dolorosamente.
? Y si no encontraba tierra?, murmuro una vocecilla en su cabeza. ?Que pasaria entonces?
Drachea y ella se ahogarian, tan seguro como que manana saldria el sol. Cyllan tendria mayores probabilidades de salvacion si le soltaba y reservaba toda su energia para ella misma; pero no podia hacerlo. Seria como un asesinato; no podia abandonarle ahora.
Agarro con mas fuerza su desvalida carga y siguio luchando contra las olas que, caprichosamente, parecian cambiar a cada momento de direccion, como si una docena de corrientes diferentes se disputasen la supremacia. El rugido del mar machacaba constantemente sus oidos, aumentando su fatiga; el agua helada parecia tirar de ella con mas fuerza cada vez que agitaba los pies, y sus miembros iban perdiendo lentamente la sensibilidad a medida que el frio iba penetrando hasta la medula de los huesos. Y pronto el constante balanceo, acentuado por sus intentos de nadar ritmicamente, se hizo peligrosamente hipnotico. Extranas imagenes de sueno pasaban por su mente, hasta que creyo ver la proa de una barca surgiendo de la oscuridad en su direccion. Levanto un brazo y grito; entonces su boca y su nariz se llenaron de picante agua salada al sumergirse. Instantaneamente, la impresion la saco de aquel sueno, pero lo unico que pudo hacer fue arrastrar de nuevo el peso muerto de Drachea hasta la superficie. Aspiro aire, sollozando de terror y alivio en igual medida, y cuando se aclaro su vista, se dio cuenta de que no habia ninguna barca, ni nadie que fuese a salvarles; solamente la ilusion enganosa de una mente agotada.
Se estaba debilitando. El espejismo casi la habia matado, y otro error como este podia ser fatal.
Y las olas no tenian todavia crestas blancas que indicasen la proximidad de tierra; el vasto e implacable oceano se extendia hasta el infinito a su alrededor y, de pronto, vio mentalmente una terrible imagen de ella misma y de Drachea oscilando como diminutos e insignificantes pecios sobre una gigantesca extension de nada. Desterro esta idea, sabiendo que, si dejaba que se apoderara de ella, la privaria de toda voluntad de supervivencia. Pero esta voluntad no podia sostenerla durante mucho mas tiempo.
Sin previo aviso, una enorme ola negra producida por una fuerte contracorriente la golpeo de lado, y esta vez no pudo recobrar el impulso. El cuerpo de Drachea tiraba de ella hacia abajo, y sus miembros estaban casi completamente entumecidos. En un instante de terrible claridad, Cyllan se enfrento con el conocimiento de que estaba vencida. Lo habia intentado, pero ya no le quedaban fuerzas, e incluso sin su carga, ya no podia salvarse. El mar hambriento habia triunfado, tal como una parte de su cerebro le habia dicho que habia de ocurrir. Iba a morir...
Y entonces, en un rincon oscuro de su mente, surgio el recuerdo de los fanaani...
La probabilidad era tan remota que casi abandono la idea. Seria mejor, seguramente seria mejor, entregarse a lo inevitable y dejar que las frias profundidades se apoderasen ahora de ella, en vez de prolongar su agonia con una esperanza que no podia verse cumplida. Pero todavia permanecia un eco de su deseo de sobrevivir, lo suficiente para hacer que sus menguados sentidos emprendiesen un ultimo y desesperado intento de salvar la vida. Se esforzo en enfocar la mente, en hacer acopio de voluntad, por debil que esta fuese.
Ayudadme... El mudo ruego telepatico surgio de lo mas hondo de su ser. En nombre de todos los dioses, ayudadme...
El mar se agito a su alrededor, burlandose con voz tonante de su desesperacion. Si su ruego no era escuchado, moriria al cabo de unos minutos...
Ayudadme... , por favor, ayudadme...
De pronto lo sintio; el primer debil indicio de otra presencia en su mente, alguien que sentia curiosidad por conocer la naturaleza de la extrana criatura que luchaba contra el agua con su inconsciente carga. Cyllan redoblo sus esfuerzos para llamar, y la presencia se hizo mas viva, mas proxima.
Cuando oyo los primeros sones agridulces de la cancion de los fanaani, casi grito de alegria. Las notas argentinas resonaban contra el rugido del mar, elevandose y bajando, llamandola, y un momento mas tarde sintio que algo resbaladizo y vivo rozaba sus piernas.
El primero se alzo a su lado, con su cara de nariz roma, como de gato, a solo unas pulgadas de la suya. Los limpidos ojos castanos miraron tristemente los de ella, y el fanaani, mayor que ella, de piel abigarrada y casi fosforescente en la oscuridad, torcio el corto bigote y soplo, echandole a la cara su aliento de pez. Entonces aparecio otro, y ella sintio que un tercero se alzaba debajo del agua, cargando con el peso de Drachea y sosteniendole.
Cyllan se tendio sobre un costado en el agua y se agarro al hombro musculoso del mamifero marino que tenia al lado. El fanaani levanto la cabeza y llamo con voz suave y gemebunda, y la segunda criatura se movio de manera que entre los dos la sostuvieron, levantandola sobre las grandes olas. Cyllan vio que Drachea era transportado de igual manera por otros dos fanaani, y su mente agotada les dio muda y fervientemente las gracias. Su ultimo y desesperado ruego habia sido escuchado; aquellos extranos, raros y telepaticos seres habian respondido a su llamada y, a su enigmatica manera, habian decidido ayudarla. Habian venido, solo los dioses sabian de donde, para ayudar a un ser extrano que estaba en peligro, y Cyllan nunca podria pagar la deuda que habia contraido con ellos.
El primer fanaani llamo de nuevo, y todos se le unieron en la estremecedora y bella cancion.
El agotamiento vencio a Cyllan mientras aquellas criaturas avanzaban nadando, y el cantico fantastico de sus salvadores se mezclo con extranos suenos marinos cuando ella se sumio en una bienhechora inconsciencia.
Se desperto y se encontro yaciendo boca abajo en una playa de guijarros. El mundo volvia a estar en calma; a su espalda, el mar seguia latiendo y zumbando incesantemente, pero el balanceo del frio oleaje se habia aplacado. La habian traido a tierra... y los fanaani se habian marchado.
Cyllan se incorporo lentamente hasta quedar arrodillada sobre los duros guijarros. Sus cabellos y su ropa chorreaban agua, y sus miembros temblaban involuntariamente de frio. Todavia era de noche; una blanca niebla marina se infiltraba en la oscuridad y convertia en fantasmas las melladas rocas que la rodeaban. A su espalda, la playa descendia hasta la ruidosa rompiente, sembrada de desechos que el mar habia rechazado. Delante de ella...
Delante de ella se alzaba hacia el cielo una negra pared de granito, que no reflejaba ninguna luz. La playa se extendia a ambos lados, sin ofrecer ningun refugio, y cuando levanto la vista y se esforzo por enfocarla, solo vio el acantilado que se elevaba hasta mas alla de los limites de la vision. Los fanaani la habian traido a tierra, pero a una tierra dura y cruel que en nada se parecia a las que conocia ella.
El ruido de las piedras le advirtio que algo se movia cerca de ella, y Cyllan se volvio, asustada. A pocos pasos de distancia, Drachea Rannak estaba sentado con la espalda apoyada en la roca. La estaba mirando, pero sus ojos eran vidriosos, y Cyllan se dio cuenta de que no la reconocia. La impresion..., el terror habia sido demasiado para el... , pero al menos estaba tambien vivo.
Luchando contra el dolor producido por el frio, Cyllan se arrastro hacia el.
— Drachea... Drachea, estamos vivos.
El siguio mirandola fijamente, inerte como una marioneta a la que le hubiesen cortado los hilos.
— Vivos... — repitio.
— Si, ?vivos! Los fanaani nos salvaron; les llame y vinieron y... —Sacudio la cabeza y tosio—. Estamos vivos.
Durante un momento, todo quedo en silencio, salvo el incesante ruido del mar. Despues dijo Drachea, torpemente:
— ?Donde?
— No lo se... — Estaba segura de que Drachea tenia nublada la razon. Era incapaz de enfrentarse con la realidad del peligro y algo dentro de el se habia roto, y solo pudo esperar que recobrase su inteligencia antes de que el frio les venciese a los dos. Sobreponiendose a la angustia, anadio con mayor vehemencia—: Pero, dondequiera que estemos, Drachea, ?nos hemos salvado! Hemos sobrevivido y... ?no es esto lo que importa?
—?Quien sabe! —Drachea esbozo una extrana y torcida sonrisa sin pizca de humor—. Tal vez estamos muertos y esto es el mas alla. Una playa de guijarros, una noche interminable, un acantilado por el que no podemos trepar. ?Diablos, Cyllan! ?No es esto lo que viste en tus piedras? ?No lo es?
Se inclino subitamente hacia delante y la agarro de los hombros, sacudiendola con violencia. Por un instante penso ella que iba a tratar de estrangularla; pero entonces el aflojo su presa y se volvio, apretando la cara contra la pared de roca y acurrucandose como un nino asustado y desafiador.
— Vete — dijo con voz confusa—. De no haber sido por ti, estaria seguro en mi casa de Shu-Nhadek. ?Vete y dejame en paz!