esta iba a estrellarse contra el suelo. Llameantes fragmentos salieron despedidos en todas direcciones y lanzo un grito cuando uno de ellos le dio en el brazo y encendio su manga. Apago las llamas a golpes mientras seguia corriendo, quemandose la mano y el antebrazo. Mas bolas de fuego brillaron en lo alto; las chispas saltaban centelleantes por los aires y le chamuscaban los cabellos. A su izquierda, el rio de lava se ensanchaba, aumentando su velocidad y alterando su curso, y ella se desvio a un lado, tomando una ruta mas empinada pero que la alejaria de la mortifera corriente. Cenizas ardientes, que en algunos lugares le llegaban hasta los tobillos, le quemaban los pies, y apenas si podia respirar; cada vez que inhalaba, su garganta y sus pulmones se llenaban de humo. Se levanto el borde de la falda para cubrirse boca y nariz, pero daba lo mismo. Medio asfixiada, sin poder ver, ni sabia ni le importaba adonde se dirigia, estaba demasiado desesperada por alejarse del humo y de las cenizas para pensar en algo que no fuera el siguiente paso tambaleante. En una ocasion, le parecio oir voces no muy distantes que la llamaban; se detuvo y resbalo por la pendiente, mientras atisbaba frenetica a su alrededor. Pero el humo era demasiado espeso para que pudiera ver nada; los atronadores ecos de la erupcion ahogaron cualquier otro grito y ella no tenia aliento para gritar, a su vez, en la oscuridad. Si habia otros seres vivos en el valle de Charchad, no tenia la menor posibilidad de ir en su busca y sobrevivir. Se volvio de nuevo hacia la ladera y avanzo a tientas, pendiente arriba.
De repente aparecio una abertura en la roca, sobre su cabeza. No era el sendero desde el que habia visto por primera vez el valle de Charchad, ni era el lugar donde las enormes puertas de hierro barraban cualquier esperanza de salida, sino una escarpada abertura entre dos de los picos inferiores. Sus bordes resaltaban con fuerza en el llameante cielo. Jadeando. Indigo se arrojo hacia adelante y cayo cuan larga era sobre el espinazo de un empinado y estrecho risco. El impacto libero sus pulmones de los restos de aire fetido que quedaban en ellos, y boqueo, mareada por las nauseas. Se puso de rodillas con un supremo esfuerzo, levanto la cabeza como pudo y miro al otro extremosa los hornos de fundicion y a las minas.
Los valles estaban envueltos en un caos total. Los hombres huian de los hornos y de los lagos de enfriamiento: corrian por la carretera cubierta de cenizas en un intento desesperado por llegar a las puertas de la mina antes de ser engullidos. Algunos podrian llegar a lugar seguro, pero la mayoria no tenia la menor posibilidad, ya que nueve enormes torrentes de lava convergian sobre ellos procedentes de todas partes, zambullendose desde las cumbres y dividiendose en cincuenta afluentes que se abrian paso hacia el valle para cortar todas, con la excepcion de unas pocas, rutas de escape. Vio como una bola de fuego iba a estrellarse en medio de un grupo de hombres que huian; figuras diminutas escaparon de la devastacion, retorciendose y revolviendose mientras ardian; algunas se arrojaron al rio, pero tambien este ardia, al haberse incendiado su contaminada superficie. Cabanas, maquinas y caballetes se quemaban; enormes lenguas de fuego azulado brotaban de las aberturas al estallar los gases atrapados en las rocas. Y, enormes y siniestras bajo el cielo, avalares de destruccion, las tres cimas gigantescas de las Hijas de Ranaya vomitaban fuego y lava y atronaban con furia en la noche.
Con ojos llorosos. Indigo aparto la mirada de los horrores que tenian lugar a sus pies. Nada podia salvar a aquellos hombres condenados, y seguirlos hasta el valle resultaria suicida. Debia de haber otra forma de salir...
Y de repente, por entre toda aquella confusion, una voz familiar penetro en su mente.
La joven chillo:
—
Luego empezo a toser medio asfixiada cuando la sorpresa la hizo tragar una bocanada del apestoso humo. Durante casi un minuto permanecio doblada sobre si misma; luego, a medida que lo peor del espasmo desaparecia, empezo a mirar enloquecida en derredor suyo, el corazon latiendole con renovada esperanza.
«?Grimya!» Se concentro, furiosa, y lanzo su llamamiento mental con toda la energia que pudo reunir. «?Grimya,
Un ensordecedor chillido de la Vieja Maia sacudio los riscos, y a traves de el oyo el grito de respuesta de la loba.
Indigo no necesito que le insistieran mas. Se puso en pie y se dio la vuelta; tambaleandose, se dirigio por la colina hasta una escarpada pero escalable ladera de guijarros y piedras que conducia a una cima cercana. Las piernas le dolian terriblemente; sus manos, pies y rostro chamuscados le ardian de dolor y parecia como si todo el aire del mundo se hubiera consumido convirtiendose en cenizas: pero gateo y se deslizo sobre la roca hasta llegar a la piedra mas firme del otro lado, y empezo a cruzar la estribacion.
Estaba a medio camino de la siguiente loma cuando una llamarada de luz sobre su cabeza le hizo levantar los ojos. Lo que vio casi detuvo su corazon.
La segunda de las hijas de Ranaya era, desde aqui, una violenta pero lejana amenaza detras de una cadena de riscos. La muchacha se habia considerado bastante a salvo, pero las fuerzas liberadas por la erupcion habian resquebrajado la ladera sur del volcan y una catarata de magma fundido brotaba fuera de su prision para fluir por el costado de la montana. Cayo sobre las cimas que la rodeaban, atraveso barrancos y abismos, y franqueo rocas, abriendose paso abrasadora en direccion al fondo del valle. Tres rios de lava diferentes refulgian ahora bajando por las laderas a las que se aferraba Indigo. Y ella estaba justo en su camino.
No podia moverse. El terror tenia clavados sus manos y pies, y su cerebro estaba paralizado; no podia hacer otra cosa que mirar con horror aquel peligro. Podria superar el primero de los devastadores rios, pero quedaria atrapada entre este y el segundo. Y si convergian, o si otro afluente mas caia en cascada sobre los riscos situados mas arriba, entonces se veria aplastada y moriria envuelta en llamas...
Bajo sus pies la roca temblo con una enorme y atronadora vibracion. Sin pensar, sin detenerse a razonar. Indigo echo a correr en zigzag, saltando de un punto de apoyo a otro en una desesperada y futil tentativa de aventajar la avalancha de lava. Sabia que no lo conseguiria; la ladera era demasiado empinada, estaba segura de que en cualquier momento perderia pie y rodaria por la pendiente...
Con un sobresalto que casi le hizo perder el equilibrio, la joven recordo, y se dio cuenta de lo que
El grito se metamorfoseo en un aullido ululante y sintio el cambio como un terrible impacto de energia que surgio de su subconsciente y penetro en su cuerpo. Su equilibrio se esfumo; se tambaleo, tropezo, cayo hacia adelante...
Y se encontro corriendo con cuatro patas que la impulsaban sobre la roca, la leonada cabeza baja, las mandibulas escarlata abiertas. Escuchaba a
Habia humo y calor, y habia tambien violentas llamas que rasgaban la oscuridad. Apenas si podia respirar y el cuerpo le dolia terriblemente, pero siguio corriendo. Habia dejado de ser Indigo para convertirse en un
Indigo estaba en el suelo, con las patas completamente estiradas y la cabeza torcida a un lado. Sus ojos se