Despues de su arrebato inicial, se habia repuesto y solo un debil temblor en la voz delataba su emocion.
Tarod estudio de nuevo su mano izquierda.
—El Tiempo fue desterrado.
— ?Desterrado? ?Quieres decir que alguien..., pero quien, en nombre de los dioses? ?Quien pudo hacer algo asi?
— Yo.
Se hizo un silencio. Drachea, desorbitados los ojos, trataba de asimilar la idea de un poder tan gigantesco que podia detener el Tiempo, y el concepto de que un hombre solo, por muy habil que fuera, pudiese tenerlo. Tarod le observaba, impasible por fuera pero aprensivo por dentro, esperando a ver como reaccionaba el otro, hasta que la tension fue rota por Cyllan.
— ?Por que, Tarod? —dijo simplemente.
Este se volvio para mirarla y tuvo la desconcertante impresion de que, contrariamente a lo que habia previsto, ella estaba dispuesta a creerle. De pronto se echo a reir, friamente.
—Aceptas la palabra de un Iniciado para algo que a cualquier ciudadano sensato le pareceria imposible — dijo—. ?Tiene realmente tanta influencia el Circulo? —Cyllan se ruborizo y la risa de el se convirtio en sonrisa desprovista de humor—. No he querido ofenderte. Pero no esperaba una credulidad tan absoluta.
Drachea volvio a sentarse al lado de Cyllan. Su mirada no se apartaba de la cara de Tarod y su expresion era una extrana mezcla de incertidumbre, cautela y curiosidad. Cuando hablo, su voz era mas firme que antes.
—Digamos, Adepto Tarod, que aceptamos la verdad de tu historia.., hasta ahora. Y yo no pretendo saber la capacidad del Circulo, y tal vez un Iniciado puede tener un poder capaz de detener el Tiempo. Pero no has contestado la pregunta de Cyllan. Ademas, si pudiste desterrar el Tiempo, fuera cual fuese tu proposito, ?por que no lo traes de nuevo?
Tarod suspiro.
—Hay una piedra, una gema — dijo pausadamente—. Yo la empleaba para conseguir la fuerza necesaria para mi trabajo. Cuando el Tiempo dejo de existir, perdi la piedra... y, sin ella, no puedo alterar esta dificil situacion.
—?Donde esta ahora la piedra? —pregunto Cyllan.
—En otra parte del Castillo, en una camara donde debido a ciertas anomalias producidas por el cambio aqui experimentado, ya no puedo entrar.
Drachea habia estado retorciendose nerviosamente los dedos. Sin levantar la cabeza, dijo:
—Este... trabajo que dices, ?era cosa del Circulo?
Tarod vacilo brevemente y despues respondio.
— Si.
— Entonces, ?donde estan ahora tus companeros Iniciados?
— Que yo sepa, no estan en vuestro mundo ni en la dimension muerta donde mora este Castillo —le dijo Tarod.
Si Drachea interpretaba mal lo que oia, el no iba a corregirle.
—Entonces, esta... circunstancia... ?es resultado de una obra del Circulo que salio mal?
Tarod resistio la tentacion de sonreir ante la inconsciente ironia de Drachea.
—Lo es.
— Entonces parece que, mal que nos pese, compartimos ahora tu situacion. Y a menos que puedas recuperar la gema de que hablaste, no tenemos esperanza de liberarnos.
Tarod inclino la cabeza, pero sus ojos no expresaron nada.
—Sin embargo, si nosotros hemos conseguido, aunque sin proponernoslo, romper la barrera, de ello se desprende que el proceso puede invertirse —insistio Drachea.
—No puedo negarlo. Pero, hasta ahora, mis esfuerzos no han dado resultado. — Tarod esbozo una debil y fria sonrisa—. Desde luego, es posible que tu habilidad pueda triunfar donde fracaso la mia.
El sarcasmo de Tarod dio en el blanco y Drachea le dirigio una furiosa mirada.
— No me atreveria a sugerir tal cosa, Adepto. Pero pienso que hariamos bien en procurar al menos resolver este enigma, ?si la unica alternativa es esperar sin hacer nada por toda la eternidad!
Tarod vio la intencion que se ocultaba detras de las palabras de Drachea y que confirmaba su creencia de que el joven resultaria molesto. Disimulando su irritacion, dijo con indiferencia:
— Tal vez.
—Ciertamente, vale la pena investigar un poco mas.
—Claro que si. —Tarod se levanto—. Entonces, tal vez preferiras estudiar el problema con calma. — Sonrio debilmente—. En fin de cuentas, no tenemos un Tiempo que nos apremie
El joven asintio con la cabeza.
— No...
La mascara de confianza de Drachea se desprendio de su rostro, y el joven miro inquieto a su alrededor en el comedor vacio.
—Y ahora, si me perdonais... —Tarod miro a Cyllan y, despues, desvio la mirada—. Creo que, de momento, tenemos muy poco mas que decirnos.
Drachea podia haberlo discutido, pero Cyllan le dirigio una mirada de aviso y el se sometio, poniendo al mal tiempo buena cara.
—Vamos, Cyllan. Ya hemos abusado del tiempo del Adepto... — Se interrumpio—. Ha sido un lapsus..., es dificil prescindir de los viejos conceptos. —Se inclino, no con demasiada cortesia—. Nos despedimos de ti.
Tarod les observo mientras se alejaban y, cuando se hubieron perdido de vista, hizo un ligero e impaciente ademan. Las puertas del salon se cerraron sin ruido, y se dejo caer en el banco mas proximo.
Los esfuerzos de Drachea para disimular habian sido torpes, de aficionado; pero su actitud estaba bastante clara. Se habian despertado las sospechas del joven, y esto podia resultar irritante. Poco podia hacer para trastornar los planes de Tarod, por embrionarios que fuesen, pero su intromision no dejaba de representar una complicacion enojosa.
Tarod suspiro, consciente de que no valia la pena emprender accion alguna en estas circunstancias. Si Drachea se ponia demasiado pesado, ajustarle las cuentas podria ser una agradable aunque breve diversion.
Se levanto y cruzo el comedor. Las puertas se abrieron una vez mas para dejarle pasar, y se dirigio a la entrada principal. No vio a Cyllan ni a Drachea, que sin duda se dirigian a una de las habitaciones vacias del Castillo para conferenciar. Tarod rio por lo bajo y el ruido de su risa resono de un modo peculiar, como si otra voz lo hubiese producido. Entonces salio, bajo la escalinata del patio y se encamino a la Torre del Norte.
CAPITULO 4
Drachea entro en el dormitorio de Cyllan y espero a que esta cerrase la puerta. Al seguirle ella dentro de la habitacion, le dijo:
—?Y bien?
Cyllan reconocio el desafio en sus ojos y en su voz y se volvio de espaldas, debatiendose entre sentimientos conflictivos. Su instinto le advertia que no debia confiar en Tarod sin mas ni mas; sin embargo, Drachea y ella eran aliados poco seguros en el mejor de los casos, y la actitud de el hizo que se pusiera, contra toda logica, a la defensiva.
—No lo se —dijo.
—?No lo sabes? —La voz de Drachea tenia un tono de incredulo desprecio—. ?Vas a decirme que estas dispuesta a aceptar la palabra de ese... de ese tirano?
Cyllan le miro con irritacion.
— ?No he dicho tal cosa! Pero tampoco voy a condenarle sin saber algo mas.
— Entonces eres mas tonta de lo que creia.
Le dirigio una mirada fulminante, en la que ella vio la manifestacion del abismo que les separaba. El hecho de que ella no quisiera aceptar su juicio como superior al suyo le enfurecio, y empezo a andar de un lado a otro por la estancia, con todos los musculos en tension.