cima de la escalera que descendia en espiral al comedor, y empezo a bajar.
Drachea retrocedio, perdida su arrogancia delante de aquella manifestacion. Aquella persona (pues era ahora perceptiblemente humana) acabo de bajar y se detuvo al pie de la escalera. Cyllan advirtio, con espanto, su frio e impasible escrutinio, pero el recien llegado estaba todavia demasiado envuelto en sombras para que fuesen vis i- bles sus facciones. Pero fuera quien o lo que fuese, su aspecto produjo en ella la inquieta impresion de algo conocido.
Una mano blanca y delgada se agito con impaciencia en la oscuridad que envolvia a la aparicion, y algo negro se movio y ondeo. Cyllan se dio cuenta de que el personaje llevaba una capa oscura y de alto cuello que barria el suelo a sus pies. Entonces, una voz con un acento que la hizo estremecer, dijo bruscamente:
— ?Como, en nombre de los Siete Infiernos, habeis podido cruzar la barrera?
Drachea se echo atras, impresionado por el tono amenazador del personaje. Pero Cyllan permanecio como petrificada por un recuerdo que volvia a su mente, un recuerdo que habia estado luchando por borrar de su memoria. Abrio mucho los ojos mientras aquel hombre alto y oscuro se acercaba y, por primera vez, el resplandor carmesi le alcanzo, iluminando sus facciones.
Habia cambiado... Por los dioses, como habia cambiado! La carne de su cara era cadaverica, la estructura osea, dura y esqueletica. Pero los revueltos cabellos negros que caian en cascada sobre sus hombros eran los mismos, y los ojos verdes de negras pestanas tenian aun la misma intensidad misteriosa, aunque ahora brillaban con una inteligencia cruel que ella no podia comprender. Parecia un demonio encarnado mas que un hombre viviente... , pero ella le habia conocido.
Y el momentaneo destello de reconocimiento que brillo en la expresion de el confirmo su certidumbre.
— Tarod... — dijo Cyllan con voz insegura.
CAPITULO 3
Tarod contemplo fijamente a las dos andrajosas criaturas plantadas delante de el, los primeros seres humanos que veia en... Corto el hilo de su pensamiento, ligeramente divertido por el hecho de que una parte de su mente insistiese todavia en pensar en terminos de tiempo.
Y esa muchacha... La recordo al ver sus cabellos claros y sus extranos ojos ambarinos, y un nombre acudio a su memoria. La habia olvidado, pero, de una manera inverosimil, ella estaba ahora en el Castillo, donde nadie, salvo el mismo, habia caminado desde el dia en que Keridil Toln habia intentado afanosamente destruirle
Esto le habia pillado desprevenido, pero ahora estaba recobrando su aplomo, aunque le costaba un considerable esfuerzo en vista de lo que habia sucedido. Ningun ser humano podia ser capaz de cruzar la barrera que mantenia al Castillo inmovilizado en un limbo fuera del Tiempo. Su propio poder, grande como era, no podia penetrar la amorfa envoltura sin dimensiones pero espantosamente real, de tiempo y espacio, que le habia atrapado aqui en su ultimo y desesperado esfuerzo por salvar su vida y su alma; y fuera cual fuese su talento psiquico, Cyllan no era una verdadera hechicera. Sin embargo, estaba aqui tan real como el...
Dio un paso adelante; su movimiento implicaba una amenaza que hizo que Drachea retrocediese, y su mirada fria se poso sucesivamente en los dos.
—?Como rompisteis la barrera? —pregunto de nuevo—. ?Como llegasteis al Castillo?
Drachea, socavada su confianza, trago saliva y trato de hacer una ceremoniosa reverencia.
—Senor, soy Drachea Rannak, heredero del Margrave de la provincia de Shu —dijo, empleando su rango como un arma defensiva—. Hemos sido victimas de un extrano accidente que...
—?No me interesan tu nombre, tu titulo ni tus circunstancias! — gruno Tarod—. Responde a mi pregunta. ?Como llegasteis aqui?
Pasmado por el hecho de que alguien, fuera cual fuese su rango, se atreviese a tratar con tan manifiesto desden al hijo de un Margrave,
Drachea abrio la boca para replicar con furia. Pero antes de que pudiese hablar, Cyllan dijo rapidamente
—Vinimos del mar.
Tarod se volvio y la miro fijamente, y ella le aguanto la mirada sin pestanear. Le tenia miedo, le asombraban los impresionantes cambios que parecia haber sufrido, y sabia que irritarle podia ser peligroso; pero no daria un paso atras. Y bruscamente, parte de aquel brillo peculiar se extinguio en los ojos de Tarod.
— ?Del mar? — repitio con una curiosidad ahora mucho mas amable.
Cyllan asintio con la cabeza.
— Fue el Warp... Estabamos en Shu-Nhadek...
Vacilo, dandose cuenta de que la historia deberia parecer imposible incluso a un Iniciado, y antes de que pudiese continuar, Tarod la sorprendio alargando una mano y tocando un mechon de sus cabellos. Lo estrujo entre sus dedos; estaba rigido y pegajoso a causa de la sal y las hebras no querian separarse.
—Apenas te has secado.
Una pizca de caridad se estaba abriendo paso entre la mezcla de sorpresa, recelo y atisbos de una inquieta comprension. Un Warp... Su propia y terrible experiencia que, cuando era nino, le habia traido al amparo del Castillo, volvio bruscamente a su memoria. Tambien el habia sobrevivido a un Warp, para encontrarse con que le habia transportado a lo largo de medio mundo. Era posible, seguramente era posible, que si los Warps podian trascender el espacio, pudieran tambien trascender el tiempo.
De pronto pregunto:
—?En que estacion estamos?
— ?Que...? —Cyllan se quedo perpleja—. Pues..., casi en primavera. Empezara dentro de quince dias.
No era todavia pleno invierno cuando se habian producido los cambios... ?Habian pasado anos, o simplemente semanas, mas alla de la barrera del tiempo? Tarod no pudo especular sobre ello, pues Drachea hablo bruscamente:
— ?Debo protestar, senor! Llegamos aqui sin culpa por nuestra parte; estamos agotados. ?Ha sido una suerte que estemos vivos! Solicitamos la simple cortesia debida a quien esta en dificultades, ?y tu pareces considerar mas importante saber en que estacion estamos!
Seguramente el tiempo que reina mas alla de estas paredes es mas que suficiente para...
Se interrumpio cuando Tarod le miro con desdenosa hostilidad. Fuera lo que fuese, Iniciado o no, aquel hombre estaba loco; no podia haber otra explicacion, y la idea de lo que podia hacer un Adepto loco era para espantar a cualquiera. Drachea trago saliva y prosiguio, tratando de parecer tranquilo, pero desagradablemente consciente del temblor de su voz:
—No he querido ofenderte, pero si el Sumo Iniciado quisiera concederme una entrevista...
La sonrisa de Tarod fue ligeramente ironica.
—Temo que esto es imposible. El Sumo Iniciado no esta aqui.
— Entonces, hablare con el que este encargado... — insistio Dra-
chea.
Tarod habia cobrado inmediatamente antipatia al orgulloso joven, y la perspectiva de tratar de explicarle la verdad no le gustaba en absoluto. Incluso Cyllan, con su percepcion mas amplia, encontraria que los hechos eran dificiles de aceptar.
— No hay nadie «encargado», como tu dices — respondio a Drachea—. Y este no es momento de dar explicaciones. Ambos habeis sufrido un penoso accidente, y vuestras necesidades no han sido atendidas, segun te has dignado indicar. Antes de considerar otras cosas, deberiais tomar un bano y descansar.
—Bueno... —Drachea se ablando—. ?Te quedare muy agradecido por esto! Si hay algun criado libre...
Tarod sacudio la cabeza.
—Ahora no hay ningun criado. Temo que tendreis que conformaros con lo que puedo ofreceros. — Y viendo que el joven seguia sin comprender, anadio—: No hay nadie mas en el Castillo.
Drachea se quedo pasmado.
—Pero...
—Pronto tendras la respuesta que buscas —dijo Tarod en un tono que no admitia replica. Espero a que Drachea se apaciguase y despues senalo hacia el fondo del salon—. Los servicios del Castillo estan por aqui. Seguidme.