Grimya, quien, a pesar de sus protestas, estaba lamiendo el plato hasta dejarlo reluciente— si la suerte les daba la espalda y resultaba ser un viaje solo de ida, al menos se habrian ahorrado la ignominia de morir hambrientos.

Con un suspiro, Jasker doblo el mapa y lo introdujo en un pequeno saco de cuero que se colgo a la espalda. No queria cargarse innecesariamente, pero penetrar en la red de tuneles del volcan con las manos vacias resultaria suicida. Habia empaquetado, tan solo, algunas cosas esenciales, como cuerda, velas, un cuchillo, junto con un odre lleno por completo de agua. Se habia aprendido de memoria la primera parte de la ruta; ya no habia ninguna necesidad de posponer la partida.

Grimya estaba ansiosa por ponerse en marcha, pero se sorprendio cuando, en lugar de dirigirse por el tunel interior de la cueva, Jasker la condujo al exterior, a la calurosa noche, y la hizo subir por un empinado y dificil sendero que no habia visto antes. El camino lo formaba una veta de obsidiana, que se habia fundido adquiriendo la suavidad del cristal y resultaba peligrosamente resbaladiza. La loba se las ingenio valientemente para no perder pie y mantener su ritmo, pero cuando por fin llegaron a la cima estaba casi sin aliento.

Jasker senalo una grieta profunda y oscura en la ladera de la montana que tenian delante.

—Al otro lado de esa abertura, hay una cueva que conduce a un pasadizo. Alli es donde esta el camino que debemos seguir.

A Grimya no le gustaban las cuevas. Su elemento natural eran los frescos espacios abiertos de los bosques y las llanuras; el confinamiento la angustiaba, y aunque se habia adaptado lo mejor que habia podido al claustrofobico escondite de Jasker, encontraba su atmosfera opresiva. La idea de introducirse por aquella estrecha abertura al interior de una oscuridad sofocante y llena de vapores sulfurosos hacia que su corazon latiera a una velocidad muy poco agradable. A pesar de su determinacion de ser valiente, tenia que admitir que sentia miedo de lo que les esperaba mas adelante. Hubiera dado mucho por no tener que continuar aquel viaje, pero se quito la idea de la cabeza, con un supremo esfuerzo, incluso antes de que acabara de tomar forma. Por el bien de Indigo, debia entrar.

Jasker se habia agachado ya y se internaba en aquellos momentos por la grieta. Grimya levanto la vista para contemplar el titanico cono de la Vieja Maia que se alzaba hacia el maligno resplandor del firmamento, y los pelos del lomo se le erizaron. La mayor y la mas vieja de las Hijas de Ranaya, un gigante dormido pero letal. Y ellos iban en busca de su corazon.

Un apagado grito, que surgia de la grieta, le indico que el hechicero habia conseguido pasar. Grimya sacudio todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, en un intento por deshacerse de algo mas que el pegajoso calor de la noche; luego se aplasto contra el suelo y franqueo la abertura en pos de Jasker.

Anduvieron durante un tiempo incalculable en una oscuridad casi total. En un principio, Jasker habia sacado una vela de su saco y habia intentado encenderla; pero por el tunel zumbaban y resonaban extranas corrientes de aire caliente, y la vacilante llama se nego a permanecer encendida durante mas de algunos minutos. Al cabo de un rato, el hechicero abandono sus intentos de mantener la vela encendida. Por un instante considero la posibilidad de llamar a una salamandra, una de sus pequenas hermanas igneas; pero hacer venir y dominar a aquella criatura precisaria de la utilizacion de poder, y no queria arriesgarse a reducir sus reservas aunque fuera en una minima parte. Por el momento, tendrian que apanarselas sin luz.

Resulto un viaje alucinante. El aire olia a sulfuro y sabia a hierro; el bochorno aumentaba a medida que el tunel giraba y se retorcia siempre en sentido descendente. Habia momentos en que el techo del pasadizo se elevaba tanto que sus pasos producian atemorizantes ecos; en otros, las paredes se juntaban tanto que se veian obligados a introducirse de lado por aberturas apenas practicables. De vez en cuando, un vago y distante centelleo de luz entre roja y naranja surgia de alguna rendija en la pared del tunel y reflejaba sus sombras por un breve instante sobre la roca, antes de desvanecerse. Asimismo, de algun lugar muy por debajo de ellos brotaba una vibracion constante y apagada que ni siquiera el sensible oido de Grimya podia escuchar con claridad, pero que ambos sentian en su interior.

A la loba le era imposible ocultar su miedo. El mas minimo sonido, el menor soplo de aire era suficiente para hacerla saltar a un lado y pegarse al suelo, y cuanto mas penetraban en la montana, peor se sentia. Cruzaron una galeria natural, avanzando con cuidado por una estrecha repisa que sobresalia por encima de un tremendo y negro precipio; luego se introdujeron en otro tunel, cuya tremenda acustica hacia que sus pisadas resonaran como el avance de un ejercito, y siguieron por una cresta de basalto que cruzaba una enorme fumarola. Esta arrojaba bocanadas de aire caliente y sulfuroso a sus rostros y brillaba con vida propia. Jasker se detuvo varias veces para consultar su mapa, pero se trataba de una mera precaucion; la memoria y el instinto estaban demostrando ser buenos guias, y sabia que cada vez se encontraban mas cerca de su destino.

El hechicero se daba perfecta cuenta del miedo que sentia Grimya, y lo cierto es que lo compartia; aquellos tuneles subterraneos no eran lugar apropiado para ningun ser vivo, humano o animal. Lo unico que esperaba era alcanzar su objetivo. Habia visto el lugar en una ocasion, durante su primera exploracion, pero desde aquella visita imprevista no habia tenido motivo —no, se corrigio con severidad, no habia tenido el valor— de regresar. No tenia ningun merito que se enganase a si mismo con aquello, pues el temor que sentia era plenamente justificado. Pero ahora que debia enfrentarse a ello otra vez, rezaba en silencio para que durante el tiempo transcurrido ningun suceso natural hubiera convertido el lugar en inaccesible, ya que si asi era, sus planes tendrian la misma relevancia que un punado de polvo volcanico.

Se pregunto lo cerca que estaria Indigo ahora del mortifero valle. Sabia que mucho dependeria de si todavia tenia a Quinas con ella. Si el capataz seguia vivo, su presencia aminoraria su marcha y aquello aumentaba las posibilidades de Jasker de llegar a su destino antes de que ella llegara al suyo. Pero si Quinas habia sucumbido al agotamiento, o Indigo habia simplemente perdido la paciencia y lo habia matado, podria ser ya demasiado tarde.

Sin darse cuenta, apresuro el paso, lo cual obligo a Grimya a trotar rapidamente para poder seguirlo. Por lo que sabia —y Jasker estaba dispuesto a admitir que tanto sus conocimientos como el mapa podian andar errados—, estaban ahora muy cerca de su meta. El aire del pasadizo por el que avanzaban a toda prisa estaba viciado por los vapores que emanaban del polvo volcanico, las piedras calientes y el metal semifundido: bajo sus pies, y no a demasiada profundidad, las leyes naturales de la geologia estaban siendo trastornadas por el descomunal calor procedente del nucleo hirviente del volcan. Intentaba calcular cuanto mas deberian seguir adelante cuando de repente las orejas de Grimya se irguieron.

—?Luz! —exclamo con voz ronca—. ?Ve... o luz!

En la oscuridad del tunel, el hechicero se habia concentrado en no perder el equilibrio sobre el desigual suelo, y la loba habia vislumbrado el primer resplandor revelador antes de que su mente lo registrara. Ahora, no obstante, sus ojos captaron el debil y vacilante reflejo en la pared de delante.

Habian llegado. Viejos recuerdos volvieron a la vida en la mente de Jasker, y sintio una profunda sensacion de ahogo en la garganta que no era provocada por la apestosa atmosfera. Intento tragar, pero no pudo generar saliva, y se detuvo, con los ojos clavados en el inflamado resplandor mientras apoyaba una mano en la roca que tenia a su lado.

La superficie de la pared estaba caliente, y noto como a traves de ella vibraba un lento pero insistente latido. La luz que tenian delante iluminaba una curva cerrada del tunel, y justo despues de la curva, recordo, el techo se habia hundido para crear una pared inclinada de cascotes cuya unica salida era una estrecha abertura en la parte superior. Detras de aquella barrera estaba el final del tunel y su punto de destino.

El hechicero aspiro con fuerza y energia por cuatro veces, en un intento de calmar los inquietos latidos de su corazon. Luego, tras echar una rapida ojeada a su alrededor para asegurarse de que Grimya lo seguia, se encamino hacia la curva del tunel.

Nada habia alterado las rocas caidas. La ardiente luz brillaba con fuerza a traves de la abertura de la cima, dejando la ladera sumida en profundas sombras y provocando que resultara dificil juzgar las distancias y los angulos para una ascension. Grimya contemplo los escombros indecisa.

—?Puedes subirla? —pregunto Jasker.

La loba inclino la cabeza.

—Sssi. Pero... ?que es esa luz? ?Y los ru... ruidos? No son nada... tranquilizadores.

El hombre habia estado intentando ignorar los inquietantes ruidos que se incrustaban en su mente desde el otro lado de la barrera, pero la pregunta del animal lo obligo a tomar conciencia de ellos. Si cerraba los ojos y daba

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