CAPITULO 4

Los sones de los cazadores que regresaban a Carn Caille eran audibles ya cuando la gran oleada de jinetes y mastines estaba aun a mas de medio kilometro de distancia. Desde sus aposentos, donde habia estado descansando antes de la fiesta de aquella noche, la reina Imogen escucho los lejanos ladridos, el ansioso y repetido sonar de los cuernos de caza, y sonrio con indulgencia. Una buena caceria, sospecho; los participantes, alborozados por el exito y alentados por las mutuas felicitaciones, habian empezado ya la celebracion.

Se alzo de su divan e hizo sonar una pequena campanilla para llamar a su doncella. Solo debia cambiarse el vestido y peinarse para estar preparada para recibir a Kalig, pero queria tomarse su tiempo para asegurarse de tener un aspecto esplendido.

Sentada frente a su espejo mientras la doncella empezaba a cepillarle los largos y rubios cabellos, Imogen sintio una ligera punzada de remordimiento por no haber dejado que Anghara marchara con los cazadores. Kalig habia estado de acuerdo con ella en que la prohibicion era un castigo apropiado al injustificado comportamiento de su hija, pero Imogen tenia la impresion de que, de no haber sido por ella, el hubiera dejado pasar la cuestion. Se trataba, despues de todo, de la ultima gran caceria antes de la boda de Anghara; por esta epoca, dentro de un ano, si la Madre Tierra asi lo queria, la princesa no estaria en condiciones de participar en tales frivolidades y tendria otras y mas importantes preocupaciones. Aunque jamas habia llegado a comprender la pasion de su hija por lo que ella consideraba un pasatiempo nada femenino, se sentia sin embargo un poco culpable por haber privado a Anghara de lo que bien podria ser su ultima oportunidad de disfrutar de ello.

?Ah, bueno!, penso; no servia de nada lamentarse. Uno no podia hacer retroceder la marcha del sol. Se celebrarian otras cacerias antes de la ceremonia y Anghara pronto olvidaria su desilusion.

El patio, bajo su ventana, estallo de repente en alegres sonidos y, estirando un poco la cabeza, Imogen vio como los primeros jinetes pasaban bajo el gran arco entre un repiqueteo de cascos. Kalig iba al frente, con las mejillas enrojecidas por el cortante viento y riendo; Kirra y Fenran a poca distancia detras de el. Su familia, penso con tranquilo y satisfecho orgullo. Y mas tarde, aquella noche, Anghara se relajaria y abandonaria su enfurrunamiento, de modo que el cuadro quedaria completo.

El mundo era bueno.

—Anghara no esta en sus aposentos. —El principe Kirra penetro en la habitacion de Fenran con aire despreocupado sin llamar, e hizo su anuncio con franco regocijo—. Imyssa dice que no la ha visto desde esta manana, cuando fue, de muy mala gana, segun parece, a obedecer la llamada de mi madre. —Dejo caer su desgarbada figura en una silla tallada, la cual crujio en senal de protesta, y se sirvio una copa de cerveza de una jarra que habia sobre la mesa de Fenran—. ?Ahhh!... —La vacio de un trago, se paso el dorso de la mano por la boca y sonrio de oreja a oreja—. ?Esto esta mejor! ?Me siento tan seco como el desierto!

Los ojos grises de Fenran lo contemplaron con indulgencia mientras se secaba rapidamente con una toalla. Su primera accion despues de un dia duro era sumergirse en una banera de agua caliente y quitarse de encima el sudor y la porqueria acumulados durante la jornada; esta aparente adiccion al bano desconcertaba a Kalig, pero tenia toda la aprobacion de Imogen, y Fenran penso para si que la reina se habria sentido agradablemente sorprendida por la civilizada naturaleza de la vida en El

Reducto, su pais natal en el norte.

En voz alta, respondio a Kirra:

—Anghara aparecera cuando quiera. Aparecera a tiempo para la fiesta, te lo aseguro.

Kirra lanzo una carcajada.

—?Eres un optimista, Fenran! O eso, o no conoces a mi hermana tan bien como te gusta creer. — Se volvio a llenar la copa—. ?No digas jamas, cuando estes viejo y debilitado y ella te haya dejado sin animos para nada, que no te avise de la clase de furia que vas a tomar por esposa!

Fenran solto una risita mientras la imagen de una colerica Anghara aparecia en su mente.

—Lo se muy bien, Kirra. Y no la querria de ninguna otra forma.

Kirra se levanto, con su cerveza en la mano, y se dirigio hasta la ventana. El sol empezaba a bajar pero todavia brillaba sobre la muralla que rodeaba la fortaleza; aunque el ano se acercaba a su fin, la luz del sol era todavia casi perpetua en estas latitudes.

—Yo conozco a Anghara —dijo, dando a entender sutilmente que Fenran no la conocia—. Ni siquiera esta en Carn Caille. Habra salido disparada de aqui como un huracan en cuanto mi madre la haya dejado marchar, y estara por ahi lamiendose las heridas en uno de sus refugios favoritos.

Fenran se hubiera echado a reir con el, pero, sin aviso previo, algo parecido a una mano helada le rozo la mente. No comprendio aquella sensacion, pero, de momento, le inquieto.

—?Has comprobado en los establos? —pregunto.

Kirra no percibio el repentino cambio en el tono de su voz.

—?Establos? —repitio sin comprender—. No. ?Por que?

—Si Anghara ha abandonado la fortaleza, se habra llevado a Sleeth.

—?Oh, ya veo! —Kirra hizo una pausa, luego arrugo la frente—. Crei ver a Sleeth entre los caballos que participaron hoy en la caceria.

—No. Me asegure de que se quedara aqui.

—?De veras? —Kirra volvio la mirada, y le sonrio compasivo—. No deberias mimar tanto a Anghara, Fenran. ?Eso no hara mas que causarte problemas mas adelante!

Fenran descubrio de repente que tenia que morderse la lengua ya que el implacable tono burlon de Kirra empezaba a crisparle los nervios. Aunque no podia senalar una causa logica, se sentia preocupado: era un instinto que habia surgido en algun lugar indefinido, y habia aprendido a confiar en gran medida en tales intuiciones.

—Kirra —dijo, y esta vez el tono de su voz indicaba claramente sus sentimientos—. Creo que deberiamos encontrarla de inmediato.

El joven lo miro fijamente. Por un instante Fenran penso que el principe descartaria sus palabras con otro comentario jocoso; pero Kirra poseia suficiente sensibilidad como para darse cuenta de que esta vez las bromas no tenian razon de ser, y su comportamiento cambio.

—?Que sucede, Fenran? —inquirio—. ?Que va mal?

Fenran sacudio la cabeza.

—No puedo explicarmelo ni a mi mismo, y mucho menos a otra persona. Imyssa lo llama un sexto sentido.

—Imyssa es un pajarraco sabio, a pesar de sus defectos.

—Lo se. —Fenran vacilo, luego siguio—: Kirra, ?quieres hacer algo por mi, como amigo?

—Desde luego.

Los ojos de Fenran se encontraron con los suyos en una mirada llena de gratitud.

—Busca a Anghara. Reune a unos cuantos criados si es necesario, y registra Carn Caille hasta que

la encontreis.

Kirra entrecerro los ojos.

—?No habras tenido ningun mal presagio, verdad? Despues de lo que Anghara hizo anoche...

—No, no, nada de eso. Tal y como te he dicho, no puedo explicarlo. Todo lo que puedo decir es que me complazcas en esto.

Kirra se mostraba mas desasosegado con cada minuto que pasaba; sentia un gran respeto por lo sobrenatural, y el pensamiento de que el normalmente practico Fenran hubiera tenido una vision lo inquietaba.

—Hare lo que pides, Fenran. —Se dirigio hacia la puerta—. Y quiza no estaria de mas que avisara a mi padre...

—No —Fenran nego categoricamente con la cabeza—. Aun no; no quiero alarmar al rey sin un buen motivo. Que quede entre nosotros, de momento. —Se obligo a sonreir—. Seguramente me preocupo por nada. Acabare de vestirme y me reunire contigo dentro de unos minutos.

—Muy bien. —Kirra continuo mirandolo inquisitivo durante unos instantes, como si esperase encontrar una muda respuesta en su rostro. Luego abrio la puerta, y sus pasos se perdieron por el suelo de piedra del pasillo.

En su habitacion, Imyssa dormitaba inquieta en una silla. Uno de los riesgos de la edad era esa tendencia a dormitar en los momentos mas improbables; en estos momentos debiera estar ayudando a Anghara a prepararse

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