que observaba distraida la fiesta mientras consideraba lo que habia oido. No era la primera vez, desde que aquellas inexplicables desgracias se abatieran sobre la ciudad, que le volvian a la mente las palabras de la echadora de cartas de Huon Parita. Cuidado con el Devorador de la Serpiente. No existia una conexion logica; no obstante, el significado de aquella advertencia, estaba segura, era algo que no podia ignorar.

Phereniq se detuvo junto al borde del estanque, y dijo: —Uno de los capitanes del puerto tiene la teoria de que todos estos desagradables acontecimientos puede que esten conectados. Es posible, dice, que vientos y mareas anormales que sucedan mas alla del golfo puedan haber traido corrientes extranas del lejano oeste, puede que de las Islas Tenebrosas. Solo la Madre sabe que tipo de cosas habitan en esas aguas: deben de ser terreno abonado de enfermedades totalmente desconocidas para nosotros. Si es de alli tic donde vienen las serpientes, ellas podrian ser las portadoras de las fiebres.

—Es una posibilidad —convino Indigo—. Pero sospecho que no te convence.

—No, asi es; por una sencilla razon: ninguno de los capitanes de barco a los que hemos preguntado ha encontrado nada extrano en las rutas marinas durante este ano pasado. Incluso las naves escolta davakotianas no han informado de nada, y ellas por encima de todas debieran haber...

—?Phrenny!

Una vocecita aguda y excitada la interrumpio. Jessamin, levantandose las faldas y olvidada toda dignidad, corria deprisa hacia ellas.

Beba-mi.

El rostro de Phereniq se ilumino con una amplia sonrisa y extendio los brazos en direccion a la pequena. Jessamin tomo sus manos y empezo a saltar arriba y abajo.

—?Phrenny! —Era su interpretacion mas aproximada de Phereniq—. ?Me has visto bailar? ?Me has visto?

—Claro que te he visto, mi pequena Infanta. ?Has estado magnifica!

Jessamin le tiro de la mano.

—Vamos a jugar al escondite. ?Yo me escondo! ?Ven a jugar, Phrenny!

Phereniq se volvio para mirar impotente a Indigo por encima del hombro.

—Se me requiere —anuncio con una sonrisa mientras Jessamin tiraba de ella—. Indigo, hablaremos luego.

—?Indigo, ven tambien! —exigio Jessamin.

Indigo rio, capitulando, y empezo a seguirlas alrededor del estanque. Delante de ellas, un soplo de aire altero de repente la superficie del agua, y una pequena ola se desparramo sobre el borde; la contemplo pensativa, aunque no la registro en su cerebro de forma consciente.

Y de repente se dio cuenta de que no se trataba de una pequena ondulacion.

—Phereniq. —La voz de Indigo se dejo oir con fuerza por encima del fondo de voces que reian y charlaban—. Phereniq, detente. Quedate quieta. Exactamente donde estas. ?En el nombre de la Madre, no te muevas!

Las charlas cesaron de repente; todas las cabezas se volvieron hacia ellas. Entonces una mujer lanzo un grito.

Phereniq la vio cuando se deslizaba sinuosamente sobre el reborde elevado del estanque a menos de tres pasos delante de ella, y con un grito ahogado tiro de la Infanta apretandola contra su falda. Escamosa, el humedo cuerpo reluciente y tan grueso como el brazo de un hombre, la serpiente le corto el paso, arrollandose como una cuerda que tuviera vida mientras mas y mas de su longitud surgia del agua. El animal levanto la cabeza, la lengua le sobresalia de entre sus mandibulas, hasta que sus ojillos malevolos se alzaron al mismo nivel que los de Jessamin.

Un horrible sollozo surgio de la garganta de la Infanta. Se aferro a Phereniq, y por un momento parecio como si la mujer fuera a arrastrarla hacia atras, fuera del alcance de la serpiente.

—?No! —exclamo Indigo—. ?Si te mueves, atacara! ?Mantente inmovil!

Phereniq miro por encima de su hombro, con una desesperada y salvaje suplica en sus ojos. Mas alla, en el imposible santuario del patio principal, los ninos chillaban, las mujeres sollozaban, los hombres gritaban instrucciones, gritos y suplicas se entremezclaban en la creciente algarabia.

—?Madre Todopoderosa, ayudanos!

—La Infanta...

—Salvadla... ?Que alguien haga algo!

La cabeza del reptil empezo a balancearse de un lado a otro. Jessamin gimio. Y el cuerpo y la mente de Indigo quedaron paralizados y fuera de control, cuando su menti se dio cuenta del color que tenia la serpiente.

Plata.

—?NO OS MOVAIS!

Una nueva voz surgio de entre la confusion, atronadora, y Augon Hunnamek se abrio paso hasta colocarse delante de los reunidos. Los murmullos se calmaron, y por encima de la cabeza de Phereniq, mientras esta apretaba a la Infanta contra si, los ojos de Augon se encontraron con los de Indigo.

—Haced lo que Indigo dice. —Habia una terrible calma en su voz ahora, un control ferreo; pero Indigo pudo ver corno unas gotas de sudor relucian sobre su piel oscura—. Si quieres a la Infanta, no te muevas, no hables. Phereniq: me entiendes?

Le dedico un movimiento de cabeza casi imperceptible a modo de respuesta. Phereniq habia empezado a temblar, y un silencio total habia descendido sobre el patio. Incluso Jessamin estaba demasiado aterrorizada como para gemir. La serpiente continuo observandola, inmovil ahora, implacablemente paciente, al acecho. No atacaria, no aun; no a menos que algun movimiento involuntario disparara su instinto y lo provocara. Pero se necesitaria muy poco para hacer saltar el resorte.

—Indigo —la llamo Augon en voz baja.

Ella volvio a mirarlo. Su intervencion habia roto la paralisis, pero sabia que la barrera entre el autocontrol y el panico seguia siendo peligrosamente endeble. Con la boca totalmente reseca, murmuro:

—?Senor?

—Retrocede despacio, hasta que te hayas alejado lo suficiente, luego corre a buscar a mi guardia personal. Diles...

Y al oirlo titubear, Indigo comprendio que no sabia que decir, porque no sabia que hacer. Ninguna habilidad humana podia contrarrestar la velocidad de una serpiente cuando ataca. Un resbalon, un movimiento en falso, y nada podria salvar a Jessamin. No se atrevian a correr tal riesgo.

Se produjo un movimiento junto a las puertas abiertas del palacio, y de repente Indigo percibio una presencia en su mente.

«?Indigo? ?Percibo miedo! ?Que...?»

«?Grimya!»

La alarma se apodero de ella al vislumbrar por el rabillo del ojo la figura gris de la loba.

«?Quedate ahi! ?Quedate quieta!»

Habia dejado a Grimya durmiendo, ya que sabia que no le agradaban las multitudes ni el ruido: ahora, no obstante, el barullo habia despertado a la loba y la habia instado a investigar, Indigo abrio su mente rapidamente, para mostrar a Grimya la naturaleza del peligro. Sintio un hormigueo mental, la rabia compitiendo con la alarma, cuando Grimya comprendio. La voz de Augon, entonces ronca por el temor, siseo:

—?Indigo, tu perra! ?Impide que se acerque!

«?No, Grimya!

Indigo proyecto su advertencia apremiante, pero Grimya la ignoro. Agazapada sobre el suelo, se deslizaba despacio y con cuidado por la terraza. La cabeza de la serpiente se movio un milimetro. Entonces, Grimya se detuvo en seco.

«?Grimya! ?Te matara!»

«No lo hara.»

En la mente de Grimya bullia el odio; el odio instintivo de un mamifero de sangre caliente por un adversario hostil, sin inteligencia y letal. Queria matar, proteger su territorio y a su jauria, e Indigo sabia que nada de lo que dijera haria cambiar de intencion a la loba.

El rostro de Augon tenia una expresion extraviada, los nervios parecian a punto de estallarle en el cuello.

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