deprimente escena que se desarrollaba frente a la taberna, se habia visto enfrentada de forma repentina y dolorosa con la fria realidad de su propia conciencia. Fuera lo que fuese lo que los demas dijeran o pensaran, sentia que era ella la unica culpable de la desgracia que habia caido sobre los Brabazon. Deberia de haberles advertido en cuanto se dio cuenta de que su objetivo estaba en Bruhome; habria debido de utilizar todas las artimanas que hubiera podido encontrar para disuadirlos de quedarse en la ciudad. Mejor aun, debiera de haberse negado a dejarse llevar por la debilidad y abandonado la Compania, con o sin explicaciones, cuando la intuicion le habia advertido por vez primera de lo que podia haber mas adelante. Pero no: en lugar de ello habia elegido posponer el momento, ocultandose tras una complaciente ilusion mientras se prometia a si misma que aun podia continuar en aquella placentera situacion durante un poco mas, solo un poco mas, sin poner en peligro a sus amigos. Si hubiera sido honrada, penso con amargura, habria reconocido la verdad mucho antes, y Cari y su familia no sufririan ahora por culpa de su egoismo.

Deseo que Grimya estuviera aqui. Necesitaba el apoyo de la loba, su consejo y su prosaica sensatez para que la ayudara a decidir que era lo mejor que podia hacen Pero Grimya estaba en el campamento, habia preferido jugar con las pequenas en lugar de deambular por el mercado atestado; y ademas, Indigo no necesitaba preguntarle para saber lo que le diria. Grimya le diria lo que ya sabia: que debia despedirse de los Brabazon ahora, y asegurarse de que estaban a salvo y lejos de Bruhome antes de que ocurriera nada peor. Por muy dolorosa que resultara la despedida para las dos partes, debia hacerse. No habia lugar para mas excusas.

La bolsa volcada de Cari habia quedado olvidada en la confesion, y seguia alli junto al banco, ahora vacio, Indigo se agacho para recoger lo que habia caido y colocarlo de nuevo en su interior, luego se incorporo y miro a traves del gentio en la direccion que Constan y los otros habian tomado. Una fria y siniestra premonicion se agito en su interior, como el despertar de algo inmundo. Luego levanto la bolsa, se paso la correa por el hombro, y atraveso la plaza.

Durante todo el camino de regreso al prado, Indigo ensayo en silencio lo que diria a los Brabazon, como les comunicaria que no iba a irse con ellos cuando abandonaran Bruhome. Las palabras resultaban inadecuadas y estaban muy lejos de la autentica verdad, pero eran las mejores que encontro y, fuera lo que fuese lo que ellos pensaran, tendrian que bastar.

Pero cuando avisto el campamento, se dio cuenta de inmediato de que alguna otra cosa no iba bien. Habia esperado encontrarse con una gran actividad, carretas que se cargaban, los bueyes enjaezados, los ponis sujetos en hileras detras del ultimo carromato. En lugar de ello, vio a la familia —a aquellos miembros que no estaban en la carreta de las muchachas cuidando de Cari— reunida alrededor de la carreta principal. Se oian fuertes voces que discutian, y de repente Grimya se destaco del grupo. Habia percibido la llegada de Indigo, y fue deprisa a su encuentro.

«?Grimya?» Indigo se dirigio a la loba con su mente. «?Que sucede?»

«No estoy segura», respondio Grimya. «Algo le pasa a Cari, y se hablo de abandonar la ciudad. No he comprendido todo lo que dijeron. Pero ahora parece que una de las carretas no puede moverse. Constan dice que el eje esta roto. »

La siniestra premonicion de Indigo se torno de repente en algo mucho peor. Acelero el paso en direccion a las carretas, y Grimya, al trote a su lado dijo:

«Indigo, ?que le ha sucedido a Cari? Pensaba que estabas con ella en el mercado, pero cuando no has regresado con los otros... »

«Si estaba con ellos. Cari... ?sabes Grimya?, tiene la enfermedad. La enfermedad del sueno que azota la ciudad. »

Su informacion transmitio mucho mas que palabras, y Grimya percibio de inmediato la dolorosa autorrecriminacion presente en el mensaje. Llena de lealtad, empezo a protestar, a replicar que Indigo no podia haber previsto aquel giro en los acontecimientos, pero antes de que pudiera transmitir mas que algunas energicas palabras, Fran levanto la cabeza, las vio, y se acerco enseguida. Su rostro estaba descompuesto.

—La mala suerte nos acompana, Indigo —le dijo sucintamente.

—?Que ha sucedido?

—El travesano del eje se ha partido. Solo la Madre sabe como ha podido suceder, pero no podemos movernos hasta que este arreglado.

—?Cuanto tiempo tardara?

—Es dificil de decir. Por suerte, hay un magnifico carretero en la ciudad. Siempre y cuando no haya caido enfermo o desaparecido podria...

—?Fran!

Fran se interrumpio al llamarlo su padre desde el lugar donde estaba, agachado junto a la averiada carreta. Constan se puso en pie y se les acerco; sudaba, pero su rostro, bajo el bronceado, estaba palido.

Saludo a Indigo con un rapido y seco gesto de cabeza y dijo:

—Se necesitara medio dia de trabajo para arreglarlo. No pienso esperar tanto tiempo; no mientras mi Cari esta ahi tendida como si estuviera muerta. —Se seco la frente con manos mugrientas; el dia era caluroso y amenazaba con volverse opresivo—. Escucha, muchacho: quiero que cojas el mejor poni, y te adelantes a caballo. Hay una ciudad a unos cincuenta kilometros al norte que es lo bastante grande como para tener su propio medico; ve en su busca y regresa aqui con el. Nos encontraremos por el camino.

—Muy bien, papa. —Fran parecia aliviado, agradecido por tener algo practico y positivo que hacer—. Cogere el semental; es obstinado pero es veloz y tiene aguante.

Hizo intencion de dirigirse a toda prisa hacia la hilera de ponis, y de pronto Indigo dijo:

—Fran..., ire contigo.

La miro. Por un instante la muchacha vio brillar un destello de rencor, como si, recordando su enfrentamiento de la noche anterior, Fran pensara que ella queria dar a entender que el muchacho necesitaba proteccion, y rapidamente anadio:

—No hay nada que pueda hacer aqui, y quiero ayudar a Cari.

Constan replico:

—Gracias, muchacha. ?Gracias!

Y Fran cedio.

—De acuerdo. Vamos; no hay tiempo que perder.

Mientras corrian hacia los ponis, Indigo se pregunto si habia tomado una decision acertada. Habia sido puro impulso, alimentado por un sentimiento intuitivo de que, ya que los Brabazon se veian obligados a permanecer en Bruhome, podrian estar mas seguros si ella no estaba entre ellos. Era una conviccion sin logica, pero habia aprendido por dura experiencia que a menudo el instinto era un guia mas certero que la logica; y ademas, cualquier ayuda que pudiera proporcionar ahora podria ser una pequena recompensa por los problemas que habia traido a aquella familia. Al diablo la piedra-iman y sus instrucciones,

penso; el asunto que tenia que resolver en Bruhome podia esperar un poco.

Fran ensillo dos ponis mientras Indigo llenaba odres de agua y preparaba un pequeno paquete de raciones basicas. Tambien dedico un momento a recoger la potente ballesta de cortas saetas que habia adquirido hacia varios anos en Davakos, despues de navegar en El Orgullo de Simhara desde Khimiz al continente occidental. Habia aprendido a utilizar un arco a una temprana edad y era una tiradora excelente; su punteria junto con la pericia de Fran en la lucha con cuchillo y la presencia de Grimya les darian toda la proteccion que necesitasen durante el viaje.

Grimya acepto su decision de acompanar a Fran sin hacer preguntas ni comentarios. La loba se limito a decir que preferia la actividad a la espera, e Indigo tuvo la sospecha de que, tambien ella, se sentiria mejor lejos de la caravana. Tambien estuvo de acuerdo con la segunda intencion de Indigo, que era hablar con Fran durante la marcha y explicarle de la mejor forma posible por que regresaria a Bruhome en lugar de continuar con las carretas. Resultaria mas facil, pensaba ella, decir lo que tenia que decir a una persona sola primero en lugar de enfrentarse a las protestas e intentos de persuasion de toda la familia Brabazon. Fran, quiza mas que ninguno de los otros, al menos podria intentar comprender sus razones y ayudarla a enfrentarse a los otros cuando llegara el momento.

Se pusieron en marcha sin largas despedidas, y mientras los ponis abandonaban el prado Indigo volvio la cabeza para echar una ultima mirada al campamento. Vio a Constan y a tres de sus hijos agachados junto a la

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