bien. Lo que no pudiera conseguir con el poder de la mente, lo conseguiria con el poder de su cuerpo.

Y de esta forma se habia iniciado la ascension. Mientras introducia la punta del pie en una estrecha grieta, e insertaba los dedos en un hueco entre la piedra y el cemento, y se impulsaba hacia arriba para recorrer el primer tramo vital, Indigo habia oido como los arboles y los matorrales del jardin se agitaban a su espalda, y sonrio levemente.

«Si», dijo en silencio. «Avisada vuestro amo, si asi lo deseais... ?De nada le servira!»

Y, porque habia querido que asi fuera, los puntos de apoyo para manos y pies habian estado alli, pequenos y fatigosos, precarios e inestables pero suficientes no obstante para permitirle subir por la pared como una lenta y torpe parodia humana de un insecto. Ya solo faltaban unos metros.

Indigo apreto los dientes para reprimir el fuego que sentia en sus musculos y lanzo su quejumbroso cuerpo hacia arriba hasta el nuevo asidero. Se quedo suspendida, sintiendo la tension de sus tendones: luego dio un nuevo tiron, un nuevo esfuerzo agotador, y con un jadeante juramento se proyecto en un salto de tijera para sentarse a horcajadas sobre la parte superior de la pared.

Durante unos instantes la falta de respiracion y el alivio se combinaron para inmovilizarla, tanto fisica como mentalmente, en un mundo de palpitantes oleadas rojas de agotamiento. Por fin aquella sensacion empezo a desvanecerse y lanzo una potente bocanada de aire. Lo habia conseguido, A pesar de que no estaba en buenas condiciones fisicas, las viejas habilidades habian regresado y habia conseguido su objetivo. Ahora, en algun lugar del otro lado de la altura que habia escalado, estaba no solo Fran sino tambien Esti; y la clave —lo percibia, estaba segura de ello— del destino corrido por Constan y Cari.

Abrio los ojos y miro hacia abajo, a lo que habia al otro lado de la pared: no vio mas que oscuridad.

—?Fran?

Pronuncio su nombre vacilante, y aguzo el oido para captar cualquier sonido de respuesta que proviniera del negro pozo que se abria a sus pies. Su voz sono con un peculiar tono apagado, como si hubiera hablado al vacio, y no le llego la menor respuesta de la oscuridad.

—?Fran! Fran, ?donde estas?

Nada, Indigo contemplo pensativa la superficie de la pared. Era lo bastante rugosa como para ofrecer un numero razonable de puntos de apoyo; pero no podia ver mas que a algunos metros mas abajo antes de que la oscuridad lo envolviera todo como un negro lago, y no estaba nada dispuesta a correr el riesgo de introducirse en lo desconocido.

Vario ligeramente su posicion para mejorar su equilibrio sobre la pared, desato el farol que habia atado a su bolsa, y saco el yesquero. Ahora ya le resultaba facil desafiar la resistencia de este mundo al fuego, y se sintio muy satisfecha cuando el cabo de la vela se encendio al primer intento, desparramando luz amarilla en un circulo desigual.

Indigo se inclino fuera de la pared todo lo que fue capaz y sostuvo el farol extendiendo el brazo. Su luz arano la oscuridad e ilumino otros dos metros mas de la pared de piedra, pero eso fue todo; no le decia nada que le sirviera de algo. Mascullo una maldicion, y hurgo en su bolsa en busca de un pedazo de cuerda, le ato el farol y empezo a soltarla, bajando el farol pegado a la pared. El circulo de luz danzaba enloquecido mientras el farol iba chocando con la pared, e Indigo se dedico a contar la cantidad de cuerda que soltaba, calculando por la longitud de su brazo: diez, doce, quince... Entonces detuvo bruscamente el farol al ver que la luz relucia sobre la hierba del suelo.

Se sintio llena de una torva satisfaccion, y las imagenes de pozos sin fondo se desvanecieron. Ato rapidamente la bolsa y el arpa al otro extremo de la cuerda y los bajo hasta donde estaba el farol: cuando noto que la cuerda se aflojaba la solto con cuidado y, cargada tan solo con la ballesta a su espalda, paso la otra pierna sobre el borde y se volvio de cara a la pared para iniciar el descenso.

La bajada era peligrosa y horripilante, mucho mas dura que la ascension. Pero por fin sus pies se posaron en el suelo y, aliviada, Indigo se irguio y paseo la mirada a su alrededor.

La iluminacion ofrecida por la lampara no cubria demasiado terreno, pero era suficiente para mostrarle que se encontraba en otro jardin. Aqui, no obstante, el cesped y los arbustos estaban descuidados y cubiertos de maleza; y en el limite del circulo de luz distinguio una tetrica marana de vegetacion que invadia toda la superficie de hierba. Levanto la lampara y la mantuvo en alto, y pudo ver una borrosa masa boscosa, troncos negros rodeados por ramas cargadas de hojas que se doblaban hasta casi tocar el suelo. Aquello confirmo una sospecha que ya habia empezado a tomar forma en su mente: que esto era una imagen distorsionada del jardin del otro lado del muro. El crepusculo se convertia en total oscuridad, podredumbre y desolacion ocupaban lo que antes habia sido un orden agradable aunque algo deprimente; se habia corrido otro velo, y se hallaba mas cerca del centro de la telarana del demonio.

Indigo bajo el farol, y le dio la espalda a la pared. Si la teoria del espejo era cierta, entonces en algun lugar delante de ella habria otra entrada, reflejo de aquella por la que ella y Fran habian penetrado en el jardin gemelo a este. ?Y mas alla? Quiza seria mejor no hacer especulaciones todavia, y seguir andando para ver que le esperaba.

Se inclino para cargarse la pesada bolsa a la espalda otra vez, pero entonces se detuvo al oir algo que se movia entre los tupidos arbustos que tenia al lado y sintio un hormigueo por todo su cuerpo.

Por un instante que parecio interminable reinaron una quietud y un silencio totales mientras Indigo clavaba la mirada en la oscuridad. No lo habia imaginado: el sonido de las hojas muertas al crujir bajo un pie imprudente le era demasiado familiar para equivocarse. Pero no se produjo el subsiguiente balanceo revelador de una rama o un movimiento extrano del follaje. Quienquiera —o lo que fuera— que acechaba entre los matorrales sabia que se lo habia oido acercarse, y se habia quedado totalmente inmovil, a la espera de ver que hacia ella.

Muy despacio extendio la mano para tomar otra vez el farol, y en el mismo instante en que su mano lo rozaba, una ramita se quebro justo en el limite del circulo de luz.

El corazon le dio un vuelco tan violento que tuvo la impresion de que iba a saltar de su pecho a su garganta, y —aunque fuera una locura— grito:

—?Quien es? ?Quien esta ahi?

Toda una seccion de un enorme matorral se hundio hacia ensucio, dividiendose, y una voz temblorosa respondio:

—?Indigo... ?

?Esti?

El pendulo se balanceo del terror a un asombrado alivio, e Indigo tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no empezar a reir como una histerica. Iluminado por la luz de la lampara, el rostro de Esti al salir de entre los arbustos era el vivo reflejo del asombro; con el cabello lleno de hojas y una alargada mancha de barro en la mejilla tenia un aspecto incongruente y comico en medio del abandono del jardin.

—?Oh, Indigo!

Esti se libero de la enmaranada vegetacion y por un momento permanecio sin moverse, temblorosa, como si no se atreviera a creer en lo que veia. Luego, de repente, se lanzo hacia adelante, corrio hacia Indigo y le lanzo los brazos alrededor del cuello, abrazandola con todas sus fuerzas.

—?Oh, Indigo, no sabes lo contenta que estoy de haberte encontrado!

—Fui tan estupida... —Esti se seco los ojos y la nariz en una manga y sorbio ruidosamente—. Nunca podre perdonarme lo que hice. ?Nunca!

Su historia era breve y desagradable. Al parecer recordaba muy poco de lo sucedido despues de escaparse del campamento; solo habia sido consciente de una poderosa e imperativa ansia que suprimia cualquier otra cosa. Al igual que a Chalila, cuyo papel habia representado en una ocasion, el demonio enamorado la habia reclamado y ella habia corrido ciegamente a su encuentro, pero al contrario que el de Chalila, el relato de Esti no habia tenido un final feliz. Sin saber como habia llegado alli, se encontro frente a la verja de hierro forjada, la cual se abrio para dejarla entrar en el jardin. Y en el jardin, la esperaba el hombre de rostro palido y ojos oscuros y doloridos.

—Era muy hermoso —le dijo a Indigo—. Me di cuenta de que se sentia solo, y de que solo yo podia consolarlo. Me tendio los brazos: y corri hacia el, y... —Se cubrio el rostro con las manos, avergonzada por el recuerdo—. Y entonces de repente escuche una carcajada horrible, y todo cambio, y el habia desaparecido, y yo estaba alli, sola en la oscuridad, solo que todo habia cambiado y no podia encontrar el camino de regreso al otro jardin... ?Oh, Indigo, ha sido todo tan horrible, tan

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