Paisajes nocturnos de este mundo espectral, ecos de sus propias experiencias... Desde luego, a esta sala se la podria comparar con el centro de una tela de arana, de la que surgian todas las avenidas. ?Pero estarian todas las escenas que se ocultaban tras sus puertas sacadas de experiencias del pasado, o habria en algunas imagenes del futuro?

Indigo se dirigio hacia la cuarta puerta. Se abrio, como las otras, sin hacer el menor ruido.

Y mas alla del umbral, en una oscuridad tan intensa que resultaba casi fisica, una enorme sombra vaga e informe se agito.

El corazon le dio un vuelco y cerro la puerta a toda velocidad, al tiempo que se daba la vuelta y respiraba profundamente para tranquilizarse. No habia visto nada con claridad, pero su imaginacion se habia desbocado, y las imagenes del Caminante Pardo y de otros innumerables e innombrables horrores afluyeron a su mente. Se dijo con firmeza que, al igual que todo lo demas en este lugar, no eran mas que imagenes inofensivas, reflejos, y extendio la mano, decidida a dominar sus temores y abrir otra vez la puerta. Pero antes de que pudiera tocar el pestillo por segunda vez, una voz dijo a su espalda:

—Indigo...

Todos sus nervios estaban en tension, y dio un violento respingo.

—?Fran! ?Por la Madre, me has asustado!

—Esti tiene algo que decirte —le dijo Fran con una debil sonrisa de disculpa.

Esti estaba de pie a poca distancia detras de el. Su rostro tenia una expresion acobardada y confusa, y se retorcia las manos, Indigo se acerco a ella, y de repente la muchacha se sonrojo violentamente, y dijo de corrido:

—?Indigo, lo siento! Si no hubiera sido por mi culpa, nada de esto habria sucedido, y para empezar, no nos habriamos separado y Fran me lo ha contado todo y comprendo por que tenias que ponerme a prueba, y, ?oh, al diablo! —Apreto los punos—. ?Nunca he podido disculparme como es debido!

—Ni yo tampoco. —Indigo le sonrio, y sintio una tranquilizadora y muy bienvenida oleada de alivio—. Pero yo tambien lo siento, Esti. —Tomo la mano de la muchacha y esta le devolvio el apreton—. ?Amigas?

Esti asintio con la cabeza.

—El problema era —dijo la muchacha con voz forzada— que todo parecia muy real. Y luego cuando todo empezo a ir mal, y recupere el juicio... bueno, Fran te lo contara. No puedo contarlo otra vez. Me siento como una idiota.

Indigo dirigio una rapida mirada a Fran y vio en su rostro la confirmacion a sus suposiciones.

—No creo que ninguno de los dos tenga que explicar nada —le dijo a Esti—. La imagen tuya que fue enviada a enganarme fue un simulacro muy bien hecho... incluso me conto la verdad.

—Es algo sobrenatural —intervino Fran—. Es la misma historia que la falsa Esti te conto, casi con las mismas palabras.

—Empiezo a sospechar que nuestro diabolico amigo posee un cierto sentido del humor, aunque eso si: perverso —repuso Indigo; se volvio, e indico en direccion a la pared—. Y me parece que ahora puede que tengamos que enfrentarnos a otro ejemplo de sus bromas. He visto por mi misma lo que hay detras de esas puertas, y creo que esta jugando a un nuevo juego.

Fran y Esti la escucharon con creciente interes mientras les describia las escenas que le habian mostrado las puertas. Abrieron otra vez las dos primeras puertas, para contemplar el jardin putrefacto y malsano y el bosque petrificado, y mientras Fran cerraba la segunda puerta, Esti pregunto:

—?Que hay de las otras? ?Cuantas hay?

—No estoy segura —admitio Indigo—. He intentado contarlas pero no lo he conseguido nunca.

—Y cada una parece conducir a una parte diferente de esta dimension. —Fran paseo la mirada a su alrededor, examinando toda la sala—. Me pregunto, ?que sucederia si intentasemos salir por una de ellas?

—No lo he probado —repuso Indigo con una risita seca.

—No. No; eso no seria sensato, ?verdad? Al menos, no hasta que sepamos que hay detras de cada una.

Esti avanzaba hacia otra de las puertas, una que Indigo aun no habia explorado, e Indigo le grito:

—?Ten cuidado, Esti! No creo que sean tan inocentes como parecen.

Esti vacilo y se volvio hacia ellos para decir:

—No lo sabremos hasta que lo probemos, ?no? —Entonces sus ojos se abrieron desmesuradamente—. ?Que sucederia si... si papa y Cari estuvieran detras de una de ellas?

«O Grimya», penso Indigo involuntariamente, y el pensamiento fue seguido de una punzada de angustia. Habian sucedido tantas cosas desde aquel espantoso encuentro con la manada de lobos que apenas si habia pensado en Grimya. ?Pero estaria ella alli, ella y sus fantasmagoricos seguidores, detras de una de las puertas? ?Hechizada, y aguardando, y hambrienta?

No dijo nada cuando Esti abrio la siguiente puerta, pero cuando la muchacha lanzo un agudo grito de sorpresa, el corazon le dio un vuelco y se le puso la carne de gallina. Esti, no obstante, miraba al otro lado de la puerta con estupefacta fascinacion en lugar de miedo, e Indigo se atrevio por fin a mirar.

No habia lobos; ni el Caminante Pardo ni el Jachanine, ni ninguna otra monstruosidad que se arrastrara por la oscuridad. En lugar de ello, el panorama de detras de la puerta se perdia en miles de kilometros de nada, bajo un firmamento cubierto de fragiles estrellas. A sus pies, a una distancia que paralizaba la mente, un paisaje inquietante giraba despacio como una titanica rueda bajo capas de nubes, iluminado durante breves y explosivos instantes por rayos que se bifurcaban, violentos y silenciosos, por entre sus abrasadas colinas.

El vertigo se apodero del estomago de Indigo y tambien de su sentido del equilibrio, y Eran grito apremiante:—?Esti! ?Cierrala otra vez, por nuestro bien!

La puerta se cerro de golpe, el vertiginoso panorama desaparecio, y Esti se estremecio.

—?Uff! —Meneo la cabeza como para despejarla—. Un paso al otro lado de esa puerta, y... —Hizo un muy expresivo gesto descendente con una mano.

—Tenemos un problema —dijo sombria Indigo—. Esta claro que no conseguimos nada quedandonos aqui: pero ?por que salida optar?

Eran se encogio de hombros, al tiempo que examinaba la sala otra vez con detenimiento.

—Solo hay una forma de saberlo, ?no creeis? Tendremos que abrir cada una de las puertas y ver que hay al otro lado. Hasta que lo hayamos hecho, no veo como podremos tomar una decision.

Tenia razon e Indigo reprimio su irracional negativa a estar de acuerdo con el.

—Muy bien, muy bien. Empecemos con la que viene despues de la que ha abierto Esti, y vayamos dando la vuelta.

Empezaron a recorrer el perimetro de la sala, mientras abrian una puerta tras otra. Algunas de las imagenes que encontraron detras de las puertas eran reflejos de escenas que ya habian visto en aquel mundo diabolico: el paramo, los riscos sobre el rio, los desiertos jardines; pero otras resultaban espeluznantes, aterradoras a veces. Una daba a un bosque; no el bosque inmovil y silencioso que habian visto antes, sino a un lugar sombrio, exuberante y salvaje de enormes y estremecidas hojas, zarcillos que serpenteaban y punzantes espinas, erizados de feroz y primitiva vida propia. De aquellas profundidades que se agitaban furiosas surgian horrorosos sonidos, como si un millar de bestias deformes lucharan a muerte entre los arboles. Otra puerta se abrio para mostrar unas neblinas arremolinadas y asfixiantes, y un espectral sonido de canticos, que parecian proceder de un lugubre coro. Tras la siguiente se encontraron ante la nada: un vacio tan completo que retrocedieron deprisa con una nauseabunda sensacion de sorpresa, y cerraron el portal sin dedicarle mas que un breve vistazo. Una cuarta puerta les mostro un paisaje de impresionante belleza, bosques y colinas y arroyos bajo un suave sol, y sin embargo impregnado de una aureola de total e implacable maldad.

La busqueda siguio incesante, imagen tras imagen, cada una diferente pero sin que ninguna les ofreciera la menor pista ni la menor esperanza; hasta que, cuando Indigo iba a abrir el pestillo de otra mas, Fran la detuvo para decir:

—Espera un momento. ?Cuantas hemos abierto? ?Te acuerdas?

—Quince —respondio de inmediato Esti—: las he contado.

—Yo he contado dieciseis. —Indigo arrugo la frente—. O diecisiete..., no estoy segura.

—No; y yo he contado trece, que es otra cantidad diferente. —Fran dio un paso atras y miro furioso a la hilera de puertas—. Antes, intentaste contarlas y no pudiste. ?Me parece que esto es otro juego! Podemos dar vueltas eternamente, abriendo una puerta tras otra y encontrando siempre un paisaje diferente detras de cada una.

Indigo y Esti se quedaron en silencio durante unos minutos. Esti empezo a contar las puertas, pero se dio por

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