La voz de Tarod interrumpio sus pensamientos.

—Sientate Drachea. Tu orgullo es encomiable, pero ahora parece inutil. —Sus miradas se encontraron, chocaron, y entonces anadio Tarod—: Tal vez mi demostracion fue precipitada... En tal caso, te pido disculpas.

Drachea le miro con mudo furor antes de sentarse bruscamente en un banco. Cyllan estuvo a punto de preguntar lisa y llanamente a Tarod por que habia resuelto demostrar su poder con tan cruel desprecio de las consecuencias; pero no tuvo valor para hacerlo. El respeto y la admiracion que el le habia inspirado al principio habian sido gravemente quebrantados por el incidente del patio; ahora se veia obligada a revisar las impresiones de los dos primeros encuentros, que parecian muy remotos. Se sento en silencio al lado de Drachea. Bajo la mirada firme e impasible de Tarod, tuvo la inquietante sensacion de que el y ellos eran adversarios que se enfrentaban en un campo de batalla.

Tarod les miraba, todavia reacio a hablar. Necesitaba saber los detalles del inexplicable torcimiento del Destino que les habia hecho cruzar la barrera entre el Tiempo y el no-Tiempo, con la esperanza de que esto pudiese proporcionarle la clave que tan desesperadamente necesitaba para resolver su propio problema. Pero, para ello, tenia que explicarles la verdad de este problema. O al menos, la parte de la verdad necesaria para sus fines...

Todo dependia de una cuestion de confianza. Tarod habia aprendido, por amarga experiencia, que confiar incluso en aquellos que declaraban profesarle una fiel amistad era un juego peligroso y destructor. Y si Cyllan y Drachea llegaban a descubrir todos los hechos ocultos de su historia, poco podria esperar, aparte de su enemistad. La semilla habia sido ya sembrada: su airada reaccion al desafio de Drachea en el patio no habia sido mas que un catalizador que habia activado las ya inestables emociones del joven, pero habia despertado un miedo que se estaba convirtiendo rapidamente en odio profundo. La opinion de Drachea importaba poco a Tarod, pero seria prudente no enemistarse mas con el.

Cyllan era harina de otro costal. Sus pensamientos eran un libro cerrado para el; sin embargo, sus sentimientos para con ella eran mas benevolos. Cyllan tenia una rara fuerza interior que el podia reconocer y apreciar... , pero incluso ella, si conocia toda la verdad, dificilmente se convertiria en una fiel aliada. Y chocando con la indiferencia con que consideraba la opinion o el destino final de ella, estaba una resistencia a dar cualquier paso que pudiese perjudicarla. La antigua deuda, que Tarod no habia pagado, parecia despertar un sentido de honor y de conciencia que casi habia olvidado, y esta sensacion era incomodamente extrana.

Creyo que el camino mas seguro era transigir, contarles la parte de verdad que necesitaban saber para poderles ser util, pero omitiendo la historia completa. Seria bastante facil, pues no era probable que incluso el arrogante y joven heredero del Margrave se atreviese a interrogarle sobre los asuntos del Circulo.

Hablo tan bruscamente que Drachea se sobresalto.

—Os prometi una explicacion y yo no falto a mi palabra. Pero primero debo saber como llegasteis al Castillo.

—?Ah ,si? —repitio Drachea—. Creo que no estas en condiciones de exigirnos nada. Cuando pienso en el trato desconsiderado que hemos recibido desde que... — y se interrumpio cuando Cyllan, que habia visto un fuerte destello de irritacion en los ojos de Tarod, piso con fuerza su empeine.

—Drachea, creo que debemos contar primero nuestra historia a Tarod —dijo, esperando que no fuese tan tonto como para dar rienda suelta a su mal genio—. En fin de cuentas, somos aqui unos intrusos.

Tarod la miro, visiblemente divertido.

—Aprecio tu consideracion, Cyllan, pero no es una cuestion de cortesia — dijo—. Algun accidente os trajo al Castillo, y quereis marcharos. Como os he dicho, creo que esto es imposible, pero tal vez vuestro relato pueda demostrar que estoy equivocado. — Miro de nuevo a Drachea —. ?Satisface esto al heredero del Margrave?

Drachea se encogio de hombros con irritacion.

—Muy bien; esto parece bastante razonable. Y si Cyllan esta tan ansiosa de complacerte, puede hablar en nombre de los dos.

Cyllan miro a Tarod, el cual asintio con la cabeza para alentarla. Asi, empezo a contar lo del Warp y lo que siguio despues con todos los detalles que pudo recordar. Pero al tratar de describir la aparicion que habian visto delante de la taberna de La Barca Blanca, vacilo, y Tarod fruncio el entrecejo.

— ?Una figura humana? ?La reconociste?

— Yo... — le miro, con ojos confusos—. Crei que si pero... ahora no lo se, y no puedo recordarlo. Es como si, por alguna razon, se hubiese borrado de mi memoria.

Miro a Drachea, para que la ayudase, pero el sacudio la cabeza.

Tarod, frustrado, le hizo ademan de que continuara y escucho atentamente su explicacion de como habian sobrevivido al Warp y se habian encontrado en medio del mar norteno, donde el dia se habia convertido en noche.

— Pense que ambos nos ahogariamos antes de poder llegar a tierra —dijo Cyllan— y por eso llame a los fanaani para que nos ayudasen. —Trago saliva—. Si no me hubiesen respondido, habriamos muerto alli.

Miro de nuevo a Tarod y este comprendio que estaba recordando un dia de verano en la Tierra Alta del Oeste, cuando ella le habia conducido a un peligroso acantilado para mostrarle donde podia encontrar la Raiz de la Rompiente. Entonces habian visto a los fanaani, oido su agridulce canto... El borro el recuerdo de su mente; ya no le interesaba.

— Prosigue tu relato — dijo.

Ella se mordio el labio y, sin mas muestras de emocion, refirio el resto de la historia hasta el momento en que Drachea y ella habian alcanzado al fin la cima del promontorio y se habian encontrado delante del Castillo de la Peninsula de la Estrella.

— No hay mas que contar — dijo al fin—. Entramos en el Castillo y pensamos que no habia nadie... hasta que te encontramos.

Tarod no dijo nada. Parecia perdido en sus pensamientos, hasta que Drachea no pudo aguantar mas aquel silencio. Se retorcio sobre el banco y descargo un punetazo en la mesa.

—El Castillo de la Peninsula de la Estrella, ?abandonado! — dijo furiosamente—. Sin el Circulo, sin el Sumo Iniciado..., con solo un Adepto que nos dice que el mundo exterior esta fuera de nuestro alcance, y no da a nuestras preguntas una respuesta que tenga sentido. Una noche al parecer eterna, sin nada que anuncie la aurora... ?Es insensato! — Se levanto. Estas primeras palabras parecieron abrir las compuertas de su locuacidad—. No estoy sonando — prosiguio, con voz cada vez mas viva—, y no estoy muerto, pues mi corazon sigue latiendo, ?y ni siquiera los Siete Infiernos pueden ser como este lugar! Ademas —dijo senalando a Cyllan —, ella te conocia..., te reconocio. Tu vives; por consiguiente, tambien nosotros debemos de estar vivos.

—Oh, si; yo vivo —Tarod miro su mano izquierda—. En cierto modo.

Drachea se puso tieso.

—?Que quieres decir con eso de en cierto modo?

— Quiero decir que estoy tan vivo como puede estarlo cualquiera en un mundo donde no existe el Tiempo.

Drachea, que habia estado paseando arriba y abajo junto a la mesa, se detuvo en seco.

Tarod senalo hacia una de las altas ventanas.

—Como has observado inteligentemente, no ha amanecido. Ni amanecera. Dime una cosa. ?Tienes hambre?

Perplejo por la pregunta, al parecer irrelevante, Drachea sacudio la cabeza con irritacion.

— ?No, maldita sea! Tengo cosas mas importantes en que pensar que...

— ?Cuando comiste por ultima vez? —le interrumpio Tarod.

—En Shu-Nhadek...

— Y sin embargo, no tienes hambre. El hambre necesita tiempo para producirse, y aqui el Tiempo no existe. Ni horas, ni dias que sucedan a la noche... , nada.

Muy lentamente, como si dudase de su capacidad de coordinar los movimientos, Drachea se sento. Ahora tenia el rostro ceniciento y solo encontro su voz con gran dificultad.

—?Me estas diciendo.., diciendo seriamente.., que el Tiempo ha dejado de existir?

—En este Castillo, si. Estamos en el limbo. El mundo exterior continua, pero aqui... — Se encogio de hombros—. Tu mismo lo has visto.

—Pero... ?como ocurrio?

Drachea se debatia entre la incredulidad y una terrible fascinacion por un misterio que no podia comprender.

Вы читаете El Proscrito
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату