De pronto la senal que esperaba resono estridente desde el extremo opuesto del valle, hendio la humeda neblina y se dejo oir con mucha mas fuerza que cualquier grito. El joven Templanza se inclino hacia adelante, atisbo en la oscuridad, y a lo lejos apenas pudo vislumbrar la mancha borrosa de la brillante cabellera roja de su hermano Valentia que destacaba sobre el indefinido color verde grisaceo de la colina rocosa. Val silbo de nuevo; una sucesion de cuatro notas agudas que, segun el codigo de los hombres del paramo, significaba
El joven Templanza salto del arrecife en el mismo instante en que los ponis se precipitaban hacia el estrecho cuello del valle, y les corto el paso, gritando y agitando los brazos. El garanon se detuvo en seco, se alzo sobre los cuartos traseros y agito la cabeza, pero su gesto de desafio era fingido; sabia muy bien que estaba atrapado, y, cuando Templanza se le acerco, lanzo un amistoso relincho de saludo y empezo a registrar con el hocico las manos y bolsillos del muchacho en busca de golosinas. Por su parte, las yeguas bajaron las cabezas y empezaron a mordisquear el abundante pasto, mientras agitaban las colas con indiferencia.
Los dos ponis y sus jinetes se acercaron por detras del pequeno grupo; los jinetes echaron pie a tierra. Franqueza, que tenia diecinueve anos y era el mayor de los hermanos Brabazon, se acerco al caballo y le paso un ronzal por la cabeza, luego alzo la mirada y le sonrio ampliamente a Templanza por entre los empapados cabellos castanos que le caian sobre el rostro.
—Bien hecho, Lanz. Por un momento pense que te iba a atropellar.
—Este no. —Lanz dirigio una mirada al animal, quien a su vez lo miro con malicia—. Es un aspaventero; un conejo lo venceria en una competicion de patadas. ?Donde estan los otros ponis?
—Los trae Val.
Eran volvio la cabeza por encima del hombro para mirar al jinete que lo acompanaba, una joven alta vestida con un abrigo de cuero, pantalones de montar de lana y largos cabellos sujetos en una cuidada trenza, quien en ese momento colocaba el ronzal a las dos yeguas. El animal de pelo gris habia descendido de la ladera para sentarse, jadeante, junto a ella. Eran se acerco a el y se inclino para acariciarle la parte superior de la leonada cabeza.
—?Que,
Fran se irguio, y se encontro con la mirada de la muchacha cuando esta volvio la cabeza para sonreiria.
—Gracias, Indigo. Si hubieran conseguido salir del valle solo la Senora de la Cosecha sabe el tiempo que habriamos perdido persiguiendolos.
—Tres dias —intervino Lanz—. Es lo que tardamos la ultima vez que se comieron los ronzales, ?recuerdas? No hago mas que decirle a papa que necesitamos cuerdas nuevas, pero responde que no vale la pena.
—Tiene razon. Despues del proximo dia de mercado, sera problema de otro.
Lanz parecia todavia contrariado, pero antes de que pudiera seguir con la discusion Fran estiro el cuello y miro al otro lado del valle.
—Ahi viene Val con los otros ponis. ?Deja de quejarte, Lanz, y regresemos a los carromatos antes de que nos ahoguemos en esta lluvia!
La pequena cabalgata se puso en marcha a los pocos minutos. Fran conducia al caballo mientras que Val y Lanz se hacian cargo de una yegua cada uno. Tras los hermanos, la joven a quien Fran habia llamado Indigo dejaba que su poni anduviera a su aire por el estrecho sendero el paramo. El tiempo empeoraba a medida que avanzaba la manana; durante los ultimos minutos la llovizna habia aumentado hasta convertirse en fuerte e ininterrumpida lluvia, mientras deshilachados jirones de un gris mas oscuro se movian con rapidez bajo la amenazadora masa de nubes que se extendia de un extremo a otro del horizonte. La visibilidad habia quedado reducida a pocos metros; cualquier cosa situada mas alla quedaba oculta tras la humeda oscuridad, y en algun lugar a su derecha Indigo podia escuchar el murmullo de un arroyo que bajaba muy crecido.
El comentario hizo sonreir a Indigo, que proyecto una silenciosa respuesta.
Sabia que los Brabazon ignoraban la extraordinaria conversacion que tenia lugar entre la loba y ella; la mutacion que le permitia a
Un cuarto de siglo... Parpadeo para eliminar las gotas de lluvia de sus pestanas y contemplo las tres figuras pelirrojas que cabalgaban delante de ella. El ano en que Fran, el mayor, nacio,
Con un gesto que a traves de los anos se habia convertido en algo tan familiar como respirar, Indigo levanto una mano y toco una pequena bolsa de cuero que le colgaba del cuello sujeta por una correa. El cuero estaba ya viejo y agrietado; en su interior, palpo el duro contorno del guijarro que llevaba consigo desde el inicio de su viaje: la piedra-iman, regalo de la Madre Tierra, que la conducia infalible e incesantemente en su mision. Por tercera vez, el dorado punto luminoso que yacia en el centro de la piedra se habia despertado, para latir como un diminuto corazon vivo y hacerle saber que el nuevo combate que tendria que librar estaba ya muy cerca.
Volvio a dejar caer la mano sobre el pomo de la silla de montar, y bajo la mirada al cuello empapado y peludo del poni que avanzaba con paso lento y torpe. Desde que la piedra-iman le empezara a transmitir su inequivoco mensaje, Indigo rezaba con frecuencia para que los Brabazon no se vieran envueltos en lo que pudiera acecharla en el camino. Habian sido primero salvadores y luego fieles amigos tanto de ella como de
Durante un rato, la comitiva avanzo despacio y en silencio.