Flores muertas, y el mar azotando, erosionando la roca, imponiendo su voluntad... se abriria paso. Lo haria.

—?Ahhh!

Triunfo y reivindicacion formaron su exclamacion, al ver Indigo por fin que habia al final del sendero que conducia a los riscos. Una verja de hierro ornamentada con volutas, alta y estrecha, colocada entre dos paredes de roca; mas alla de la verja se divisaba el borroso movimiento de hojas bajo la luz crepuscular. Y el paramo se desvanecia, la nueva panoramica adquiria mas solidez y realidad con cada momento que pasaba.

—Madre de la Luz... —susurro Fran.

—No te detengas —advirtio Indigo—. Debemos seguir.

Empezo a avanzar. El arpa dificultaba sus movimientos, pero no se atrevia a confiar en esta nueva realidad, aun no; si perdian el dominio impuesto por su musica, podria desaparecer. Por todas partes a su alrededor los cambios se intensificaban; ahora podia escuchar la brisa nocturna soplando por entre los arboles, ver sus oscuros troncos tomando forma en una elegante avenida a cada lado de ellos. Estaban sobre un mullido cesped, que ya no era negro por completo sino que aqui y alli aparecia tenido de verde, y que descendia hasta el agua que la muchacha habia vislumbrado, que ahora se habia convertido en un brillante rio de aguas rapidas.

—Hay un puente. —Senalo con la cabeza, ya que no podia hacerlo con los dedos, el lugar donde un arco estrecho y rustico cruzaba el agua para ir al encuentro del sendero en el otro lado.

—Nuestras cosas... —Fran se saco la pipa de los labios por un instante.

—Recoge lo que puedas; pero no dejes de tocar mas tiempo de lo estrictamente necesario. Y trae mi ballesta; puede que la necesitemos.

Observo al joven mientras este se colgaba una de las tres bolsas a la espalda junto con dos odres de agua extras y la ballesta y las saetas. La duda de los ojos de Fran estaba siendo reemplazada rapidamente por una excitacion que era casi igual a la suya, y, siguiendo una intuicion, empezo a cambiar las melancolicas notas de El Adios de Cregan por los compases mas rapidos y energicos de Annemora, una cancion de marcha de las colinas del noroeste de su pais. Fran escucho con atencion por un momento para luego seguir su ejemplo, tocando con renovada seguridad al reconocer la melodia, que se habia convertido en una de las favoritas de la Compania Comica Brabazon. Sin darse cuenta sus pasos se adaptaron al ritmo de la cancion, y empezaron a avanzar con mas rapidez sobre el cesped e —Indigo penso mas tarde que si se hubiera detenido a meditarlo la sangre se le habria helado en las venas de solo pensar en tal imprudencia— penetraron los dos en el puente a la vez.

La estructura no era ninguna alucinacion. Muy al contrario, sintieron la solida seguridad de la madera bajo sus pies, y escucharon el sonido de sus pasos compitiendo con el fragor del rio mientras cruzaban el torrente y, mareados por su triunfo, abandonaban el puente para seguir el sendero que discurria al otro lado.

La barrera estaba rota. Al cruzar el puente habian agrietado la cascara exterior de la ilusion y habian penetrado a un nivel mas profundo del mundo del demonio. Podria ser que tuvieran que franquear otras muchas barreras parecidas, que resquebrajar mas cascaras; pero sucediera lo que sucediese ahora, Indigo estaba segura de que este nuevo paisaje no se desvaneceria con un parpadeo. El paramo y su desolacion habian desaparecido para siempre.

Poco a poco, empezo a amortiguar el sonido del arpa, moviendo los dedos mas despacio, apagando las notas con la palma de las manos. Mientras la musica se desvanecia observo con atencion su entorno, conteniendo con fuerza la respiracion por si su intuicion estaba equivocada; pero el rio y los riscos y el sendero siguieron alli, e Indigo permitio por fin al arpa que enmudeciera. Durante algunos momentos las notas procedentes de la flauta de Fran se elevaron agudas y fantasmales por encima del ruido del rio; luego, tambien el dejo de tocar, y, en el comparativo silencio, se miraron el uno al otro.

Fran lanzo un bufido de risa y el sonido los libero a ambos bruscamente del trance.

—?Que la diosa nos proteja, lo hemos conseguido! ?Indigo, lo hemos conseguido!

Sin preocuparle que el arpa que sujetaba la muchacha sufriera algun dano, el joven recorrio la distancia que los separaba de una zancada y la rodeo con sus brazos, aplastandola con un fuerte abrazo, Indigo se echo a reir tambien, y le devolvio el abrazo lo mejor que pudo; el muchacho la beso en la mejilla, luego llevado por la emocion intento encontrar su boca con los labios. Ella volvio la cabeza con rapidez, y se separaron en una confusion de exclamaciones y mas risas. No obstante, aunque el abrazo habia sido inocente, y ella habia podido retirarse sin causar ofensa ni dano, Indigo sabia que solo se hubiera necesitado el mas minimo estimulo para romper el equilibrio en la mente de Fran, entre la camaraderia y algo mucho mas complejo.

Lo sabes, ?verdad?, que Fran esta enamorado de ti. Las maliciosas palabras de Esti junto al estanque regresaron a su mente. Lo sabia: lo sabia desde hacia mucho tiempo, desde mucho antes de que la sombra de Bruhome cayera sobre su feliz tregua. En medio del alegre caos de la vida comunitaria de los Brabazon habia resultado facil evadir la cuestion y cualquier tension que de otra forma pudiera haber creado; pero aqui la situacion era diferente por completo. De momento no se habia visto obligada a mantener a Fran a distancia; solo habia esperado que sin la presencia de Esti para interponerse entre los dos, la actitud de Fran no empezara a cambiar.

Aparto rapidamente la idea de su cabeza: por el momento ambos tenian otras cosas mas urgentes de que preocuparse. Estaban al pie del sinuoso sendero que zigzagueaba por los escarpados riscos, a traves de los bosquecillos de matorrales achaparrados y arboles enanos que crecian en las rocosas laderas, ascendiendo hasta llegar a la lejana verja, que desde donde ellos estaban resultaba invisible en medio de la marana de ramas y hojas que sobresalia de entre las rocas.

—Parece una ascension bastante facil —dijo Fran examinando el sendero—. Parece mas bien una caminata, en realidad. —Su mirada vago por las paredes de roca situadas a cada lado del camino—. Es curioso: me recuerda algo, aunque no puedo situarlo... ?Oh, pero si que puedo! —Chasqueo los dedos al recordar—. ?Recuerdas la cantera abandonada en el limite del paramo, que encontramos antes de llegar a Bruhome? ?Donde habian cortado la piedra formando peldanos, y los matorrales habian vuelto a crecer y reverdecido los penascos? Si.

Tambien Indigo vio ahora aquel peculiar parecido. Las rocas de la cantera habian sido blancuzcas mientras que estas eran negras, y los arboles una espectacular mezcla de verde y oro otonal en lugar del severo negro y gris del follaje que cubria estos penascos. Pero aparte de ello, podrian estar mirando al mismo paisaje.

Excepto, se recordo Indigo, por el sendero, y la verja de hierro forjado que aguardaba misteriosa al final del sendero.

Devolvio el arpa a su funda y tomo la ballesta y los dos odres de agua de repuesto que llevaba Fran, colocandoselo todo a la espalda. Fran habia vuelto a clavar la mirada en el sendero, y mientras se preparaban para iniciar la ascension, dijo:

—?Que crees que encontraremos alla arriba? —No quiero sacar conclusiones apresuradas. —Le sonrio, algo sombria—. Despues de todo, los dos conocemos el poder de la ilusion. Debo pensar solo en encontrar a Esti... y espero que tambien a los otros.

Fran no hizo ningun comentario. Ambos estaban obsesionados por el grotesco final de la mujer que habian encontrado, y temian que Can, indefensa y poseida por aquel trance, pudiera sufrir el mismo destino, sin que Constan ni Grimya —si es que los tres seguian juntos— pudieran hacer nada por evitarlo. Pero, quiza por supersticion, ninguno de los dos quiso expresar en palabras el temor que compartian, y el tema fue cuidadosamente evitado mientras, mas calmados ahora tras el primer arrebato de alegria ante su exito, empezaron a seguir el sinuoso y accidentado camino.

Tal y como Fran habia predicho, la ascension no resultaba dificil. En realidad el sinuoso avance del sendero provocaba que la pendiente fuera bastante suave, y mientras subian Indigo se sorprendio del minucioso detalle que parecia existir aqui, en fuerte contraste con la anormal desolacion del paramo. El sendero estaba lleno de piedrecillas y ramitas y polvo; matas desperdigadas de maleza e incluso alguna que otra flor silvestre crecian alli donde una abertura entre los matorrales les ofrecia espacio. Y, por primera vez desde que abandonaran el mundo real, el aire nocturno se veia agitado por brisas naturales que helaban la piel. Este nivel de la diabolica dimension podia ser tan ilusorio como el anterior, pero aqui al menos parecia que la ilusion era mucho mas parecida a la realidad. Solo una incongruencia ponia una nota discordante en todo aquello: no se veia ninguna criatura, no se escuchaban apagados y excitados crujidos entre la maleza; nada que sugiriese la presencia de otra vida consciente fuera de la de ellos dos.

Continuaron subiendo sin hablar, limitandose a mirar a su alrededor con una mezcla de fascinacion y cautela. Al volver la mirada por un instante, Indigo se sorprendio al comprobar que

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