el aire, le llego el sonido de la rapida respiracion jadeante de la loba.

—?Fuera! —La voz gutural sono apremiante, y los cuartos traseros de la criatura se tensaron como si fuera a saltar—. Rapido. ?Rapido!

La muchacha intento responder, empezo a ponerse en pie, pero su reaccion llego demasiado tarde. En un movimiento confuso, vio como la loba saltaba, retorciendose en el aire, escucho la vibracion de la cuerda de un arco y se balanceo perdiendo el equilibrio cuando un dardo plateado paso rozandole la cabeza.

—?No! —Indigo protesto furiosa y giro en redondo hacia el enemigo que tenia a su espalda.

Algo oscuro y enorme surgio de la noche y recibio un golpe aturdidor que iba dirigido a su cabeza pero la alcanzo en la sien. Unas luces escarlata estallaron en su cabeza y cayo con un aullido, mientras aquella forma oscura caia del cielo en direccion a ella. Entonces algo la sujeto por los cortados cabellos y tiro de ellos como si fuera a arrancarlos de raiz mientras la levantaba y la sacudia de un lado a otro hasta que quedo tendida cuan larga era sobre la mojada hierba, revolviendose en su lucha por controlar la sensacion de vertigo.

Ante sus ojos desenfocados y sobre la hierba habia unos pies calzados con botas de fino cuero. Y sintio el calor, la masa y la cercania de alguien que se cernia sobre ella y la contemplaba de la misma forma que un amo enojado contemplaria a un siervo arrepentido que se arrastrara a sus pies. Despacio, y con un esfuerzo que destrozo los ultimos restos de su dignidad, Indigo encogio los brazos hasta que fue capaz de incorporarse primero sobre sus codos y luego sobre sus rodillas. La cabeza le daba vueltas; mareada, levanto los ojos. Y se encontro con los ojillos, rojos a la luz del fuego y llenos de odio y venganza, de Tarn-Shen.

CAPITULO 12

Tarn-Shen respiraba con fuerza y su rostro tenia una expresion petrea, el desprecio grabado en cada uno de sus musculos. Indigo penso en coger su ballesta, pero la cabeza seguia dandole vueltas a causa del golpe que le habia propinado; no podria encontrar el arma, ni siquiera sabia donde estaba.

—Asi. —Tarn-Shen sonrio con crueldad—. Es lo que yo pensar. Tu ser mala traidora.

En otras circunstancias, ella hubiera podido encontrar comica su tosca utilizacion del lenguaje, pero tal y como estaban las cosas, con aquella desagradable revelacion extendiendose como un veneno por su cerebro, no hizo el menor movimiento ni contesto.

—Tu dejar shafan ir. —Tarn-Shen dio un paso hacia adelante, la punta de su bota derecha estaba ahora a pocos centimetros de su rotula—. Es cosa de traidor, de... —utilizo una palabra en su propia lengua que ella no comprendio pero pudo adivinar que era un insulto despectivo—. Los het no ser contentos. Los het quizas aprender ahora a escuchar a mi. —Se detuvo; luego, de forma repentina y salvaje, le dio una patada, que cogio desprevenida a Indigo y la lanzo boca arriba sobre la hierba. Su pie fue a posarse sobre el estomago de la muchacha, sin apretar pero con la firmeza suficiente para aplacar la instintiva necesidad de ella de devolver el golpe—. ?Y tu saber que ser enfrentarse a Tarn-Shen!

Indigo comprendio con disgusto que el joven disfrutaba con aquello. No le importaba que su presa reconocida hubiera escapado; su soterrado resentimiento, tanto hacia ella como hacia los het a quienes debia obedecer, era un motivo mas fuerte que su deseo de ver muerto al shafan.

Ella le contesto, con voz baja y amenazadora:

—No te atrevas a tocarme, Tarn-Shen. ?O te juro que hare que te arrepientas!

El se echo a reir, pero siguio vigilandola con cuidado.

—Yo no tenerte miedo. Tu cosa ruin, tu gusano. Tu ser nada. —Su bota empujo un poco mas fuerte su diafragma y ella aspiro para aguantar la presion.

El cerebro de Indigo empezaba a aclararse por fin, los reflejos se agudizaban, pero habia visto el pequeno arco que Tarn-Shen sostenia descuidadamente en una mano, con una flecha dispuesta. Su propio arco estaba fuera de su alcance, su cuchillo atrapado entre su cuerpo y la hierba: no se atrevia ni a volver la cabeza, pues no dudaba de que el podia tensar la cuerda y disparar con la bastante rapidez como para atravesarla si hacia cualquier movimiento imprudente.

Pero al mismo tiempo no podia deshacerse de la molesta sensacion de no querer que muriera todavia.

—Tu aprender buena leccion, creo. —Tarn-Shen hablaba en voz baja y su tono recordo de repente al de su abuelo; complacido, recto, satisfecho—. Primero, yo hiero a ti, pero no mucho. —Empezo a levantar el arco despacio; la muchacha escucho el crujido de la madera al doblarse a medida que la cuerda era tensada poco a poco, amorosamente—. Como herir a animal; pero no para matar, para que no correr. Luego hombres mios herir a ti, pero diferente. Como hombre herir mujer que desagradar. —Le sonrio con una mueca, su expresion salvaje en la oscuridad—. Asi, tu aprender como obedecer lo que decir a ti, como mujer debe hacer.

Su proposito estaba muy claro, y creia que aumentaba el insulto al dar a entender que el no tomaria parte en lo que fuera que sus hombres quisieran hacerle. Indigo utilizo su fuerza de voluntad para que su rostro permaneciera impasible; mostrar emocion ahora, tanto si era temor como colera, le daria a Tarn-Shen incluso una satisfaccion mayor.

—Luego cuando hombres acabar, llevar de regreso al pueblo y los het saber que tu traicionar a ellos. —Un deslizamiento y el debil sonido del hierro sobre la madera al quedar la flecha lista para ser disparada—. Tu no vivir mucho despues de eso, creo. A lo mejor tu no querer vivir, creo.

Alzo el arco y apunto con tranquilidad a su muslo izquierdo. Un unico pensamiento ardia en la mente de Indigo; era algo irracional que no podia evitar: Un amigo; un amigo digno de confianza...

Entonces un grunido hizo que la sacudiera una fulgurante onda de choque, y se vio echada a un lado por una forma reluciente y veloz que broto de entre las zarzas y se arrojo sobre Tarn-Shen. Sus poderosos musculos lanzaron a la loba a una increible altura, y su enorme peso derribo al hombre haciendole perder el equilibrio por completo y ambos se estrellaron contra el suelo. Tarn-Shen rugia, la loba grunia, furiosa; ambos rodaron por el suelo como un solo cuerpo, un macabro monstruo de ocho miembros...

Sobre la maleza resono el ruido de pies que corrian, y en el momento en que hacian su aparicion los cazadores, la mano de Tarn-Shen aparecio por un instante de entre las sombras que se debatian salvajemente. Algo plateado centelleo en el aire; Indigo vio la hoja de un cuchillo asesino...

No se detuvo a pensar; no podia. Lanzo un grito penetrante y ululante de los cazadores de las Islas Meridionales, una advertencia, la desesperada advertencia del peligro.

—?Cuidado! ?Cuidado! ?Un cuchillo!

La hoja se hundio y la loba salto a un lado, evitando la punalada mortal por cuestion de centimetros. Tarn- Shen rodo por el aire como un acrobata, se puso en pie, con el arco preparado ya cuando el babeante animal se volvio y agacho para saltar de nuevo. No podia fallar a tan poca distancia, e Indigo se arrojo frenetica en direccion al moribundo fuego donde sabia que debia estar su propio arco.

Sus manos se engarfiaron alrededor de algo de madera y metal y rodo sobre si misma en un movimiento rapido que le evitara perder tiempo, no tenia tiempo para mirar, no tenia tiempo para apuntar, asi que disparo.

La ballesta lanzo un chasquido sonoro, lleno de mortifera autoridad, y la saeta centelleo con un cruel brillo rojizo a la luz de las llamas por un instante antes de clavarse en el costado de Tarn-Shen. Lanzo un aullido como si fuera un perro herido y se tambaleo a un lado, mientras su propio arco se le escapaba de las manos, e Indigo grito con todas sus fuerzas:

—?Corre! ?Corre!

Un cuerpo cubierto de una piel gris moteada paso corriendo junto a ella, un proyectil disparado a toda velocidad, el aire se arremolino tras el, abofeteandola mientras se ponia en pie. El arpa: la agarro por algunas de sus cuerdas, sin preocuparse de si la estropeaba, sin esperar a ver que sucedia con Tarn-Shen, que aullaba y se revolcaba en el suelo.

Las voces de los hombres resonaron entre los arboles, gritos de contrariedad, de enojo, de protesta, imprecaciones agudas. Algo zumbo cerca de su oreja y una flecha se estrello contra el tronco de un roble cercano. Indigo salto sobre el fuego, sintio como el calor le quemaba los tobillos y se introdujo en la negra oscuridad que se abria ante ella como unas fauces abiertas. Choco contra un arbol, reboto, y siguio, obstaculizada su carrera por la ballesta que llevaba en una mano y el arpa que llevaba en la otra. Otras dos flechas estuvieron a punto de dar en el

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