partida soportable, tengo una gran deuda contigo, Indigo. —Y la beso.

Sus labios estaban sobre la mejilla de ella y le daba la espalda a la puerta, por eso no vio como esta se abria de repente. Mirando por encima del hombro de Leando, Indigo se encontro cara a cara con Phereniq, quien se detuvo en el umbral con una expresion de sorpresa en el rostro.

—?Phereniq!

Indigo se apresuro a dar un paso atras, y Leando giro en redondo al darse cuenta, demasiado tarde, de la comprometida situacion.

—Indigo, lo siento en el alma..., no pense; yo... —La astrologa hizo un desvalido gesto de disculpa—. ?Que maleducada he sido! Y Leando..., te pido perdon.

Indigo se echo hacia atras los cabellos, contrariada porque Phereniq hubiera malinterpretado tan claramente lo que habia visto.

—Entra, —invito con voz tensa—. Por favor...

—Yo ya me iba. —Leando dedico a Phereniq una mirada de franco desagrado, luego se volvio de nuevo hacia Indigo—. Recogere a Luk dentro de un rato. Pero no se lo digas aun. Le resultara mucho mas facil si le doy la noticia yo mismo.

—Desde luego.

Lo acompano hasta la puerta, y en el umbral el hizo como si fuera a inclinarse para besarla de nuevo.

—?No, Leando! —le susurro apremiante—. Phereniq ya debe pensar que...

—Deja que lo piense —la interrumpio el—. Disipara cualquier sospecha que pueda albergar. Hemos de volver a hablar: te vere manana, a primera hora.

—Muy bien. —La mano de el sujetaba la suya y ella le oprimio los dedos por un instante—. Ten cuidado.

Leando se alejo a toda prisa por el pasillo, y mientras Indigo cerraba la puerta, Phereniq se le acerco.

—?Indigo, lo siento muchisimo! ?Que debes pensar de mi?

—No has interrumpido nada, Phereniq. —Indigo tuvo cuidado de no dejar que la astrologa viera la expresion de su rostro—. No era nada importante.

—No, no. —Phereniq la siguio por la habitacion, deteniendola al posar una mano sobre el brazo de ella—. Querida mia, no te sientas obligada a esconder tus sentimientos. Las noticias que ha traido Leando deben de haber sido un gran golpe.

Indigo estaba a punto de explicar a Phereniq que su simpatia estaba fuera de lugar, pero la voz mental de Grimya hizo su aparicion en su mente.

«Deja que lo crea. Leando tiene razon: de lo contrario puede empezar a, sospechar.»

La advertencia le llego justo a tiempo: Indigo se trago lo que iba a decir y se llevo una mano al rostro, fingiendo angustia reprimida al tiempo que esperaba que el gesto no resultase excesivamente teatral.

—Se me pasara, Phereniq —dijo—. Como has dicho, ha sido como un golpe... pero no debo ser egoista. Es un gran honor para Leando.

—Si. —La voz de Phereniq tenia un dejo ironico—. Y las prioridades de los hombres no son las mismas que las nuestras, ?no es asi? Nosotras valoramos la paz y la estabilidad, pero ellos tienen una sed de aventuras y nuevos horizontes que les resulta muy dificil resistir, aun

cuando signifique dejar atras a los seres queridos.

La total e involuntaria ironia de su aseveracion hizo que una amarga carcajada intentara surgir de la garganta de Indigo, pero la reprimio a tiempo. Todavia atenta a no dejar que Phereniq le viera el rostro, se dirigio hacia las puertas abiertas que conducian al patio.

—Me acostumbrare pronto a la idea —dijo, al tiempo que se echo los cabellos hacia atras y adopto de forma deliberada un tomo mas ligero—. Despues de todo tendre muchas otras de las que ocuparme durante la ausencia de Leando.

Phereniq le palmeo el brazo.

—Me alegro de oirte hablar de modo tan positivo. El tiempo pasara deprisa para vosotros dos, estoy segura. Y si alguna vez necesitas a alguien a quien contarle tus preocupaciones, siempre sabras donde encontrarme.

—Gracias.

La astrologa fue a reunirse con Indigo en la puerta, y durante un minuto o dos observaron a Jessamin, que seguia aun en el estanque y ni siquiera se habia dado cuenta de su presencia.

—Una autentica hija de la Madre del Mar —comento Phereniq—. Pronto le quedara pequeno este estanque, y tendremos que tomar medidas para que pueda seguir divirtiendose. —Se interrumpio—. ?Sabes una cosa, Indigo? Resulta bastante extrano, pero su carta natal no muestra ninguna indicacion de este talento para la natacion. No se me ocurre en que me puedo haber equivocado al hacer mis calculos.

—No es necesariamente un critica a tu destreza. Despues de todo, ningun sistema de adivinacion puede ser totalmente perfecto.

—?Quieres decir que puede que se trate de un don especial de la Diosa, que ni siquiera las estrellas podian prever? —Phereniq le dedico una sonrisa forzada—. Eres muy amable, y me gustaria pensar que tienes razon; pero lo mas probable es que sencillamente me vuelvo descuidada con la edad. —Salio al patio, extendio los brazos y flexiono los dedos—. ?Que dia tan hermoso! Como me alegro de haber salido por fin de esa calurosa camara del Consejo. —Su expresion se volvio repentinamente traviesa a medida que todo su buen humor regresaba—. Busquemos un lugar a la sombra en el patio donde podamos disfrutar del aire puro, y pedire que nos traigan un poco de vino. Creo que nos merecemos ese pequeno placer, ?no crees?

Siete dias mas tarde, el Senora de Agantine zarpaba de Simhara con la marea de la manana, con Leando, Mylo y Elsender a bordo, Indigo no fue al puerto a despedir el barco. La ultima despedida era un asunto familiar privado; ya se habia despedido de Leando, y su presencia en el muelle habria sido una intrusion.

Fue, al decir de todos, una partida esplendida. La noche anterior Augon Hunnamek habia honrado a sus nuevos embajadores con un banquete privado en palacio, y de los chismorrees de los criados Indigo dedujo que el Takhan habia sido exagerado en sus alabanzas y en su generosidad: Mylo y Leando habian partido con toda una escolta real, y con el regalo personal del Takhan, de riqueza suficiente para permitirles vivir con sumo lujo durante su estancia en las Islas de las Piedras Preciosas.

A Luk lo trajeron de regreso a palacio al mediodia, con los ojos enrojecidos pero la expresion estoica, y Grimya, compadeciendose de el, se lo llevo a uno de sus lugares favoritos secretos, para jugar con el e intentar animarlo un poco. A pesar de su tierna edad, Luk comprendia muy bien que su padre estaria ausente durante mucho tiempo; al contemplarlo mientras seguia a Grimya, Indigo sintio una gran simpatia por el al comprender que el chiquillo debia de sentir con toda la terrible agonia de la infancia aquella perdida que todavia no habia podido aceptar por completo. De momento, ella era impotente para ayudarlo; hasta que el nino no hubiera aceptado a su manera esta espantosa nueva situacion, todo lo que ella podia hacer era aguardar en segundo plano, y quedarse alli para cuando la necesitara, si es que llegaba el caso.

Y la situacion de Luk ponia de relieve su propio dilema, ya que de una cosa estaba ahora segura Indigo: estando su padre lejos, ella no podia abandonar al nino al capricho del destino. En su ultimo encuentro antes de partir, a Leando lo habia abandonado toda reserva y le habia suplicado que mantuviera a Luk a salvo. Conmovida por la rebosante y apenas controlada emocion del hombre, Indigo le habia hecho impulsivamente una promesa que ahora la atemorizaba, ya que habia jurado por su propia vida e integridad que, hasta que Leando pudiera regresar a reclamar de nuevo a su hijo, ella seria la madre que Luk jamas habia conocido, y lo protegeria con la misma ferocidad que si fuera su hijo. En Khimiz, era raro que un hombre —especialmente un hombre de alcurnia— llorase: pero Leando habia llorado cuando ella le hizo su promesa. Y, con una fatalista certeza que le helaba la sangre cuando pensaba en sus implicaciones, Indigo sabia que no habria ningun poder en la tierra que la indujera a romper su promesa.

Estaba atrapada: y era una trampa que ella misma se habia construido, a la que se habia entregado en voluntario sacrificio. Pero en la floreciente personalidad del pequeno Luk habia visto ecos de su propio hermano menor, Kirra, muerto desde hacia ya catorce anos y al que sin embargo seguia recordando con mucho carino. Luk poseia la misma exuberancia, la misma curiosidad vehemente y viva imaginacion. Era, pensaba a menudo, lo que el propio hijo de Kirra podria haber sido, si Kirra hubiera vivido para engendrar hijos. O —la idea le producia un dolor salvaje— el hijo que ella misma podria haberle dado a su amor, Fenran. Pero Fenran y Kirra habian desaparecido, victimas de la tragica estupidez que ella habia cometido. Solo estaba Luk. Y el y Jessamin eran la esencia de las

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