habian subido un trecho considerable; el rio era una cinta palida y fosforescente alla abajo, inaudible ahora, y los arboles y la maleza se habian convertido en una mancha oscura. El efecto era espectral y curiosamente cautivador, y se quedo mirando hacia abajo, hasta que Fran, que habia seguido andando y desaparecido tras una pronunciada curva del sendero, lanzo un repentino grito que la sobresalto.

—?Indigo! ?Aqui arriba!

Parecia excitado, e Indigo echo a correr para alcanzarlo. Doblo el recodo a gran velocidad, perdiendo casi el equilibrio en su precipitacion, y se detuvo en seco al ver lo que les aguardaba a una distancia de menos de veinte metros.

Encajada en una pared de piedra que armonizaba casi a la perfeccion con la roca natural que la rodeaba, estaba la verja de hierro. Y mas alla de la verja, como un extrano oasis en un desierto, estaba el jardin, con sus elegantes arboles que rozaban el suelo con sus ramas y el perfectamente cuidado cesped, que habia visto reflejado en el estanque del paramo.

Fran mascullo algo en voz baja; podria haber sido una oracion o una imprecacion.

—Miralo —dijo anonadado el muchacho—. Parece increible.

Empezo a recorrer los metros que faltaban hasta la verja, e Indigo lo siguio. Mas cerca de ella, los matorrales desaparecian para mostrar que el sendero no moria en la pared, sino que se dividia, bifurcandose a derecha e izquierda por una ancha repisa, para desaparecer finalmente tras el recodo del risco. La verja estaba justo en la bifurcacion, y Fran, acercandose, extendio una mano con cautela para tocarla. Como nada extrano sucedio —la verja no desaparecio, ni tampoco lo quemo— la sujeto con mas fuerza y sacudio la estructura de hierro con suavidad.

—No se abre. —Se inclino para examinarla mas de cerca—. Debe de haber alguna clase de cerrojo, pero no lo veo. Solo veo un pestillo, pero no se mueve.

Indigo se acerco tambien para estudiar la verja. Brillaba con la debil patina del metal recien forjado, como si la hubieran hecho y colocado aquel mismo dia. ?Otra faceta de la ilusion? Recordo el olorcillo a flores marchitas que le habia traido la brisa mientras el paramo se desvanecia para revelar este nuevo panorama, y miro con mas atencion el jardin por entre los barrotes de la verja. Flores diminutas relucian sobre el cesped, las hojas de los arboles se estremecian y reflejaban ondulantes dibujos luminosos al ser agitadas por la brisa; parecia un lugar encantador y tranquilo. Pero volvio a recordarse que quizas esta belleza de la superficie no era mas que un aposito que ocultaba una herida supurante; una

capa de pureza colocada sobre algo totalmente corrompido.

—Creo que podria escalarla.

La voz de Fran irrumpio en sus pensamientos, y vio que habia retrocedido un paso para estudiar con atencion la parte superior de la verja.

—No hay muchos puntos de apoyo, pero si me ayudas creo que podria hacerlo. Luego puedo tirar de ti hasta arriba.

—No me gusta la idea, Fran —repuso Indigo, meneando la cabeza—. No sabemos que hay ahi dentro; ni si hemos de volver a saltar para salir corriendo...

—Si, si; comprendo lo que quieres decir. ?Pero tienes alguna sugerencia mejor?

La muchacha se inclino para observar el pestillo con atencion.

—?Has traido el farol?

—Si. Esta sujeto a mi bolsa.

—Intentemos encenderlo. Si tenemos algo de luz podremos ver si existe alguna forma de abrir la verja.

Fran iba a decir: «Pero la linterna no se... », pero se interrumpio y dijo:

—Ah, claro. Esta vez, puede que si.

—Exactamente.

Indigo saco el yesquero de la bolsa que colgaba de su cinturon, y se agacharon sobre el farol. «Concentrate», penso la muchacha, y vio la misma feroz determinacion en los ojos de Fran. «Podemos hacerlo. Hemos creado musica: podemos crear luz. »

Fran lanzo un gritito de alegria cuando la mecha prendio y se encendio. Cerro el farol apresuradamente, y observaron en tenso pero ansioso silencio como la diminuta llama crecia, despacio y de mala gana, hasta ganar brillantez, y la luz empezaba a derramarse a traves del cristal.

—La llama sigue siendo azul, no obstante —dijo Indigo.

—No, no lo es. —Fran sacudio la cabeza en energica negativa; la luz de la lampara hacia brillar sus ojos—. Es lo que queramos que sea. Y digo que quiero que sea tan amarilla como la de cualquier vela.

Mientras hablaba, la llama parpadeo. Ante la sorpresa y alegria de Indigo el frio resplandor acerado se transformo en un tono dorado mas acogedor.

—?Lo ves? —Fran le sonrio por encima del farol—. Aprendemos deprisa. Y empiezo a preguntarme que otras cosas podemos conseguir si nos concentramos. —Se enderezo y se volvio hacia la verja—. Como esto, por ejemplo. Creo que los dos esperamos encontrarla cerrada; es lo que cualquiera pensaria. Pero los goznes no estan oxidados. Otros han pasado antes que nosotros, o eso es lo que creemos. De modo que si se abrio para ellos... — Extendio una mano, pero antes de que pudiera tocar la verja, Indigo lanzo un agudo siseo.

—?Espera, Fran! ?Escucha! ?Silencio! ?Chisst!

Alzo una mano con rapidez, y se aproximo a el. Su voz se convirtio en un susurro apenas audible mientras anadia:

—Algo se mueve por el sendero.

Fran se quedo rigido y sus ojos escudrinaron la oscuridad. Escucho con atencion; durante algunos instantes no oyo nada, y estaba a punto de decirlo cuando de repente les llego el inconfundible susurro de las hojas al ser apartadas por algo. Su mano se dirigio al instante hacia su cuchillo; y mientras su mano se cerraba alrededor de la empunadura escucho el sonido del metal al deslizarse sobre el metal que indicaba que Indigo habia colocado una saeta en la ballesta.

Silencio. Sus miradas se encontraron por un momento, tensas, temerosas, Indigo maldijo mentalmente el farol, que de pronto se habia convertido en un enemigo en lugar de un amigo; su luz intensificaba la oscuridad exterior, y entorpecia su vision de forma que les era imposible ver lo que de otra forma hubiera resultado bien visible._

Los matorrales crujieron otra vez, mas cerca ahora, e Indigo comprendio con un desagradable sobresalto que era mas de una criatura lo que se acercaba, y desde direcciones diferentes.

Y unos ojos brillaron en la oscuridad.

Fran mascullo una maldicion, y la sujeto del brazo, tirando de ella hacia la verja, Indigo paseo la mirada freneticamente de derecha a izquierda y vio lo que el ya habia visto: estaban casi rodeados. Brillaban ojos en la bifurcacion, en el sendero por el que habian subido, por entre los matorrales: debia de haber por lo menos veinte o mas de estas criaturas desconocidas que los miraban, feroces y sin parpadear.

—?La verja!

Sintio el calido aliento de Fran en su oido.

—Es nuestra unica escapatoria. ?Hemos de desear que se abra!

—No. —Una voz gutural surgio de la penumbra—. La verja no... no se abrira. No podeis entrar... en el jardin.

La sorpresa hizo que toda Indigo se quedara, de momento, como paralizada, y su mente parecio moverse a camara lenta.

—N... —dijo, y lucho consigo misma, obligando a las palabras a salir—. No...

Unas sombras surgieron de entre los matorrales, de detras de las rocas, y vio las delgadas y agiles figuras de los lobos que avanzaban, muy despacio, hacia ella. Eran mas negros que la noche, sus pelajes despedian un fantasmagorico fulgor nacarado; sus ojos y sus bocas abiertas eran de color rojo, como ascuas amenazadoras. Sabia que se trataba de fantasmas, hambrientos pero sin inteligencia... pero entre ellos habia un par de ojos que no despedian un brillo rojo sino ambar, y en aquellos ojos se percibia una terrible y retorcida inteligencia.

La criatura se movio, Indigo percibio un olor a almizcle; vio agitarse el moteado pelaje.

Y entonces, con los blancos colmillos al descubierto y grunendo sordamente, la criatura se hizo plenamente visible en el sendero ante ella, y de los labios de Indigo escapo un terrible gemido de horror y desesperacion.

?Grimya!

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