Esti no sabia cuanto tiempo habia errado, sola y asustada y libre del hechizo, por el mohoso y silencioso jardin. Al ver aparecer por primera vez la luz de Indigo en la parte superior del muro se habia sentido aterrorizada, y se habia ocultado entre los arbustos, segura de que estaban a punto de soltar sobre ella algun nuevo horror. Incluso cuando el farol habia iluminado la figura de Indigo, Esti temio que se tratara de otro fantasma, y solo cuando Indigo, tan asustada como ella, habia gritado comprendio la muchacha que se trataba de un ser de carne y hueso, y no de una imagen enviada para enganarla.
La sensacion de alivio de Indigo al haber encontrado a Esti ilesa era mayor de lo que podia expresar; pero se vio enturbiada por su creciente preocupacion por Fran. Le habia contado a Esti todo lo que les habia acaecido y en que forma se habian visto separados, e intento convencerla de que ella no tenia la culpa. Cualquiera de los dos habria podido ser victima del engano; Esti simplemente habia tenido la desgracia de ser la victima escogida. Aquello no consolo demasiado a Esti; fuera lo que fuese lo que estuviera bien o mal, ella era responsable de la situacion en que se encontraban. Y si le sucedia algo a Fran ahora, anadio con ferocidad, seria culpa suya, y se mataria por ello, Indigo se llevo una mano a la boca para ocultar una sonrisa al escuchar esto, contenta de ver que el exultante espiritu de Esti —por no decir nada de su sentido del melodrama— no se habia visto afectado por la prueba
—Eso seria una gran perdida para todos nosotros —repuso, esforzandose por evitar que su voz delatase el menor atisbo de regocijo—. Pero, en serio, Esti; nos enfrentamos con un gran problema. Fran podria estar en cualquier parte... ni siquiera se que hay mas alla de este lugar, y mucho menos por donde empezar a buscar.
—?Ah, pero yo si que lo se! —Los ojos de Esti brillaron ansiosos—. Veras, justo antes de ver la luz de tu farol, intentaba encontrar otra salida, y descubri una verja. —?Una verja?
—Si. Exactamente igual que la que me condujo al interior del otro jardin, solo que esta estaba colocada en un arco de una pared.
Una verja dentro de un arco... debia de tratarse de un indicador, penso Indigo. Y si tambien Fran se habia encontrado con ella, lo mas seguro era que la hubiese cruzado. — ?Puedes volverla a encontrar? —inquirio ansiosa. —Estoy segura de que si. —?Entonces no perdamos mas tiempo!
Recogio el arpa, la ballesta y los odres de agua; Esti tomo la bolsa e indico en direccion a la oscuridad.
—Si seguimos la hilera de arbustos, llegaremos a un grupo de arboles. Esta lleno de maleza, pero hay un paso, y la verja esta justo un poco mas alla. —Alargo la mano y apreto los dedos de Indigo, en busca de animo—. ?Crees que lo encontraremos?
—Si —le respondio Indigo con energia, y silencio una vocecita interior que preguntaba:
Tan pronto como vio la puerta situada bajo el arco de piedra, Indigo supo que sus suposiciones habian sido acertadas. El parecido tanto con la verja original como con el arco a traves del cual Fran se habia evaporado resultaba descaradamente obvio: como un letrero luminoso colocado ante ellas.
—No se que hay ahi dentro —dijo Esti—. Mire, pero no pude ver nada en absoluto, y estaba demasiado asustada para abrir la verja.
Indigo levanto el farol y atisbo al otro lado. Por lo que podia ver, el panorama al otro lado de la verja era muy parecido al del lugar donde estaban: una marana oscura y desagradable de maleza y hierba y arbustos. Bajo la lampara, y probo el pestillo. Se descorrio, y la verja se abrio sobre silenciosas bisagras. Se miraron la una a la otra.
—Tu primero —dijo Esti, inquieta.
Indigo atraveso el arco despacio. Escucho el debil chasquido del pestillo a su espalda cuando Esti la siguio y cerro la verja; entonces vacilo, indecisa, al percibir un cambio en el suelo bajo sus pies, y bajo los ojos.
Estaba de pie sobre una alfombra de hojas humedas y mohosas. Obscenas parcelas de hongos que brillaban bajo innumerables gotas de humedad, brotaban de entre el viscoso desorden, y un olor a podrido la hizo arrugar la nariz. Le parecio oir un goteo de agua no lejos de alli.
—Esti, acercate y mira esto.
Movio el farol de un lado a otro, luego se detuvo cuando sus ojos se posaron en lo que parecian las balanceantes campanillas de una fritillaria creciendo entre el moho.
Aquella encantadora y familiar flor resultaba grotescamente fuera de lugar, y se inclino
para arrancar uno de sus tallos. Se estremecio en su mano y se pregunto por un instante si aquello no seria alguna especie de enigmatica senal, sobre lo que pudiera ser su autentica naturaleza...
La flor se desintegro e Indigo se encontro sosteniendo el tallo marchito de algo irreconocible, tan podrido que estaba casi licuado.
Llena de repugnancia, lanzo un juramento en voz alta y arrojo el negro revoltijo lejos de ella. Cayo sin hacer el menor ruido sobre la empapada maleza, y la muchacha sacudio la
—?Has visto lo que ha pasado? —dijo a Esti—. Ha sido... ?Esti?
Solo obtuvo silencio como respuesta. Esti no estaba alli.
—?Oh, por la Diosa... ! —El pulso empezo a latirle desordenadamente—. ?Esti! ?Donde estas?
No hubo respuesta, y la inquietud empezo a convertirse en un profundo temor.
—?Esti! —volvio a llamar Indigo—. ?En nombre de la Madre, respondeme!
Una voz a su espalda, sepulcral, impregnada de podredumbre, dijo:
—Esti no esta aqui, Indigo. Pero nosotros si.
Y una mano blanca y leprosa surgio de la oscuridad para sujetar su muneca.
Indigo lanzo un chillido, y el farol salio despedido por los aires, describiendo un arco para luego caer con un crujido entre las hojas. La vela se apago al momento e Indigo se desasio con un fuerte tiron, dando un traspie frenetica mientras intentaba darse la vuelta para ver a su desconocido asaltante. La oscuridad la rodeo como un muro; acostumbrada a la luz de la lampara, le era imposible ver nada, y por un terrible momento sintio como si toda la dimension se cerrara sobre ella para aplastarla.
Luego, a menos de dos pasos frente a ella, alguien se echo a reir.
Fue uno de los sonidos mas malevolos y a la vez deprimentes que Indigo habia escuchado jamas; una hueca imitacion de hilaridad, sin significado y sin razon. Los dientes empezaron a castanetearle; dio un paso atras, tambaleante, y devolvio la vida a su voz con un esfuerzo.
—?Quien... eres?
Estallo un coro de blandas risas que parecian resonar desde todas partes, que se apago en un largo y doloroso suspiro.
—?No nos conoces, Indigo? ?Ya nos has olvidado?
Conocia aquella voz. Estaba cambiada como si proviniera de la tumba, pero la conocia. Y ahora, a medida que su vision se ajustaba, pudo distinguir una figura borrosa que se movia en la oscuridad y se acercaba a ella. Las mohosas hojas despidieron un sonido blando y acuoso al ser arrastradas por pies, muchos pies que la rodeaban, comprendio con horror. Y entonces de entre las tinieblas, mortalmente palido, los ojos en blanco y sin expresion como los de un pescado, la piel medio disuelta, colgante y descompuesta sobre sus huesos, aparecio el rostro de Constancia Brabazon.
Indigo lanzo un grito estrangulado y se tambaleo hacia atras, para detenerse luego en seco al recordar el ruido de pies, detras de ella al igual que delante. Intento grunir una negativa con la respiracion entrecortada como si le faltara el aire.
—No..., oh, no...
—Te hemos estado buscando, Indigo. —La boca de Constan se ensancho en una sonrisa lastimera que mostro unos dientes ennegrecidos que se desmoronaban—. Sabiamos que vendrias en busca de nosotros, Can y yo lo sabiamos, sabiamos que vendrias, porque eres una muchacha buena y valiente, y no abandonarias a tus amigos en su desgracia. Asi que buscamos y buscamos, y te hemos encontrado, y ahora estamos todos juntos otra vez.
Indigo lucho con denuedo para contener el panico que amenazaba con desquiciarla.
—Indigo. —La imagen de Constan le hablo de nuevo con aquella espantosa voz sorda y sin inflexion—. Lo