—Esti, ?no ves lo que esto significa? —Fran apenas si podia contener la excitacion—. No fue cosa del demonio, fue cosa de Indigo: ?aunque ella no lo supo entonces, fue ella la que deseo que los cambios ocurrieran! ?Si puede hacer eso..., si puede conseguir que la veamos bajo otra apariencia... entonces imagina lo que eso significa con respecto a este mundo, y como podemos manipularlo!

Los ojos de Esti se abrieron de par en par al darse cuenta con mas claridad de lo que aquello significaba.

—?Tu mano! —dijo a Indigo—. La quemadura que se curo. Y la musica: la forma en que conseguiste que el arpa y la flauta funcionasen...

—?Y tantas otras cosas! —la interrumpio Fran—. Siempre hemos sospechado que era posible influir sobre las cosas aqui, si conseguiamos desearlo en la forma apropiada. Pero esto... —Sacudio la cabeza asombrado—. ?Creo que podemos hacer cualquier cosa! ?Crear artilugios, criaturas, incluso gente!

—?Crear ilusiones! —lo corrigio Indigo—. No olvides eso, Fran. No podemos hacer aparecer a Cari o a vuestro padre, a pesar de que si podemos hacer surgir sus imagenes. Pero —continuo, dirigiendose ahora a Esti—, en este mundo todo es una ilusion. Asi pues, ?puede una espada fantasma matar a un atacante fantasma? Yo creo que si.

—?Y el fuego fantasma puede quemar si queremos, y tambien se puede montar a un caballo imaginario! — intervino Fran—. ?Todo lo que tenemos que hacer es lograr que suceda!

Esti paseo la mirada del uno al otro. Empezaba a verse contagiada por la excitacion; pero en lo mas profundo de su mente se agitaba una persistente inquietud. Era algo insignificante, pero la preocupaba, y creia que debia mencionarlo.

—Comprendo lo que me decis —dijo, y vio como Fran arrugaba la frente al percibir la nota cauta de su voz—, pero... Indigo, cuando el demonio aparecio ante nosotros por primera vez, adopto dos formas: la de aquella horrible criatura de los ojos plateados, y la otra figura, como un espiritu arboreo. Y cuando tu te transformaste, tomaste esas mismas formas. ?Que son?

—?No es evidente, Esti? —interpuso Fran antes de que Indigo pudiera contestar—. El demonio saco esas imagenes de la mente de Indigo: probablemente pertenecen a las leyendas de las Islas Meridionales, pero eso no importa; lo que sean no es importante. Esa cosa sencillamente las encontro y las utilizo. Eso hizo que Indigo las recordara, y de este modo cuando deseo cambiar de forma, inconscientemente intentaba pagar al demonio con la misma moneda.

Tenia sentido. Esti asintio despacio.

—Y el lobo —dijo la muchacha—, Grimya; claro. —Miro a Indigo comprensiva—. Pensabas en la pobre Grimya.

Indigo clavo los ojos en el suelo por entre sus tobillos cruzados, y no respondio.

—Esa cosa incluso intento burlarse de ella adoptando su rostro —siguio Fran—. Penso que podria desconcertarla si se veia a si misma pero vestida como otra persona... ?Oh, es patetico!

—No menosprecies al demonio —repuso Indigo en voz baja, levantando la cabeza—. Puede que de momento no haya conseguido frustrar nuestros planes, y puede que involuntariamente nos haya mostrado la forma de utilizar un arma de vital importancia. Pero la representacion no ha terminado aun.

—Cierto. —Fran le dedico una sonrisa—. Pero sabemos quienes son los heroes, ?no? Y los heroes siempre ganan. Esa es la regla principal del repertorio de la Compania Comica Brabazon. —Levanto los ojos hacia la uniforme oscuridad de hojalata del cielo, y alzo la voz hasta convertirla en un grito—. ?Me oyes? ?Los heroes siempre triunfan!

Se prepararon para seguir adelante. Mientras se cargaban los bultos a la espalda. Esti se acerco en silencio a Indigo y, en voz muy baja para que Fran no pudiera oirla, pregunto:

—Indigo..., ?por que llorabas? ?Era por Grimya ?

Indigo la miro, contemplo la inocente pero genuina preocupacion que se pintaba en sus ojos verdes. Habia tantas cosas que ni Esti ni Fran sabian...; tantas cosas que les ocultaba porque revelarlas seria poner demasiado a prueba su credulidad y volverlos desconfiados. La verdad era que habia llorado porque el demonio, al recordarle tanto a Nemesis como al emisario de la Madre Tierra, y mostrarsele tal y como ella habia sido en una ocasion, la habia puesto delante un espejo que reflejaba una horrible verdad. No era de extranar pues que, en un momento de crisis, esas imagenes surgieran de nuevo en su mente y la hubieran transformado ante los ojos de sus amigos. Y tampoco resultaba extrano que, al intentar subconscientemente escapar de lo que ellas representaban, buscara refugio, como ya lo

habia hecho antes, en la forma de un lobo.

Esti y Fran nada sabian de todo esto: nada de aquel talento natural escondido e impredecible, que Grimya habia descubierto de forma casual una noche muchos anos atras, y que permitia a Indigo cambiar tanto su forma fisica como su conciencia por la de una loba. Habia transcurrido mucho tiempo desde la ultima vez que tuvo que recurrir a este poder; pero siempre habia sabido que estaba alli, latente pero aguardando, y los trucos del demonio habian acabado por sacarlo violentamente del inconsciente a la realidad.

No podia explicarselo a sus amigos. No podia hablarles de aquellas espantosas y agobiantes sensaciones, ni del autentico significado que se ocultaba tras la jugarreta del demonio. Era algo demasiado profundo, demasiado aterrador. No lo comprenderian; y no era justo pedirles tal tipo de comprension. Era mejor que dejara que sacasen sus propias conclusiones, y que su inocencia, que tanto les envidiaba, siguiera sin macula.

—Si —dijo por fin en respuesta a la pregunta de Esti—. Lloraba por Grimya.

Llevaban ya rato pensandolo, pero fue Fran quien por fin rompio el silencio para expresar su pensamiento en voz alta. Habian andado bastante desde que se detuvieran a descansar, cada uno preocupado, cada uno consciente, como le habia sucedido a Esti antes, de que su viaje resultaba sospechosamente tranquilo de momento si se tenia en cuenta la advertencia del demonio. El silencio y la aparente falta de peligro los habia conducido, de forma separada pero por rutas paralelas, a la conclusion de que el peligro que les aguardaba no estaba en el desierto paramo, sino delante de ellos, al final del sendero.

Cuando Fran pronuncio sus nombres, tanto Indigo como Esti levantaron la cabeza, sacadas por sorpresa de su ensonacion por la inesperada llamada.

—?Verdad que os dais cuenta de que si este sendero en realidad es el mismo que existe en el mundo real, Bruhome esta a menos de medio kilometro de distancia ahi delante?

—?Estas seguro? —Esti aflojo el paso; tenia el rostro tenso.

—Del todo. —Fran indico una estribacion rocosa que penetraba en la carretera un poco mas adelante, y la obligaba a torcerse para evitar el obstaculo—. Ese es el Morro del Carnero. En cuanto doblemos el recodo, tendremos el puente que cruza el rio justo delante. —Hizo una pausa—. ?Quiere alguien adivinar lo que podemos encontrar?

Esti desvio la mirada del risco con un escalofrio, e Indigo dijo:

—Apostaria que problemas.

—Eso pienso yo. —Fran escudrino el paramo con una rapida mirada—. Todo ha estado demasiado tranquilo para esperar algo bueno, ?no creeis? No dejo de preguntarme que nos aguarda. No se me ocurre nada agradable.

—No hay duda de que esto es lo que desea el demonio —repuso Indigo—. Cuanto mas tiempo tengamos para esperar alguna nueva maldad, mas nerviosos nos pondremos.

—No creo que nos vaya a suceder nada hasta que lleguemos a Bruhome —intervino Esti—. O hasta que lleguemos a donde deberia estar Bruhome. Pero lo que no ceso de preguntarme es ?que encontraremos cuando lleguemos alli? Y no estoy muy segura de querer averiguar la respuesta.

—Se como te sientes, —Indigo le dedico una comprensiva mirada—. Pero ahora no podemos dar la vuelta.

—?Oh, ya lo se! Es solo que desearia estar... mejor preparada, quizas. —Esti junto ambas manos y las balanceo de un lado a otro, como si empunara un imaginario baston—. Mama tenia aquel viejo baston de madera de endrino, ?recuerdas, Fran? Siempre decia que romper cabezas era mejor que apunalar tripas si habia una pelea. Ojala tuviera ese baston ahora.

—Podrias crearlo —le dijo Fran.

—No, no puedo. Lo he intentado, pero no ha sucedido nada. —Esti sonrio pesarosa—. Saber que puede hacerse es una cosa; pero hacerlo es otra, al parecer.

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