colinas con un silencioso aire de amenaza, al otro las tierras bajas se perdian en direccion a un vago horizonte, salpicadas aqui y alla por zonas mas oscuras que podrian ser zonas de bosques.

—El sendero del paramo —musito Esti.

Era una replica perfecta del sendero de vacas que llevaba a Bruhome; el mismo sendero por el que las carretas de la Compania Comica Brabazon habian rodado para cumplir con su malhadado compromiso de asistir a las Fiestas de Otono, Indigo imagino la diversion del demonio ante tan ironica burla; pero prefirio no considerar lo que podria ocultarse tras estas negras colinas y valles donde, en el mundo real, debia de estar Bruhome.

No dijo nada, se acomodo mejor el arpa al hombro y, mientras intentaba ignorar la sensacion de mal presagio que se aduenaba de ella como la amenaza de unas terribles fiebres, paso por encima de la destrozada puerta y cruzo el arco. Fran y Esti la siguieron, sin hablar; en el mismo instante en que sus pies se posaron sobre el polvo y la grava del camino se escucho una especie de ahogada aspiracion, y se volvieron para mirar a sus espaldas.

El portal en forma de arco y la sala en ruinas habian desaparecido. Tras ellos, la carretera se perdia bajo el cielo desierto, blancuzca y despidiendo un leve fulgor hasta doblar un recodo de los oscuros paramos y perderse de vista.

Siguieron sin decir nada, pero en la silenciosa penumbra Esti extendio su mano y tomo la de Fran, oprimiendo sus dedos. Fran no supo si el gesto queria tranquilizarlo a el o a ella; pero le devolvio la presion antes de que, el uno junto al otro, empezaran a recorrer el sendero detras de Indigo.

CAPITULO 16

—Esta llorando —dijo Esti en voz baja.

—Lo se.

Fran no queria mirar al lugar donde estaba sentada Indigo de espaldas a ellos, al otro extremo de la reducida extension de hierba. Habia visto como se estremecian los hombros de la muchacha, aunque esta intentaba ocultarlo, y se sentia a la vez violento y desconcertado. Este no era el comportamiento propio de la Indigo que el habia creido conocer tan bien, y no sabia cual era la mejor forma de reaccionar.

—Fran, uno de los dos ha de ir a hablar con ella —insistio Esti—. Despues de lo sucedido en la sala, de lo que vimos...

—?Maldita sea, ya lo se! —Su voz era un furioso susurro, entonces vio como su hermana hacia una mueca—. ?Oh, por la Diosa, no empieces tambien tu! ?Con una ya es suficiente!

—No lloro —le replico con fiereza Esti—. Simplemente estoy preocupada. Muy preocupada, si realmente te interesa. Apenas si ha dicho una palabra en todo el tiempo que llevamos caminando, y ahora, cuando nos detenemos a descansar, se comporta como si nosotros no existieramos. —Sus preocupados ojos verdes se clavaron de nuevo en la espalda de Indigo—. Creo que sabe lo que le sucedio, y que nosotros lo vimos; y ahora no sabe que hacer. Hemos de tranquilizarla; pero al mismo tiempo hemos de averiguar que esta pasando.

—Muy bien —dijo Fran, agitandose incomodo—, entonces ve a preguntarle, ya que estas tan ansiosa.

—No. Creo que deberias ir tu. Y ya sabes por que.

—?No seas estupida! —Le dirigio una rapida mirada ofendida—. No sabes de lo que hablas.

—Oh, claro que si. Lo que pasa es que te averguenza admitirlo. —Esti se interrumpio para contemplarlo con perspicacia—. Si yo estuviera enamorada de alguien, y viera a esa persona en un apuro, no me quedaria ahi sentada como una tonta sin hacer nada.

Fran abrio la boca para replicar, pero la volvio a cerrar. La verdad era que no podia negar las palabras de su hermana: pero su resistencia se derivaba del hecho de que se sentia perdido por completo. Durante la larga caminata, que los habia llevado a traves del paramo sin, de momento, el menor signo de que se acercaran al final de esta, tanto el como Esti habian estado demasiado pendientes de cualquier senal de peligro como para haber tenido muchas oportunidades de charlar. Pero el intercambio ocasional de miradas habia sido mas que suficiente para decir a ambos que sus pensamientos giraban en torno al mismo tema; y ahora sabian que ya no podrian eludirlo por mucho mas tiempo.

En la sala en ruinas, cuando el demonio habia hecho aparecer aquella nube negra de ilusiones para derrotarlos, Indigo se habia transformado. La transformacion habia sido rapida, breve y los habia dejado demasiado aturdidos para captar mas que una minima impresion de lo sucedido, pero ambos habian reconocido a la criatura de ojos plateados que habia surgido de la ultima puerta para darles la bienvenida en tono burlon, y al extrano y turbadoramente hermoso ser de ojos dorados. Ambas criaturas, lo recordaban bien, habian llamado hermana a Indigo, y el recuerdo les producia escalofrios. Pero, por ultimo y para acabarlo de empeorar, se habia producido una tercera metamorfosis: por un aterrador instante, mientras la nube negra se arrojaba contra ellos, Indigo se habia convertido en un lobo. Podria haber sido cosa del demonio, otro truco para desconcertarlos, pero de alguna forma ni Fran ni Esti lo creian. La verdad estaba en otra parte, y sus implicaciones, que de momento quedaban fuera de su comprension, los acobardaban. Los sentimientos de Fran por Indigo aun complicaban mas las cosas, y ahora que veia su desconcierto Esti comprendio por que se sentia tan reacio a enfrentarse a Indigo y exponerle sus preocupaciones.

—Lo siento —dijo al tiempo que se sentaba sobre los talones y exhalaba un suspiro de contricion—. No ha sido muy delicado.

—No obstante, tienes razon. —Se dedico a destrozar un tallo de hierba—. Alguien deberia hablar con ella, y deberia ser yo.

—Si la amas, si. —Una pausa—. ?La amas?

El muchacho se encogio de hombros, molesto, y el rostro se le enrojecio.

—Esa no es la cuestion, ?no es asi? —Rapidamente, antes de que ella pudiese ver la expresion de su cara, se puso en pie—. Muy bien. Le preguntare.

Esti lo observo mientras, intentando parecer despreocupado, Fran se acercaba al lugar donde se sentaba Indigo. Sentia lastima por su hermano, ya que a pesar de que era dos anos mayor que ella, sabia que era mucho mas ingenuo, y por lo tanto mucho mas vulnerable, cuando se trataba de asuntos del corazon. Esti podia ser igual de inexperta, pero un solido nucleo de pragmatismo —falta de sensibilidad, la atormentaban sus hermanas— se ocultaba bajo sus romanticas inclinaciones y se habia jurado hacia tiempo que jamas haria algo tan tonto o doloroso como perseguir un amor imposible. Fran, por el contrario, no poseia tal defensa e Indigo era la primera mujer por la que habia sentido algo mas que un interes pasajero. Si se detenia a pensarlo, sabia que sus esperanzas eran inutiles; Indigo amaba a otro, y aun cuando aquel amor hubiera quedado para siempre fuera de su alcance, ella no sentia lo mismo que Fran y jamas lo haria. Pero Fran seguia sonando, y en los suenos no habia lugar para la razon.

Fran estaba sentado ahora junto a Indigo, y ambos hablaban. Esti suspiro con tristeza; se volvio de espaldas a ellos y fijo los ojos en el negro paramo. No podia oir lo que decian, y no queria ser indiscreta; lo mejor era guardar silencio y dejar que Fran resolviera aquello como le pareciera mas conveniente. Intento encontrar algo de interes entre los negros pliegues de las colinas, pero no habia nada; ni siquiera alguna roca que los elementos hubieran erosionado hasta darle una forma fantastica, como hubiera sido el caso en el mundo real. No se veia ni una oveja, ni una liebre, ni un pajaro. El terreno estaba totalmente silencioso y vacio, y tras la burlona advertencia del demonio sobre los peligros del camino, Esti desconfiaba de aquel vacio. Recordaba demasiado, penso, a la calma que precede a la tormenta.

Un sonido a su espalda le hizo dar un brinco, y al volver la cabeza vio que Fran se acercaba a ella con Indigo algunos pasos mas atras. —Esti.

Fran se agacho junto a su hermana. Sus ojos, observo esta sorprendida, brillaban de excitacion reprimida, y la muchacha dirigio una furtiva mirada a Indigo. Su expresion era mas solemne, pero el mismo brillo vehemente aparecio en sus ojos cuando sus miradas se encontraron. —Se lo dije. —Fran no se preocupo de los preambulos—. Le dije lo que vimos alla en la sala, y... bueno, creo que lo mejor es dejar que la misma Indigo lo diga.

—No lo sabia. —Indigo se sento sobre la hierba. Las lagrimas habian desaparecido ahora, aunque sus ojos mostraban unas reveladoras huellas rojas—. Recuerdo que me senti desorientada de repente... sucedio varias veces, como si por un momento viera a traves de los ojos de otra persona. Pero las transformaciones... no me cii cuenta de ellas; ?no tenia ni idea!

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