companeros.
—?Mira por donde vas! —le grito el hombre, empujandola a un lado. Cyllan murmuro una disculpa y siguio adelante, seguida de Dra-chea, pero el marinero les grito—: ?Eh... vosotros dos! En nombre de todos los diablos de las tinieblas, ?adonde vais?
Ellos le miraron, sin comprender, y el hombre senalo con el pulgar hacia la puerta, por la que entraban apresuradamente mas personas.
—?No teneis una pizca de juicio entre los dos? ?Se acerca un Warp! Toda la ciudad esta alborotada. Un dia de mercado, ?y un hijo de perra de Warp decide caer sobre nosotros! Como si las tormentas de los Estrechos de la Isla de Verano no fuesen bastante...
Se dirigio furioso al mostrador y pidio a gritos una copa.
La cara de Cyllan adquirio una palidez grisacea. Al oir que el marinero mencionaba el Warp, sintio como si se le helase el estomago. Un miedo terrible se habia apoderado de su razon y aumentaba a cada momento. En la taberna estaba segura, pero no se sentia segura. Y si habia interpretado bien el presagio de las piedras...
Mientras tanto, Drachea se habia acercado a la puerta y estaba mirando al exterior. Corria gente por todas partes, buscando un refugio; en algun lugar, un nino gemia de espanto. Mas alla de los apretujados tejados de las casas de la estrecha calle, el cielo no era mas que una franja brillante, pero el brillo estaba ya menguando, empanado por las amenazadoras sombras que se extendian sobre el azul. Y por encima del ruido de los pies que corrian y de las voces que gritaban, se oyo un aullido estridente, misterioso, como un coro de almas condenadas al infierno.
—?Dioses! —Drachea contemplo el cielo cambiante con morbosa fascinacion—. ?Mira, Cyllan! ?Mira eso!
Olvidada la disputa, Cyllan temio ahora por su seguridad.
—No hagas eso, Drachea —suplico—. ?Entra! ?Es peligroso!
—Todavia no lo es. Tenemos unos minutos antes de que caiga sobre nosotros. Mira... —Y entonces, en un instante, cambio su expresion, y su voz con ella, elevandose al impulso de un incredulo horror—. ?Oh, por Aeoris, mira eso!
La habia agarrado y tirado de ella hasta delante de la puerta. Fuera, la calle estaba desierta y se estaban cerrando de golpe los postigos de todas las ventanas. Drachea senalaba a lo largo del callejon, en la direccion del puerto de Shu-Nhadek, y la mano le temblaba violentamente.
— ?Mira!
Cyllan miro y un terror ciego nublo toda su razon. Al final de la calle, una figura solitaria se erguia como una estatua. Una prenda parecida a una mortaja envolvia su cuerpo, pero la cara cruel y de delicadas facciones se veia con bastante claridad, y un halo de cabellos rubios desprendia una luz brillante. Una aureola oscura centelleaba a su alrededor, y el personaje levanto una mano de largos dedos, invitandola a acercarse.
Cyllan trato de echarse atras, de huir de aquella figura hipnotica y de su mano autoritaria, pero no podia moverse. Su voluntad se estaba debilitando; estaba dominada por el insensato deseo de cruzar la puerta, salir a la calle y obedecer a la llamada. Oyo que Drachea murmuraba junto a ella: ?Quien es?, con la voz de un nino aterrorizado, y ella sacudio la cabeza, incapaz de encontrar una respuesta.
La figura repitio su ademan, y fue como si unas cuerdas invisibles tirasen de sus miembros. Lucho contra esa fuerza con toda su energia, pero su pie izquierdo se deslizo hacia delante, impulsandola.
—?Que estas haciendo, Cyllan? —le grito Drachea—. ?Vuelve!
Ella no podia volver atras. La llamada era demasiado fuerte, mas poderosa que su miedo y su sentido de autoconservacion. Y del corazon de la siniestra aparicion broto una luz irreal que cobro vida y aumento, convirtiendose en una estrella cegadora, que lo borro todo, salvo aquella mano que llamaba lentamente.
— ?Cillan!
La voz de Drachea se desgarro en un grito de protesta cuando ella se desprendio bruscamente de su mano y salio de la taberna. Sin pararse a pensar, el salio corriendo tras ella; y entonces la reluciente aparicion se desvanecio.
Cyllan lanzo un aullido bestial, que resono en toda la callejuela, y se detuvo en seco, de manera que Drachea choco contra ella. El la sacudio como si fuese una muneca de trapo, gritando para hacerse entender.
—?Cillan, el Warp! ?Esta llegando! En nombre de todo lo que es santo, ?muevete!
Mientras gritaba las ultimas palabras, la obligo a volverse, dispuesto a llevarla a rastras, si era necesario, al refugio de la taberna, antes de que fuese demasiado tarde. Se volvio y...
La pared de oscuridad les dio de lleno al barrer la calle con la rapidez y la furia de un maremoto. Drachea oyo la voz del Warp elevandose en un estruendoso crescendo detriunfo, y vio un torbellino de formas retorcidas que se le echaban encima, venidas de ninguna parte. Por un instante, sintio que Cyllan le agarraba una mano; despues, un martillazo de agonia parecio romper todos los huesos de su cuerpo, y con el llego un abrasador olvido.
CAPITULO 2
La impresion de que estaba tragando algo que le quemaba la garganta y los pulmones hizo que Cyllan recobrase violentamente el conocimiento. Trato de gritar, pero no pudo hacerlo, porque aquella cosa llenaba de nuevo su boca y su nariz. Durante un momento de pesadilla, creyo que estaba muerta, sumergida en un infierno verde y negro que rugia en sus oidos y en el que su cuerpo giraba y se retorcia sin remedio... pero entonces comprendio, al recobrar su sentido. ?Se estaba abogando!
Dejandose llevar por un furioso instinto de conservacion, doblo y estiro el cuerpo y dio unas brazadas en la direccion de la que venia una luz debil. Si hubiese elegido mal, habria muerto a los pocos minutos; pero, segundos mas tarde, su cabeza emergio del agua y se elevo sobre la cresta de una ola oscura, escupiendo el agua que habia tragado y llenando de aire sus pulmones.
Estaba en el mar... ?y era de noche! Este hecho era tan absurdo que nublo momentaneamente su razon mientras braceaba, luchando por mantenerse a flote. Sobre su cabeza, el cielo era una enorme boveda oscura tenida de un verde nacarado, y a su alrededor, olas incansables se hinchaban amenazadoramente, monstruosas siluetas que la zarandeaban y arrastraban a la fuerza. No habia tierra, ni lunas... ni Warp.
Aturdida y confusa, no vio la ola grande hasta que esta le cayo encima y la sumergio de nuevo. Pataleando, subio otra vez a la superficie. Tenia que convencerse de que podia sobrevivir, o ?se ahogaria como una rata en un cubo de agua! Pero, ?como podia sobrevivir? No habia costa, ni direccion... De alguna manera, habia sido lanzada a traves del Warp, arrojada a esta inverosimil pesadilla.
Y entonces oyo un grito. Era debil, pero no lejano, como si alguien la llamase desde un puerto seguro invisible. Cyllan se volvio nadando en la direccion de la que procedia el sonido y dando gracias por el agua salada que la hacia flotar. Un momento mas tarde, le vio.
Estaba agarrado a un trozo de madera y casi sumergido por las olas que le azotaban implacablemente. ?Drachea! Cyllan recordo los ultimos segundos antes de que el Warp cayese sobre ellos: el habia tratado de meterla en la taberna; habian sido arrastrados juntos...
— ?Drachea!
Su voz era debil y el no la oia. Ahorrando fuerzas para nadar, braceo hacia el, ayudada por una ola que se elevo a contracorriente y casi la lanzo a su lado. Le agarro por debajo de los brazos, sujetandole contra los tirones del mar, y el, instantaneamente, tuvo panico y empezo a debatirse.
— ?Drachea! — le grito ella al oido—. ?Soy Cyllan! Estamos vivos, ?estamos vivos!
El no la oyo, sino que continuo retorciendose y golpeandola con las manos. Ella tenia que detenerle, o se ahogarian los dos. Alargando un brazo, asio el madero al que habia estado el agarrado. Estaba empapado en agua, pero era lo bastante pequeno para que pudiese levantarlo y golpear torpemente con el la cabeza del joven. Este perdio el conocimiento y Cyllan le sostuvo, con la poca fuerza que le quedaba, cuando empezo a hundirse bajo las olas.
Volviendose sobre la espalda, empezo a patalear y arrastrar el bulto inerte de Drachea. El agua la sostenia, pero no podria mantener por mucho tiempo aquel esfuerzo. Como todos los moradores de la costa del Este, Cyllan habia aprendido en su infancia a nadar como un pez, pero su fuerza se estaba agotando de prisa; el agua era fria como el hielo y entumecia sus manos y sus pies, y con esta nueva carga solo podia avanzar lenta y