mano y sucumbir a un ataque de risa.
—?Tonto! —rio—. ?Tonto!
Luk le sonrio a su vez, luego le mostro el precioso pergamino.
—Papa me ha enviado una carta —dijo—. ?Te gustaria verla?
Jessamin levanto la vista hacia Indigo y parpadeo.
—Luky y tiene una carta —le informo; luego siguio—: Si. ?Ensenamela!
Mientras los dos ninos estudiaban detenidamente el pergamino, Hild se deslizo hasta donde estaba Indigo y, con unos movimientos de soslayo de los ojos, le indico que se retirara a donde Jessamin no pudiera oirlas. Junto a la ventana, la ninera dijo en voz baja:
—Todo va bien ahora, al parecer. Pero anoche, tuvo las pesadillas otra vez.
El pulso de Indigo se acelero.
—?La misma pesadilla?
—Si. Clerri fue la que la cuido durante la noche, y esta manana me lo ha contado. La Infanta se desperto dos... no, tres veces, llorando cada una de ellas, y en todas conto que algo oscuro la perseguia. —Hild siseo en voz baja entre dientes, y meneo la cabeza—. No me gusta. No es bueno.
—?Que dice el mago-doctor Thibavor?
La ninera se encogio de hombros.
—No sabe. Primero probo una medicina, luego otra, pero nada ha funcionado. Los suenos siguen repitiendose. —Se interrumpio para mirar con compasion a Jessamin—.
—No; desde luego que no —asintio categorica Indigo—. Si tan solo fuera lo bastante mayor para explicarnos con mas claridad que es lo que la inquieta...
Hild asintio con la cabeza.
—Pero no podemos esperar a ese momento. Algo debe hacerse, lo que sea.
Algo debe hacerse... Las palabras de Hild persiguieron a Indigo mientras la fiesta de Jessamin discurria a traves de la calurosa tarde. La Infanta parecia muy feliz ahora, y, como siempre, el amanecer de un nuevo dia habia hecho desaparecer las pesadillas por completo; ya que cuando se la interrogaba con gran cuidado y sutileza, Jessamin jamas parecia ser consciente de que hubiera sonado.
De hecho, durante los ultimos meses los suenos habian disminuido. Solo recientemente habian empezado a repetirse; y seguian una inquietante pauta, pues cada ano las pesadillas de la Infanta parecian alcanzar su punto culminante durante la epoca que rodeaba su
aniversario. Cuando los suenos regresaban, siempre eran iguales: una oscuridad, algo enorme, informe y negro, que perseguia a la indefensa criatura por pasillos interminables y aterradores que giraban y se bifurcaban sin fin, e intentaba comersela viva. Esa, al menos, era la interpretacion mas clara que Indigo habia podido reconstruir a partir de las sollozantes e incoherentes suplicas de ayuda que eran todo lo que, a su temprana edad, Jessamin podia expresar.
Y ademas no tan solo los suenos de Jessamin sino tambien los de Indigo habian empezado a seguir aquel peculiar ciclo. Se iniciaban a principios de primavera, alcanzaban su mayor intensidad al acercarse el cumpleanos de la Infanta, e iban desapareciendo de modo gradual a medida que transcurria el verano. Se preguntaba si sus anos de constante contacto con Jessamin no habrian generado una especie de empatia entre ambas que llegaba incluso al mundo de los suenos, pero incluso si eso era asi, no le proporcionaba ninguna clave util sobre la esencia o la causa de las pesadillas.
Un torrente de risas y aplausos la sacaron de pronto de su ensimismamiento, y vio que el narrador de cuentos —un hombre de la misma raza de Augon, que habia desarrollado una reputacion sin par en su profesion— habia finalizado su narracion de un capitan de barco que zarpara en busca de la legendaria piedra preciosa de una isla magica. El relato era uno de los mas populares entre los khimizi, y tanto los invitados adultos como los ninos se habian extasiado con su narracion. Los ninos arrojaron flores y dulces al narrador, quien recogio los regalos y, con una elegante reverencia, se los ofrecio a la Infanta. Empezo a sonar la musica, y en medio del animado caos Indigo vio como Augon Hunnamek se levantaba y se acercaba a Jessamin.
—Mirala; cada paso es casi perfecto. Posee tanta gracia y aplomo, y es tan joven aun... Le envidio su juventud, Indigo; realmente lo hago. —Cambio de posicion, y al hacerlo hizo una mueca y presiono los nudillos de una mano contra su region lumbar.
—?Te has hecho dano? —pregunto Indigo, solicita.
—No; no. Son solo mis viejos huesos que protestan, como estan haciendo muy a menudo estos dias. Es el precio que debemos pagar por la sabiduria que se supone viene junto con la edad. —Phereniq se echo a reir, aunque su risa tenia un cierto tono de inseguridad bajo su jovialidad—. ?Sabes?, ?estoy llegando a un punto en mi vida en el que casi temo que se me pida para bailar, por temor a que el cuerpo me traicione con un espasmo justo en el momento en que demuestre lo bien que bailo!
—Has trabajado en exceso ultimamente —dijo Indigo—. El Consejo te agota, Phereniq; eres demasiado concienzuda y eso te perjudica.
—Puede que tengas toda la razon. Pero hasta que haya pasado el actual torrente de problemas, no puedo hacer gran cosa para remediarlo.
Indigo la miro.
—?Entonces no hay senales de que terminen los problemas en la ciudad?
—Ninguna. Y el Takhan esta muy preocupado. La gente se vuelve hacia el en busca de ayuda, pero hasta ahora no ha podido encontrar ninguna solucion. —Phereniq cambio de nuevo de posicion para buscar algun alivio a su dolorida espalda—. Las serpientes son el peor problema, creo yo. La mayoria de ellas no parecen ser venenosas, pero algunas si lo son; varias personas han muerto ya a causa de su mordedura. —Suspiro—. Y esa gran cantidad de ellas resulta muy inquietante. Pensamos que deben provenir del mar; hasta ahora solo han infestado la zona que rodea el puerto, pero no podemos estar seguros. Luego estan las fiebres. Nadie ha muerto de eso aun, pero de nuevo resultan muy virulentas en el distrito del puerto, y no muestran ninguna senal de disminucion. Los medicos no tienen la menor idea de lo que puede causarlas, y por lo tanto no pueden sugerir un remedio.
Indigo medito sobre esto en silencio durante algunos minutos. El resguardado bienestar de palacio la habia mantenido aislada de los problemas de la zona occidental de Simhara. Preocupado de que la Infanta no corriera el menor riesgo de infeccion, Augon habia convertido aquel lugar en zona prohibida a todos los habitantes de palacio que no tuvieran asuntos de esencial importancia alli. A
—?Que dicen los augurios? —pregunto.
La astrologa meneo la cabeza.
—Ahi esta la cuestion. No encontramos ninguna clave a este misterio, y eso que nos esforzamos dia y noche por desentranarlo. Te lo confieso, Indigo, mi fe en mis propias habilidades ha sufrido una dura prueba estos ultimos siete dias. La respuesta esta ahi,
El baile finalizo y se oyo un aplauso, y entonces unas voces infantiles empezaron a pedir juegos a grandes gritos. Phereniq avanzo despacio por la terraza en direccion al estanque de Jessamin, e Indigo la siguio al tiempo