audible, siseo el nombre de Indigo.

—Constan.

La muchacha se detuvo al ver que este emergia de la carreta y avanzaba hacia ella.

—?Que hora es, muchacha?

Constan intento dar a su pregunta una entonacion despreocupada, pero su expresion, y un ligero temblor en su voz, lo delataron. De nada servia fingir, asi que Indigo dijo:

—No lo se, Constan; no con seguridad. Pero...

Constan termino la frase por ella.

—Pero el sol ya deberia de haber salido. ?Verdad?

—Si, eso creo.

—Por la Gran Madre, Indigo, ?que es lo que esta sucediendo aqui? —La sujeto con fuerza por el brazo, haciendole dano en su agitacion—. ?Que esta sucediendo?

Una nueva voz que los llamaba desde el rio le evito tener que responder. Un hombre delgado, con una mujer y dos criaturas pequenas que lo seguian tenaces, se acercaba a toda prisa.

—?Constancia! ?Hay algo que no va bien, que no va nada bien!

—La luz del sol —gimio la mujer asustada, y uno de los ninos empezo a imitarla entre sollozos:

—?Donde esta la luz del sol?

Otros, alertados por las voces, empezaban a mirar al cielo, acercandose. De la carreta de los muchachos surgio un quejumbroso lamento, luego Fran aparecio en el primer escalon con Lanz detras de el.

—?Papa? ?Que sucede?

Constan lo miro.

—Lo mejor sera que vengas aqui fuera, muchacho. Despierta a los otros y envia a alguien a buscar a las chicas.

El rumor de voces aumentaba a medida que llegaba mas gente, atraida por el instinto primitivo de congregarse en momentos de incertidumbre o de peligro. Algunos ya se habian dado cuenta de lo que sucedia pero estaban demasiado asustados para admitirlo; otros, aun mas asustados, lo rechazaban y exigian una explicacion mas sensata. Las voces se volvian mas estridentes, las discusiones mas energicas, e Indigo comprendio que dentro de poco la razon y el control desaparecerian y darian paso, tal y como Grimya habia predicho, al panico.

De pronto una potente voz se impuso por encima del barullo. Todas las cabezas se volvieron, e Indigo vio al hombre joven que se habia acercado a Constan poco antes. Su mujer estaba aferrada a el con el rostro enterrado en su pecho, mientras que los dos ninos, ambos llorando ahora a todo pulmon, se agarraban a la falda de su madre.

—?No son mas que palabras! —grito el joven, e Indigo percibio el timbre inconfundible

de una histeria creciente en su voz—. ?De que sirve hablar? ? Solo la Madre sabe que puede estarse acercando sigilosamente a nosotros mientras nos quedamos aqui cloqueando como gallinas! ?Hemos de salir de este lugar, marchar antes de que suceda algo peor!

Todo el mundo lo miro fijamente. El hombre paseo la mirada con desesperacion de un rostro a otro.

—Hemos oido las historias de lo que ha estado sucediendo en esta ciudad —exclamo—. Enfermedades, plagas, gente que desaparece... ?y ahora esto! ?Os lo digo claramente, una maldicion ha caido sobre Bruhome! ?Esto no es cosa de la Madre; es brujeria!. ?Y si no escapamos, nos vamos a ver atrapados en lo que sea que suceda luego! —Bruscamente tomo las manos de sus hijos y los arrastro, a ellos y a su esposa, fuera del grupo de gente—. ?Muy bien, muy bien, quedaos, esperad a que llegue si es que sois tan estupidos para no huir! ?Pero nosotros nos vamos! —Y se dio la vuelta y se alejo corriendo en direccion a su desvencijado carromato.

Se escucharon murmullos, que subieron de tono rapidamente. Otro hombre se aparto del grupo y echo a correr por el prado; luego otros dos. Una mujer que llevaba un tobillo vendado —una acrobata que habia caido en el destartalado escenario de la Fiesta— avanzo cojeando desde el rio, llamando a alguien de nombre Kindo para marchar, para marchar ya. La reunion empezo a caer en el caos, y a los pocos minutos el primer carromato, con el hombre delgado en el pescante, azotando al caballo con una cuerda, avanzo tambaleante hacia la entrada del prado, sin preocuparle si arrollaba a alguien a su paso. Los ninos salieron corriendo entre gritos; la carreta se balanceo peligrosamente en un bache, choco contra la puerta, astillando uno de los postes, y se alejo con gran estrepito por la carretera. A los pocos momentos una rehata de caballos esqueleticos salieron en desbandada del prado, controlados apenas por el jinete que montaba el animal que iba en cabeza lanzando toda clase de imprecaciones. Varias familias recogian sus cosas deprisa; un pequeno grupo se limito a coger todo aquello que podia cargar y marcho a pie.

—Papa. —Fran se volvio hacia Constan; lo agarro del brazo y lo sacudio para sacarle de la paralisis que parecia haberse apoderado de el—. ?Que pasa con nosotros? ?Que vamos a hacer?

Un escalofrio recorrio a Constan y su mirada se aclaro. Miro a su alrededor, vio que todos sus hijos habian salido ya de las carretas y esperaban, con los ojos muy abiertos, su consejo.

—Sea lo que sea lo que hagamos —dijo—, no quiero histerias. ?Comprendeis? Brujeria o no, debemos mantener las ideas claras. Fran, Lanz: quiero que ensilleis dos ponis y cabalgueis por delante de nosotros. Nos iremos de aqui, pero con cautela. Ese jovencito puede que fuera un cobarde, pero tenia razon en una cosa: no sabemos que puede haber ahi fuera, esperandonos. Y no sabemos hasta donde llega esta oscuridad.

—Constan —lo alerto Indigo—. Alli, mira. Faroles.

Todos se volvieron. Se acercaban unas luces que parecian provenir de la ciudad, balanceandose como una hilera de agitadas luciernagas en la oscuridad. Al acercarse mas, el metal centelleo en el resplandor que dejaban escapar, y quedaron perfectamente visibles las siluetas de unos diez o doce hombres.

—Es la ronda de la ciudad. —La voz de Constan denotaba alivio—. A lo mejor traen noticias.

—?Constancia Brabazon? ?Constan, eres tu?

La voz del Burgomaestre Mischyn lo llamo desde las sombras, y Constan se adelanto, alzando una mano.

—?Mischyn! ?Por aqui!

—?Por la Madre, me alegro de encontrarte bien! —Mischyn estaba sin aliento, y su rostro mostraba un aspecto macilento bajo la inestable luz de la lampara—. La ciudad esta presa del panico; no sabiamos que habria pasado con los acampados; temimos...

—La mitad se ha ido ya. —Constan indico con la cabeza por encima del hombro.

?Ido? Pero...

—?Burgomaestre Mischyn!

Alguien mas habia visto a los recien llegados, y estallaron unas voces freneticas.

—?La ronda! ?Es la ronda!

—?Ayudadnos!

—Burgomaestre, ?que nos esta sucediendo?

El disperso gentio volvio a agruparse de nuevo rapidamente, aunque ahora eran muchas menos personas que antes. La vision de una figura conocida y con autoridad, junto con diez hombres armados de la ronda con ella, levantaba su confianza y estimulaba su valor, y se amontonaron alrededor de Mischyn aullando preguntas, exigiendo respuestas.

—?Amigos mios! —Mischyn consiguio por fin hacerse oir por encima de la conmocion y los reunidos poco a poco fueron callando mientras el agitaba los brazos en reclamo de silencio—. ?Por favor, escuchadme! No puedo contestar vuestras preguntas porque no tengo respuestas. Se tan solo lo que sabeis vosotros: que el sol, que segun el reloj de la ciudad debiera de haber salido hace seis horas, no lo ha hecho.

Se produjo un nuevo clamor.

—?Seis horas?

—Debe de ser casi mediodia... Madre Todopoderosa, ?que es lo que sucede ?

—Brujeria: alguien dijo que se trataba de brujeria...

—?CALLAOS. —rugio Constan.

Su voz, poderosa y mucho mas potente que la de Mischyn, consiguio que se hiciera un completo silencio, y miro a la concurrencia con ojos furiosos.

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