa y palpar el material. Lana... y lana muy fina por cierto, muy distinta de las toscas telas a que estaba habituada. Pero, eran prendas de hombre...

Rechazo una ligera y tonta impresion de ofensa y miro de nuevo a Drachea.

—?Cuanto tiempo he estado durmiendo? —pregunto, sin saber de cierto por que sentia la necesidad de hablar en voz baja.

Drachea fruncio el entrecejo.

—Igual podrias preguntarlo al Alto Margrave. Apenas puedo recordar nada desde que sali de aquel maldito bano. Me desperte hace un rato y vine a buscarte. Como no te movias, espere. — Miro por encima del hombro la ventana y las pesadas cortinas y se estremecio—. Y solo los dioses saben el tiempo que llevo sentado ahi. Debemos haber dormido varias horas, pero... , ahora acabo de mirar al exterior y no se ve el menor destello de luz en el cielo. Igual que antes; ni senales de la aurora. Es como si todo el mundo presente se hubiese detenido.

Cyllan miro de nuevo hacia la ventana. Aquel peculiar e infernal resplandor carmesi seguia reluciendo detras del cristal, pero no habia el mas palido atisbo de luz diurna que viniese a sustituirlo.

Drachea temblo y tomo una de las mantas de la cama de Cyllan. La habitacion no estaba fria, pero sentia la necesidad de remediar un frio interior que se estaba apoderando de el.

—Y en cuanto a nuestro anfitrion, o como quiera llamarse... — De pronto alzo la voz—. Tu le reconociste, ?verdad? Y el sabia tu nombre. ?Quien es?

Su tono era casi acusador y Cyllan se pregunto si Drachea, en algun oscuro rincon de su imaginacion, sospechaba que estaba comprometida en alguna complicada intriga de la que el era la victima.

—Se llama Tarod —dijo—. Es el Iniciado al que conoci... la otra vez que estuve aqui.

—Un Iniciado... ?Cual es su categoria?

—No lo se; apenas le conozco, Drachea. Lo unico que recuerdo es que es un alto Adepto; creo que de septimo grado.

Drachea se quedo pasmado.

— ?Es el grado mas alto! — Recordo, apenado, su intento de tratar desdenosamente al Adepto, y el recuerdo le produjo un sudor frio. Si la mitad de lo que habia oido decir del Circulo era verdad, aquel hombre habria podido destruirle con solo una mirada—. Pero, ?donde esta el resto del Circulo? —pregunto—. ?Todos los habitantes del Castillo?

— ?Lo se tanto como tu! Por los dioses, Drachea, lo unico que se, que siento, es que ocurre algo terrible. Lo senti cuando llegamos; trate de decirtelo, pero estabas tan empenado en entrar en el Castillo...

—?Y tu que habrias preferido hacer? Quedarte sentada en el promontorio como una mendiga inoportuna, y esperar a que el viento te despellejase? Maldita seas, si... —Y Drachea se contuvo, dandose cuenta de que se habia abalanzado sobre ella como si fuese a pegarle, llevado de su frustracion —. Perdona — dijo, haciendo un esfuerzo—. No debemos pelearnos. Esto solo empeoraria las cosas. —Se sento en el borde de la cama —. Ademas, las circunstancias no son como para alarmamos. Estamos a salvo del mar, tenemos un buen cobijo y hemos descansado. Seguro que el hecho de que el Castillo haya sido abandonado tiene una explicacion, y el pueblo mas cercano no puede estar muy lejos. Desde alli, podremos enviar un mensajero a Shu-Nhadek...

— La sonrisa que habia aparecido en su semblante se extinguio de pronto al ver la expresion afligida de Cyllan—. ?Que te pasa? — pregunto—. ?Que sucede?

—Tarod me dijo...

No pudo terminar. La sospecha se pinto en los ojos de Drachea, que tuvo despues una premonicion.

—?Que te dijo?

No podia ocultarle la verdad. Si no se lo decia ahora, pronto se lo diria Tarod.

—No podemos salir del Castillo —dijo a media voz.

—?Que...

Temerosa de que esta vez no pudiese dominar el su genio, Cyllan prosiguio rapidamente:

—Por favor, Drachea, no me pidas que te lo explique, porque no puedo hacerlo. Solo se lo que me dijo Tarod, es imposible que salgamos de aqui. Dijo... que estamos atrapados.

El silencio pendio en la habitacion como un cuchillo afilado, hasta que Drachea estallo:

— ?Maldito sea! — Se puso en pie de un salto y paseo de un lado a otro como un gato enjaulado—. ?Esto es insensato! El Castillo de la Estrella, la fortaleza del Circulo, vacio; un Adepto que dice que estamos prisioneros aqui... ?Es insensato!

Drachea y empezo a vestirse rapidamente.

Cyllan estaba a punto de llorar; un estado que habia sido muy raro en el transcurso de su dura vida. Podia comprender el furor de Drachea, pero el instinto que la habia guiado hasta ahora con tanta claridad le decia que no habia fuerza capaz de alterar su destino. Y aunque no comprendia en absoluto la verdad que se ocultaba detras de la fria revelacion de Tarod, no habia dudado un solo instante de que esta era cierta.

Drachea se detuvo y apreto las manos contra la puerta. Respiraba con fuerza, tratando de dominar su colera.

— ?Donde esta el? —dijo, apretando los dientes —. Adepto o no, tiene que aclararme esto, ?ahora mismo! No puede tratar de esta manera al heredero de un Margrave. Deben de estar buscandome, ?y mis padres estaran locos de angustia! ?El no puede hacer esto!

Golpeo desesperadamente la maciza puerta con los punos y, habiendo desfogado un poco su ira, se volvio y miro duramente a Cyllan.

— Puedes venir conmigo o quedarte, ?pero voy a buscar a tu amigo Iniciado y a recordarle su responsabilidad!

Cyllan sintio un profundo desaliento. Drachea reaccionaba como un nino frustrado, y ella se estremecio al pensar en el conflicto que podia provocar en su actual estado de animo. Pero, al recordar la frialdad distante de Tarod, se dijo que, a pesar de su petulancia, el hijo del Margrave era su unico aliado seguro.

Encontrar a Tarod resulto menos facil de lo que habia imaginado Drachea. Recorrio los vacios y resonantes

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