de la casa, y su sonido penetro con toda claridad por los ventanales. Como si se tratara de una senal, la esposa de Mylo dejo de tocar y cerro con mucho cuidado el delicado instrumento de cristal antes de ponerse en pie y anunciar su intencion de retirarse. La matriarca tambien se levanto, y parecio como si la hermana de Leando y su esposo, junto con la otra joven pareja, hubieran estado a la espera de su senal, ya que tambien se despidieron. Se intercambiaron cumplidos y besos, e Indigo se encontro solo en compania de Leando, Mylo y Elsender.
Cuando los ultimos pasos se desvanecieron detras de la puerta cerrada, Mylo se volvio hacia Indigo con una sonrisa tirante.
—Mis disculpas por haberte retenido durante tanto tiempo, Indigo. Pero, como ya creo que sabes, todavia no ha concluido lo que nos ha reunido aqui. ?Podemos persuadirte de que nos acompanes un poco mas?
Leando la observaba atento, con el rostro tenso, Indigo le dirigio una rapida mirada; luego asintio.
—Si. Ya habia esperado esto.
Mylo se dirigio hacia las puertas del balcon y las cerro; luego corrio las pesadas cortinas. Leando entretanto bajaba la intensidad de las lamparas, para que desde el exterior la habitacion pareciera a oscuras.
—No podiamos decir nada hasta que los demas se hubieran ido —continuo mientras se daba la vuelta—. Ningun otro miembro de la familia sabe de nuestra... ah... preocupacion, y, como no dudo que reconoceras, es a la vez mas seguro y justo para ellos que permanezcan en la ignorancia. Elsender, ?quizas ahora podras ir a buscar a nuestro otro invitado, por favor?
El joven abandono la habitacion, y durante algunos minutos aguardaron en silencio, hasta que la puerta se abrio de nuevo y Elsender regreso. Con el venia un hombre que andaba un poco vacilante, palpando el camino con una mano mientras que con la otra sujetaba el brazo de Elsender. Indigo lo miro al rostro y contuvo la respiracion de modo inconsciente al
reconocerlo. Era el buhonero ciego, el tallista de barquitos, a quien habia comprado la red de bronce para ofrecerla en el Templo de los Marineros.
—Karim. —Mylo se adelanto para tomar la mano del buhonero y conducirlo a un divan—. Bienvenido a mi casa. Solo lamento que hayamos tenido que recurrir a tal subterfugio para recibirte en esta casa. Por favor, sientate, y toma una copa de vino.
El ciego sonrio.
—Hace mucho tiempo que ninguna familia de la nobleza khimizi puede darme la bienvenida abiertamente bajo su techo, Mylo —repuso—. Dudo que pudiera recordar el comportamiento a adoptar en un banquete, en estos dias.
Elsender le coloco una copa en la mano y el tomo un sorbo, apreciativo; luego volvio la cabeza hasta quedar frente a Indigo. Ella lo habia estado contemplando fijamente, y dio un respingo por sentirse culpable antes de recordar que era ciego.
—Percibo la presencia de un invitado desconocido, aunque no totalmente desconocido — dijo Karim—. ?Esta ella aqui?
—Asi es. —Mylo hizo un gesto con la cabeza a Indigo, quien se acerco al divan muy despacio—. Amigo mio, esta es la noble Indigo de las Islas Meridionales, dama de compania de la Infanta, Indigo: te presento al mago- doctor Karim...
Estuvo a punto de pronunciar el apellido de Karim, pero el ciego alzo una mano anticipandosele.
—No, no, Mylo. Simplemente Karim. Recuerda, no tengo otro nombre estos dias; ni tampoco ningun titulo. Saludos, mi senora. —Encontro los dedos de Indigo y los rozo ligeramente.
—Senor.
Estaba perpleja y convencida de que debia de haber cometido un error estupido.
Karim hablo de nuevo.
—?Asi que eres de las Islas Meridionales? Un pais hermoso, tengo entendido. —Una leve sonrisa traviesa ilumino su rostro—. Cuyos hijos tienen el aroma del mar en sus cabellos, y saben que regalo adornara mejor la nave de la Madre del Mar.
Los ojos de Indigo se abrieron de par en par.
—Entonces vos sois el vendedor ambulante...
Las palabras surgieron antes de que pudiera controlar la lengua; pero lejos de sentirse ofendido, Karim lanzo una carcajada.
—Desde luego, mi senora, claro que soy yo. El buhonero Karim, fabricante y vendedor de ofrendas; ni mas ni menos. —Dejo su copa, percibiendo al parecer la proximidad y altura de la mesa situada junto al divan, luego volvio la cabeza hacia Mylo.
—Creo que estabamos en lo cierto, Mylo. Pero me gustaria asegurarme, con tu permiso.
—Desde luego.
Mylo dirigio una rapida mirada a Indigo. Leando y Elsender tambien la observaban con atencion, y Karim se inclino hacia adelante y le indico con la mano que se acercara.
—Extiende las manos hacia mi, mi senora. Mirame a los ojos, si es que su ceguera no te desconcierta, y contestame con toda honradez.
Con una cierta vacilacion extendio las manos hacia el. El no tomo sus manos, sino que por el contrario sus dedos le rodearon las munecas; sus manos eran firmes y fuertes. La muchacha clavo sus ojos en su mirada inerte, y el le dijo, sin una inflexion especial:
—Hablame de Augon Hunnamek.
Una imagen revoloteo de manera involuntaria por la mente de Indigo. Vio a Augon tal y como lo habia visto por primera vez en la habitacion llena de humo de incienso del palacio. De un tamano superior al normal, carismatico, arrollador... y repulsivo. Sintio como se le ponia la piel de gallina, como sucedia cada vez que Augon tocaba su mano o su hombro; percibio la intensidad de su palida mirada y quiso cerrar los ojos, suprimir aquella mirada, no fuera a ser que se aferrara a su alma y la extrajera de su cuerpo para dejarla vacia y reseca.
Pero no pudo pronunciarlo en voz alta.
—Augon Hunnamek es el Takhan de Khimiz. —Su propia voz parecia venir de muy lejos—. Es...
—No.
Karim la interrumpio, y el encanto se rompio de repente. Parpadeando, Indigo vio como la habitacion volvia a aparecer claramente ante ella, y su total normalidad la desoriento. Karim le dedico una sonrisa.
—No necesito palabras cuidadosas, mi senora. La palabra es pocas veces el reflejo de la pura verdad.
—Pero yo...
—Por favor. Ten paciencia conmigo durante un poco mas. —Se quedo callado, pero siguio mirandola, y aunque Indigo quiso protestar, una fuerza interior la obligo a contener la lengua. Durante algunos minutos mas Karim sostuvo sus munecas, apretando la carne con suavidad algunas veces, presionando una vena o un hueso situados bajo la piel, otras. Su expresion no se altero hasta que por fin, con un suspiro, la solto y volvio a recostarse en su asiento.
Detras de Indigo, Leando dejo escapar un suspiro reprimido.
—?Teniamos razon? —inquirio.
Karim asintio.
—Si.
Indigo temblaba. Sentia un hormigueo por todo el cuerpo, y los finos vellos de sus brazos estaban erizados como el pelaje de
—?Que quieres decir con que si teniais razon? —exigio—. ?No comprendo! ?Que intentais hacer?
—Tranquila, mi senora. —Mylo lleno una copa de vino y se la ofrecio—. Karim se limita a salvaguardar todos nuestros intereses. —Miro al ciego, que habia vuelto a recostarse contra los almohadones—. ?Que hay de las otras comprobaciones, Karim? ?Quieres continuar?
Karim sacudio la cabeza.