vencida con un enojado movimiento de cabeza.

—Creo que Fran tiene razon, Indigo. Podriamos seguir asi hasta que la cabeza nos diera vueltas. Asi pues —miro a su hermano con curiosidad—, ?que vamos a hacer?

—Tengo una idea —respondio Fran—, aunque no se si conseguiremos algo que valga la pena. Abramos todas las puertas otra vez y dejemoslas abiertas. Veamos que nos revela eso. Si algo esta jugando con nosotros, eso puede obligarle a efectuar un nuevo movimiento.

—Vale la pena probarlo —asintio Indigo; se dirigio a la puerta que tenia mas cerca, levanto el pestillo y la abrio de par en par.

Fran y Esti siguieron su ejemplo y empezaron a ir de puerta en puerta. A medida que las puertas se abrian, toda una cacofonia de sonidos dispares lleno la sala; el espantoso canto coral, las bestias monstruosas que luchaban en aquel bosque primitivo, suspiros, gemidos, los lejanos y resonantes aullidos de un vendaval, Indigo apreto los dientes con fuerza cuando los sonidos aumentaron de intensidad, asaltando sus sentidos; las palmas de sus manos estaban empapadas de sudor y deseo gritar pidiendo que se acallara todo aquel estrepito; pero se obligo a pasar de una puerta a otra sin detenerse, levantando un pestillo, y otro, y otro.

Y entonces llegaron a la ultima de las puertas, y cuando Fran la abrio, todos los sonidos cesaron al instante.

—?Que... ?

La sorprendida y truncada pregunta de Esti resulto chillona en el repentino silencio, Indigo miro a la puerta que acababan de abrir y vio que la escena que se desarrollaba al otro lado —una bandada de pajaros que volaban por un tormentoso cielo nocturno— permanecia inmovil, como si el tiempo se hubiera detenido. Desvio la mirada rapidamente a las otras puertas abiertas, y vio lo mismo. Todo sonido y movimiento se habia detenido; y de repente percibio una sensacion de cambio inminente.

—?Mirad! —La aguda exclamacion de Esti la hizo girar en redondo.

En el extremo opuesto de la sala, entre dos de las puertas abiertas, habia aparecido un tercer portal de mayor tamano. Su superficie era negra, petrificada casi por el tiempo; y no tenia pestillo, ni se le veian bisagras.

—?Ah! —Los ojos de Fran se iluminaron llenos de ansiedad—. ?Ya pense que algo asi podria suceder!

Empezo a avanzar hacia la puerta, Indigo y Esti lo siguieron, y los tres se detuvieron ante esta.

—No hay forma de abrirla —dijo, nerviosa, Esti.

—Empujala —le insto Indigo.

Fran extendio la mano. Pero antes de que pudiera tocar la puerta, esta se estremecio, y los tres dieron un salto atras al ver que el portal empezaba a abrirse solo. Se balanceo hacia atras despacio, revelando una total oscuridad al otro lado, y Fran dio un cauteloso paso hacia adelante.

—No veo nada... creo que hay una habitacion ahi, pero...

Y sus palabras murieron bruscamente cuando una luz de un blanco azulado llameo en la oscuridad.

Dentro de la luz habia algo. Tenia forma humana... y cuando la deslumbrante luz se apago dio un paso adelante, adoptando la figura de una criatura, descalza y ataviada con un simple tabardo, de ojos brillantes y con una aureola de cabellos plateados coronando su cabeza. Miro a cada uno de ellos por turno, luego su extrana mirada se clavo en Indigo.

La sangre habia desaparecido del rostro de Indigo, dejandolo blanco como el papel. Sentia una sensacion de nausea en la garganta, y contemplaba a la criatura que tenia delante con asombro y repugnancia.

El ser sonrio, mostrando unos agudos y feroces dientes de gato. Y Nemesis, el peor de los enemigos de Indigo, la criatura creada de las profundidades mas siniestras de su propia alma, dijo:

—Bienvenida, hermana. Te esperaba.

CAPITULO 15

No era la voz de Nemesis. La figura era la de la criatura, y tambien la sonrisa maligna, y la fria aureola que brillaba en torno a su delgada forma, pero la voz pertenecia a otro. Por el rabillo del ojo, Indigo vio los rostros perplejos de Fran y Esti que se volvian para mirarla, pero no podia hablarles, ni siquiera podia intentar comunicarse o explicar.

Entonces Nemesis se desvanecio, y otra figura aparecio en su lugar. La que la reemplazo hizo que sus companeros dieran un brinco, pero para Indigo el segundo choque fue mucho mayor que el primero, y lanzo una exclamacion ahogada. Ataviado con un manto que relucia con los colores de las hojas en primavera, el rostro enmarcado por cabellos rojizos, y los dulces ojos dorados llenos de pena, severidad y sutil intensidad, el emisario de la Madre Tierra, que tantos anos atras habia enviado a Indigo en su larga y solitaria mision, le sonrio y dijo:

—Bienvenida, hermana. Te esperaba.

Las mismas palabras de Nemesis... pero, al igual que con Nemesis, el resplandeciente ser hablaba con la voz de otro.

Su propia voz.

—No —musito Indigo con voz ronca—. ?Tu no... tu no!

Empezaba a sentirse invadida por el panico, sintio alzarse en el interior de su cabeza como un incontenible maremoto, y se echo hacia atras, chocando con Fran, quien se habia movido para ir a su encuentro.

—Indigo, ?que es eso? —exigio apremiante—. ?Que es esa criatura?

La muchacha sacudio con fuerza la cabeza, incapaz de responderle. Entonces Esti lanzo un chillido de miedo, y ambos, como respondiendo a un mismo impulso, volvieron a mirar hacia la puerta.

El emisario habia desaparecido. En su lugar habia una joven vestida al estilo tradicional de la corte de las Islas Meridionales. Las joyas centelleaban en sus dedos. Un cinturon de eslabones de plata rodeaba su cintura; llevaba un torques de plata incrustada de agatas, y una corona adornada con esas mismas piedras. Sus cabellos, largos y sueltos, caian en brillante cascada de color castano rojizo sobre sus hombros, y sus ojos eran de un vivido azul-violaceo. Aturdida, muda de asombro, Indigo se contemplo a si misma, no tal y como era ahora, sino como habia sido en aquella otra vida perdida, cuando no era Indigo sino Anghara, princesa de las Islas Meridionales.

Fran y Esti estaban paralizados, sus ojos permanecian clavados en la aparicion sin comprender lo que veian. La imagen sonrio, con cierta amabilidad pero a la vez con suave y arrogante malicia.

—Vaya, Indigo..., ?me temes?

El sonido de su propia voz surgiendo de esta parodia fantasmal provoco que Indigo empezara a temblar, pero la colera reemplazaba rapidamente al temor a medida que empezaba a comprender. La imagen se echo a reir.

—Sin duda a estas alturas ya sabes que reflejo tan solo lo que veo en las mentes de los que penetran en mis dominios. ?Que hay, me pregunto, en lo que he sacado de tus mas reconditos pensamientos que te asusta tanto?

Indigo expulso muy despacio el aire que la sorpresa habia bloqueado en sus pulmones, y con su salida florecio su creciente rabia. La confusion y el temor se evaporaron para convertirse en una ardiente brasa de desden: comprendio que, por fin, tenia delante al demonio que habia venido a buscar. Ademas, no se habia equivocado: se trataba de un vampiro. Pero un vampiro que no solo debia alimentarse de las vidas de sus victimas sino tambien tomar su forma de entre la abundancia de recuerdos que encontraba en sus mentes, ya que carecia de forma propia.

—Tu —dijo despectiva, y vio como Esti y Fran le dirigian una rapida mirada, sorprendidos por la repentina autoridad de su voz—. Ahora ya se lo que eres, y por que te vistes con las imagenes de otros. No tienes el valor de mostrarte como realmente eres, ?no es asi? ?Porque no eres nada!

—?Indigo! —exclamo Fran.

Comprendio que Fran empezaba a darse cuenta tambien de la verdad que ella habia descubierto, y vio como el muchacho se llevaba la mano a la empunadura de su cuchillo al tiempo que seguia:

—Si este es el demonio...

—Lo es. —Extendio una mano para detenerlo—. Pero no puedes matar una sombra; no asi. —Su mirada se

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