—?Maldita sea, dejad que hable!
—Gracias —dijo Mischyn con voz debil—. Amigos mios, he venido aqui a pediros calma. El panico se ha apoderado de la ciudad, pero nuestra milicia hace todo lo posible por restaurar el orden. Si hemos de enfrentarnos a lo que ha caido sobre nosotros y descubrir la forma de combatirlo, hemos de mantener la razon. Habra una reunion en la Casa de los Cerveceros dentro de una hora: os ruego que asistais, y os unais a nosotros en la busqueda de una solucion a esta grave situacion.
De la parte de atras de la muchedumbre surgio una voz que temblaba de miedo.
—?Al demonio con vuestra reunion! ?De que va a servir eso? ?Si vosotros no sabeis lo que sucede, entonces no pienso quedarme ni un momento mas aqui!
Se escucharon gritos de asentimiento. Mischyn intento decir algo por encima del repentino griterio, pero su voz resulto inaudible y se volvio hacia Constan en demanda de ayuda.
—?Constan, no lo comprenden! Ninguno de vosotros lo comprende; pero es eso lo que he venido a deciros. ?No podeis marchar!
La expresion de Constan se ensombrecio, como si temiera alguna amenaza.
—?Que quieres decir?
—Exactamente lo que he dicho: no podeis abandonar Bruhome. Nadie puede. Lo hemos intentado en todas direcciones... las carreteras, los senderos de los paramos, todo. Jinetes, corredores; empezaron a salir una hora despues de que debiera haber amanecido, y cada uno de ellos ha regresado con el mismo informe. —Y al ver que Constan aun no comprendia del todo, Mischyn anadio, su voz a punto de quebrarse—: Constan, es el bosque. El bosque negro. ?Nos rodea por todas partes, y no podemos marchar!
CAPITULO 6
Los habitantes de la ciudad habian hecho todo lo posible, pero la reunion estaba condenada al fracaso desde el principio. Al penetrar en la plaza principal de Bruhome con los Brabazon —todos excepto Honestidad y Gentileza, que se habian quedado para cuidar de Cari—, Indigo sintio inmediatamente la peligrosa inestabilidad que acechaba bajo tension reinante como un ascua bajo un barril de polvora. Una chispa, una palabra o un gesto fuera de lugar, y la ciudad se amotinaria.
La plaza tenia un aspecto fantasmal. La negrura del cielo era muy intensa, la oscuridad caia al suelo como una mortaja, espesa, asfixiante y antinatural. Ardian antorchas en cada poste, se habian colgado faroles por toda la plaza y tambien se los habia colocado en todas las grietas disponibles, pero su llameante luz parecia dar muy poca iluminacion real y la aplastante impresion que se recibia, mientras el gentio atemorizado se apretujaba y empujaba, era una escena procedente de alguna pesadilla febril.
Indigo rodeo con un brazo a Piedad, que se abrazaba con fuerza a su cintura. Por un instante deseo que hubieran hecho caso, despues de todo, al disidente del prado, y al menos hubieran intentado escapar de la ciudad; pero el impulso murio enseguida. Habia visto el bosque; conocia la verdad; a lo mejor la habia conocido incluso antes de la revelacion hecha por el Burgomaestre Mischyn. Algo diabolico habia hecho su aparicion en Bruhome. El tercer demonio de los siete. Ya no podia haber duda sobre ello ahora, ni la menor duda. Pero si el tercer demonio estaba aqui, ?cual era su naturaleza? La pregunta le produjo un escalofrio de temor, ya que parecia como si este poder diabolico careciera de nucleo, no tuviera nada que ella pudiera identificar y desafiar. La plaga, la enfermedad, las desapariciones, el bosque, incluso la llegada de esta malevola y anormal noche, no eran mas que manifestaciones. Habia algo maligno, algo
En un balcon que colgaba sobre la plaza desde la imponente fachada de la Casa de los Cerveceros, alguien habia empezado a hablar, Indigo miro hacia arriba y vio al Burgomaestre Mischyn flanqueado por dos de sus funcionarios; intentaba dirigirse a la multitud, pero nada mas verlo la gente habia avanzado hacia el. Empezaron a gritar, a suplicar y a arengar por turnos. Una trompa resono ensordecedora mientras la milicia intentaba establecer alguna forma de orden, pero fue inutil. El alboroto aumentaba, el temor alimentandose del temor; una antorcha se estrello contra el suelo cuando la presion de la gente resulto ser demasiada para el elevado poste que la sujetaba, y se escucharon gritos y alaridos de dolor antes de que un grupo de hombres con mas presencia de animo que la mayoria consiguieran apagar las llamas a pisotones. Por encima de todo aquel estruendo, Indigo podia escuchar la ocasional y desesperanzada suplica: «Amigos mios... amigos mios... » que salia de los labios de Mischyn, pero la multitud estaba sorda a sus ruegos. Dos hileras de vigilantes empezaron a avanzar hacia adelante desde la puerta principal de la casa en un valiente intento de hacer retroceder a la gente, pero el gesto, aunque bien intencionado, no hizo mas que empeorar las cosas. La oleada de panico se descontrolaba.
De repente un alarido rasgo la oscuridad, y un pequeno grupo en el otro extremo de la muchedumbre empezo a gritar, Indigo percibio la naturaleza de los gritos: horror, conmocion, incredulidad, antes de que otros muchos se hicieran eco y se esparcieran como una oleada por la multitud.
—?Que pasa? ?Que ha sucedido? —Esti, junto al codo de Indigo, saltaba sin cesar en un vano esfuerzo por ver por encima del oceano de ondulantes cabezas.
—?No lo se! —Indigo tuvo que gritar para hacerse oir—. Algo alla al fondo...
A su espalda la luz se derramo sobre los adoquines al abrirse una puerta. Volvio la cabeza de forma automatica y vio que alguien salia de una de las tres casas estrechas que se alzaban muy apretadas entre una taberna y una panaderia; por un momento, al no advertir nada extrano, hizo intencion de volver otra vez en direccion al alboroto...
Entonces se quedo totalmente inmovil, al darse cuenta su mente de lo que habian visto sus ojos.
La mujer que salia de la casa iba descalza y llevaba puesto tan solo un camison, y su piel tenia la blancura enfermiza de un pescado muerto. Sus ojos estaban fijos al frente, sin ver, y su boca estaba curvada en una sonrisa beatifica pero estupida. Aquellos que estaban mas cerca de ella retrocedieron aturdidos; alguien reprimio una maldicion, y la mujer vacilo solo un instante antes de darse la vuelta y desaparecer con un terrible aire de determinacion por una de las calles laterales.
—?Indigo! —le siseo Esti al oido, aterrorizada—. ?Has... ?
—Lo he visto.
El corazon de Indigo latia con fuerza; a su lado
—?Santo cielo, alli hay otro! —exclamo Esti, y senalaba—. ?Alli, mira, mira!
Un nino, desnudo, con aquella misma palidez fantasmal en todo el cuerpo, se movia a lo largo de un extremo de la plaza, sin prestar atencion a nadie, absorto en si mismo. Nadie intento detenerlo, al igual que con la mujer la gente retrocedia, demasiado sorprendida para reaccionar. Y de la panaderia situada junto a las tres casas estrechas salio otro mas, un anciano incongruente en su camisa y gorro de dormir, con el rostro livido, los ojos en blanco, y sonriente.
Uno a uno, bajo las miradas paralizadas de sus conciudadanos, los hombres, mujeres y ninos que habian sido victimas de la misteriosa enfermedad de Bruhome salian de sus casas. Poco a poco el alboroto de la plaza se transformo en un silencio horrorizado a medida que la gente se daba cuenta de lo que sucedia, pero todos seguian sin moverse para interceptar el paso de los sonambulos o intentar detenerlos. La sorpresa los habia paralizado alli donde estaban: sus mentes agobiadas habian cerrado los postigos, incapaces de aceptar este nuevo ataque, y permanecian inmoviles mirando, impotentes, incapaces de cualquier respuesta racional.
De pronto, una voz ronca procedente del balcon rompio el encantamiento; era el Burgomaestre Mischyn que gritaba:
—?Frenni! ?No! ?Mi pequeno Frenni no!
Giro en redondo, atraveso las puertas del balcon a toda velocidad, y mientras corria escaleras abajo en direccion a la puerta principal, Indigo lo oyo gritar a su hijo:
—?Frenni, no!
El hijo de Mischyn... De repente una terrible idea aparecio en su mente y se volvio, agarrando el brazo de Constan.