Phereniq vacilo, luego se dirigio a una mesa donde habia un ornado recipiente de plata sostenido por un tripode bajo el cual ardia una pequena y gruesa vela.

—Me parece que este clima tiene algo que ver con estas cosas —dijo—. No estais acostumbrada al calor, y yo tampoco... Bueno, no importa, tal vez no tenga importancia.

Indigo escucho el sonido de un liquido al verterse, entonces la astrologa regreso con una pequena copa de cristal en la mano.

—Casi nunca desayuno, pero no puedo pasar sin mi tisana de hierbas. —Hubo un tono de ligera autoburla en su voz; luego se detuvo de nuevo por un instante—. Y tengo algo que puedo anadirle. Un cordial de mi propia invencion..., es una gran ayuda para calmar una

mente intranquila.

Indigo acepto agradecida. La pesadilla le habia robado el descanso nocturno, y se alegraria de conseguir cualquier cosa que le concediera un respiro. Observo a Phereniq sacar el frasco con su tapon de amatista del bolsillo que pendia de su cintura, y verter con cuidado seis gotas en la tisana. Un vivificante aroma surgio de la coccion, y cuando Indigo bebio un sorbo, percibio un agradable y rico sabor en el trasfondo de la bebida, algo ligeramente parecido al sabor del azucar quemado.

—Mi cordial tiene muchos usos —le explico Phereniq—. No dudeis jamas en pedirmelo, si creeis que puede volver a ayudaros.

Aunque dudo de que la bebida surtiese efecto tan deprisa, habia una sensacion de calor en la garganta de Indigo, una relajacion de los tensos musculos, una sensacion de calma. Levanto la cabeza.

—Gracias, Phereniq. Sois muy amable.

—Tonterias —Phereniq hizo un gesto con la mano, como de embarazo, y guardo el frasco—. Ahora deberiais regresar a vuestra habitacion y descansar un rato. Creo que descubrireis que podeis dormir si lo intentais, y no tiene por que haber mas pesadillas. — Empezo a conducir a Indigo en direccion a la puerta—. En cuanto a la cuestion de vuestro nuevo cargo, enviad a un criado a avisarme cuando os desperteis, y entretanto informare al Takhan de vuestra decision. —Sonrio y palmeo el brazo de la muchacha—. Se sentira muy contento, Indigo. Igual que yo.

El rostro de Phereniq adopto una expresion pensativa mientras veia alejarse a Indigo. Suenos... era una peculiar coincidencia, una coincidencia que no estaba segura de como interpretar. Habia estado a punto de mencionar las pesadillas que ella misma habia padecido recientemente pero no lo habia hecho al considerar que podian no guardar relacion; pero ahora estaba menos segura. Desde que empezaran sus pesadillas habia consultado naturalmente los augurios; pero no le habian facilitado la menor indicacion sobre una posible causa. Eso en si mismo resultaba extrano; y ahora parecia que Indigo se veia aquejada de la misma dolencia. ?El clima? Era cierto, tal y como habia afirmado, que ambas eran forasteras, y no estaban acostumbradas al abrasador calor de Khimiz; no obstante, la intuicion de Phereniq le hacia sospechar que la respuesta era menos sencilla. Algo no iba bien, y lamentaba que Indigo tambien se viera afectada por ello. Espero que pasaria, ya que le gustaba la muchacha, y sus adivinaciones habian dejado muy claro que su presencia en la corte khimizi no traeria mas que cosas buenas.

Sacudio la cabeza para salir de su ensueno, y vio que el pasillo estaba vacio e Indigo se habia ido. Una brisa fugaz hizo tintinear un pequeno movil de cristal de una ventana con el sonido de diminutas y etereas campanillas. Phereniq escucho con atencion la dulce y evocativa musiquilla durante un momento, luego se retiro en silencio al interior de sus aposentos y cerro la puerta.

El verano en Khimiz era una estacion de dias brillantes y languidos en los que el sol se abatia sobre la tierra incesantemente desde un cielo azul pero sofocante, y de noches bochornosas en las que parecia que no habia suficiente aire en toda la tierra para mantener la vida. Al parecer por un milagro, Simhara continuo siendo un oasis verde en medio de la tierra reseca, irrigado por un millar de arroyos artificiales y estanques, alimentados con agua del mar, destilada para retirar la sal.

En palacio la vida se habia adaptado a un regimen tranquilo y ordenado. El nuevo Takhan aun no habia hecho sentir del todo su presencia, y consejeros, oficiales y sirvientes por igual empezaban a regresar con cautela pero agradecidos a la familiar y querida rutina. Los unicos signos evidentes de cambio eran la presencia de muchos hombres y mujeres de piel oscura mezclados con los rubios khimizi entre el sequito del palacio, y el hecho de que los ministros de la corte, que por lo general no tenian mucho que hacer en esta epoca del ano, se pasaban la mayor parte del tiempo encerrados en reuniones privadas con Augon Hunnamek.

Pero para Indigo y Grimya la vida habia dado un gran cambio. Habia transcurrido poco mas de un mes desde que se trasladaran a sus elegantes aposentos nuevos en el corazon del palacio. Estas habitaciones, que estaban conectadas por un corto pasillo con las del Takhan, eran parte del lujoso apartamento asignado a la Infanta y habian sido las habitaciones privadas de Agnethe, pero los efectos personales de la Takhina Viuda habian sido trasladados a los aposentos vigilados donde ahora se alojaba, y no quedaba el menor rastro de su presencia.

Los deberes de Indigo como acompanante de la Infanta se habian limitado hasta ahora a poco mas que a la ninera y a los criados que cuidaban de Jessamin, y a jugar con la nina, en la medida en que es posible jugar con un bebe de solo tres meses de edad. La mayor parte del tiempo tenia la impresion de que su presencia era superflua, y, a pesar de lo que dijeran augurios y presagios, todavia sospechaba la existencia de un motivo mas siniestro detras del aparente deseo caprichoso de Augon Hunnamek de asignarle aquel cargo. En sus horas mas sombrias no podia por menos que preguntarse si el demonio no conoceria ya su mision, y sencillamente aguardaba el momento oportuno, jugando con ella como un gato jugaria con un pajaro herido antes de acabar con el.

Durante los primeros dias que siguieron a su decision de superar sus temores y permanecer en Simhara, le habia resultado muy duro mantener su resolucion frente a aquella insidiosa sospecha. Ademas, las sombrias pesadillas habian regresado: no sonaba con Nemesis esta vez, sino borrosas pesadillas en las que se mezclaban indicios de algo maligno y escurridizo con recuerdos distorsionados de acontecimientos recientes, y que la dejaban agotada y atemorizada.

Pero Indigo habia decidido combatir los efectos de sus suenos. Y, gracias a Phereniq, habia encontrado por fin la forma de quedar fuera de su alcance.

No sabia los componentes del cordial que esta guardaba en una pequena botella dentro de un ornado armarito de su habitacion, pero habia resultado ser la respuesta a sus fervientes oraciones. La astrologa habia insistido en que debia tener su propia provision: seis gotas en una taza de tisana cada noche, dijo, e Indigo podria descansar tranquila en la seguridad de que dormiria pacificamente toda la noche. Su receta habia funcionado; y ahora, sin pesadillas que la acosaran, Indigo podia volver sus pensamientos con mas libertad a la tarea que habia venido a realizar a Simhara.

Aqui, no obstante, estaba el problema. Cada noche antes de dormirse, Indigo sacaba la piedra-iman de su bolsa y contemplaba durante un rato el diminuto punto de luz que temblaba en su centro; y cada vez el silencioso mensaje de la piedra resultaba ser el mismo. Aqui, le decia. En Simhara. En el palacio. En su mente veia el rostro de Augon Hunnamek, y sentia de nuevo la escalofriante y aterradora sensacion que habia sentido en su primer encuentro, cuando se habia encontrado por primera vez con la palida mirada del usurpador.

Y pisandole los talones a esta sensacion la envolvia un amargo sentimiento de fracaso; ya que todavia no habia encontrado la menor pista, la mas minima indicacion, que pudiera ayudarla a derribar las defensas del demonio. Adonde fuera que buscara, no importaba lo mucho que se esforzase, no habia nada. Solo el testimonio de la piedra, y su propia certeza interior. Y esto no era suficiente.

Cada manana, de acuerdo a las instrucciones de Augon Hunnamek, Phereniq llevaba el horoscopo de Jessamin a la habitacion de Indigo, para decir de que manera podrian servir mejor a las necesidades de la Infanta. Aquello se habia convertido en un agradable ritual diario, y en una de aquellas mananas las dos mujeres compartian el desayuno mientras disfrutaban del breve respiro de frescor que ofrecia aquella temprana hora. Hild, la recien nombrada ninera de Jessamin, iba y venia en la habitacion contigua, cantando alegre pero desatinadamente en su propia lengua, y a lo lejos las campanas del muelle habian empezado a repicar, senalando el cambio de la marea matutina, Indigo escucho distraida las campanadas por unos minutos; luego, cuando empezo a sonar un nuevo repiqueteo, esta vez mucho mas cerca del palacio, se sobresalto.

—?Que es eso? —Arrugo la frente, y Phereniq sonrio.

—Hoy es el cumpleanos de la Takhina Viuda —replico la astrologa—. El Takhan ordeno que se lanzara un himno en su honor... aunque lamento decir que lo mas probable es que eso no la anime demasiado.

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