CAPITULO 5
—Estoy bien. —Indigo desasio sus brazos de las manos de Fran y se echo hacia atras los cabellos con gesto timido y nervioso—. De veras, Fran. Estoy bien, ahora.
Fran suspiro, al tiempo que dejaba caer los hombros y el aire regresaba a sus pulmones.
Indigo se seco los ojos.
—Lo siento —dijo con voz debil—. No deberia haber salido al galope de esa forma.
—Ese lugar era mas que suficiente para acobardar a cualquiera —repuso Fran con gran sentimiento—. Pero... ?que fue lo que
—?Atemorizada? No intentes ser amable conmigo, Fran; es cierto. Estaba aterrorizada. Pero no se como explicar el porque.
Por un momento sus ojos quedaron en blanco, como si mirara a alguna otra cosa, algo invisible para el, extendido sobre el paisaje frente a ella. Luego aquello paso con un ligero estremecimiento, y cuando lo miro de nuevo habia recuperado toda su serenidad.
—Bien —dijo Indigo—. ?Ahora que?
Fran comprendio a que se referia. La carretera situada detras de la escarpadura resultaba intransitable: fuera cual fuese la naturaleza o el origen del diabolico bosque ni podian atravesar la barrera que presentaba ni volar sobre el. Ni tampoco, tuvo que admitir, queria arriesgarse a aventurarse cerca de el de nuevo. Por lo que parecia, solo tenian una eleccion.
—Lo mejor sera que regresemos a Bruhome. De nada sirve intentar buscar otra ruta, no con la tormenta tan cerca. Tendremos que regresar, y aguardar a que pase. —A pesar de su temor e incertidumbre, y su creciente preocupacion por la situacion de Cari, no pudo evitar que su boca se torciera en una maliciosa sonrisa—. Parece que no te libraras de nosotros tan facilmente como pensabas.
Indigo bajo la cabeza.
—?Oh, Fran... !
—Vamos. —Temeroso de que volviera a llorar, le palmeo la espalda torpemente y la condujo a donde aguardaban los ponis—. Sera mejor que nos demos prisa, o nos caera encima. No queremos un buen resfriado que anadir a nuestros problemas, ?verdad?
Indigo se limito a asentir, pero no dijo nada. Volvieron a montar y continuaron camino hacia el sur.
Indigo no respondio, pero la loba percibio la rapida punzada de dolor que surgio de su mente.
Indigo no conocia la respuesta a esa pregunta. Podria ser que la forma que habia tomado aquel bosque negro no fuera mas que una diabolica coincidencia. O tambien podria ser que en algun lugar mas alla de aquella barrera de arboles corrompidos existiera otra dimension, paralela pero distante de la suya, y que alli estuviera el objetivo de su busqueda y el origen de la plaga que se habia abatido sobre Bruhome.
Pero no queria pensar en ello. No ahora, con la imagen del bosque tan clara aun en su memoria. Reabria demasiadas viejas heridas.
Llegaron a Bruhome a media tarde. Condujeron a los cansados ponis al prado junto al rio, y encontraron a los Brabazon, junto con los otros comicos que aun permanecian en la ciudad, muy ocupados en asegurar a sus carretas contra los elementos. Habian extinguido las hogueras, guardado todas sus posesiones; aunque el eje roto ya habia sido reparado, quedaba claro que nadie haria el menor intento por moverse hasta que hubiera pasado la tormenta.
Constan los saludo con una mezcla de desaliento ante el fracaso de su mision y de alivio al ver que estaban bien. Fran habia prometido no decir nada de lo que Indigo le habia dicho sobre abandonarlos; pero no perdio un minuto en describirles lo que les habia sucedido en la carretera. Constan escucho con creciente inquietud su relato, y cuando lo hubo oido todo sus cejas se unieron en una triste mueca.
—De modo que es verdad, entonces. Ese bosque... no son solo historias de borrachos... —Dirigio una rapida mirada al cielo cada vez mas oscuro como si representara alguna amenaza personal—. No me gusta esto. Tengo la impresion de que las cosas por aqui empeoran con demasiada rapidez. ?Sabiais que han dejado correr lo de la Fiesta? No puedo decir que me sorprenda, pero demuestra lo preocupada que esta la gente ahora. Siete mas han contraido la enfermedad desde que os fuisteis; dos de ellos pertenecientes a los comicos que aqui estamos. Y ha habido mas desapariciones. Ahora esta tormenta; dicen que es probable que sea la peor que se ha visto por estos lugares en muchos anos, y la gente empieza a temer que este relacionada con todas las demas desgracias. —?No ha mejorado Cari? —pregunto Indigo. —No esta ni mejor ni peor. Permanece alli tendida como si durmiera, pero nada la despierta. Y su rostro muestra una sonrisa que me hiela la sangre cada vez que la miro. —Constan se estremecio—. Todos tienen esa misma sonrisa, segun me han dicho. Es incomprensible. Horrible. —Papa —intervino Fran—, No hay nada que podamos hacer por ella hasta que haya pasado la tormenta. Lo mejor sera que desensille los ponis y los ate junto a los otros. A juzgar por el color del cielo, apostaria cualquier cosa a que la tendremos aqui dentro de una hora.
Como en respuesta a sus palabras, un debil trueno resono a lo lejos, el primer murmullo amenazador del trueno alla a lo lejos en los paramos. Constan asintio con la cabeza. —Si. Ponlos a todos juntos en un lugar resguardado, y asegurate de que el semental no puede romper la cuerda con los dientes esta vez. Luego ven a la carreta principal. Es mejor que estemos todos juntos esta noche. —Elevo los hombros en actitud defensiva, como si ya sintiera la fria dentellada de la lluvia a traves de su camisa, y anadio, mas para si que para Indigo y Fran—: No, no me gusta esto. No me gusta nada.
La conjetura de Fran resulto acertada y la tormenta se desencadeno casi al cabo de una hora. La luz habia cambiado para pasar de un apagado tono metalico a una penumbra irreal que aumento a medida que la amenaza del cielo se intensificaba. La atmosfera parecia vibrar con energia contenida, y en el interior debilmente iluminado de la caravana los rostros estaban tensos y nerviosos. El primer y tremendo relampago los cogio a todos por sorpresa; al relampago le respondio un descomunal trueno, y a los pocos segundos se escucho un creciente siseo al empezar a llover.
El aguacero fue torrencial, y los relampagos continuos. Entre el rugir de los truenos y el ruido de la lluvia al golpear contra el techo de la carreta, la conversacion en el interior resultaba poco menos que imposible. Para distraer a los mas pequenos, Esti, Lanz e Indigo inventaron un juego de mimica, pero mientras jugaban, intentando mantener un semblante alegre, los ojos de Indigo se veian atraidos con frecuencia al jergon situado en un rincon oscuro donde Cari yacia inmovil y silenciosa cubierta con una manta de retales de colores. Los frecuentes relampagos iluminaban por completo el rostro de la muchacha, y la sonrisa que tanto habia acobardado a Constan