colera reprimida volvia a hacer acto de presencia, y el recuerdo de los llameantes ojos embrujados de
—Fran. —Dejo de andar—. Fran, no sirve de nada. No puedo aclarar mi mente. Solo la Madre sabe que puede aparecer si no consigo dominar mis pensamientos.
Fran miro con atencion la oscuridad durante unos instantes, luego volvio la cabeza. La verja resultaba invisible ahora, pero el cesped se extendia delante de ellos sin dar la menor senal de terminar. Se paso la lengua por los labios.
—Hablale a Esti —dijo, y senalo a la oscuridad—. Hablale, como si estuviera aqui y la saludaramos y nos dirigieramos a su encuentro.
—Si...
Valia la pena intentarlo; podia concentrar la conciencia y aplastar los pensamientos subconscientes. Sintiendose algo ridicula, Indigo levanto la voz.
—Esti. —«Imagina que se acerca a ti. Esta bien, no esta hechizada: no es mas que la Esti que siempre has conocido»—. ?Esti!
—?Esti! —La voz de Fran se unio a la suya—. En el nombre de la Madre, ?donde has estado? Te hemos buscado como locos. ?Por que has huido?
El muchacho mostraba una amplia sonrisa, apelaba a todos sus recursos artisticos, representaba su papel a la perfeccion. Estimulada por su ejemplo, Indigo penso en la Compania Comica Brabazon y se dijo con determinacion que esto no era mas que otra representacion, sobre un desvencijado escenario de madera, bajo la luz de las antorchas, ante una multitud que esperaba que se la distrajera.
—No te enojes con ella, Fran —dijo, entrando en el juego y reuniendo nueva confianza— No ha pasado nada malo, y volvemos a estar juntos.
—Cierto, pero, Esti, si nos vuelves a dar otro susto como este, te... —Pero no pudo articular ningun sonido porque las palabras se ahogaron en su garganta.
Sucedio tan rapido que Indigo siguio andando algunos pasos por delante de Fran antes de que la sorpresa la obligara a detenerse con un sobresalto. Un momento antes no habia existido nada excepto el interminable cesped que se perdia delante de ellos; pero al momento siguiente, el cesped habia desaparecido y una pared de piedra les cerraba el paso. Un arco se abria en la pared, y bajo su piedra angular habia una mujer de rojos cabellos.
La sorpresa dio paso a la alegria, e Indigo exclamo llena de jubilo:
—?Esti!
Pero Fran no dijo nada. En lugar de ello dejo caer la bolsa que transportaba y permanecio sin moverse, como si una terrible fuerza lo hubiera paralizado de repente con violencia. Solo sus ojos seguian animados, y estaban llenos de horror.
Sin comprender, Indigo volvio a mirar a la mujer, y entonces vio que, aunque sus cabellos eran del mismo brillante color que los de Esti, y su nariz poseia la misma coqueta inclinacion, era muchos anos mayor, el rostro marcado por las lineas de expresion que
denotaban a la vez edad y larga experiencia.
La comprension la golpeo como un punetazo. Se volvio hacia Fran, vio la confirmacion en sus afligidos ojos, y le oyo decir en una voz debil y ahogada:
—?Mam... ?
—Fran, no. —Indigo levanto una mano para impedirle el paso, aunque el no hizo la menor senal de querer moverse—. ?Es un fantasma!
Los musculos de la garganta de Fran se movieron, y por fin consiguio articular:
—Lo... se.
La mujer sonreia, carinosa y con una cierta expresion de reproche, como si se pusiera a prueba su indulgencia. Fran la miro fijamente, luego su garganta se movio otra vez de manera espasmodica.
—Mi madre esta muerta. No es ella, no puede ser ella. —Un escalofrio le recorrio el cuerpo, rompiendo la paralisis—. Hazla desaparecer, Indigo. Por favor: ?eliminala!
—No... no creo que pueda. —Lo miro llena de preocupacion—. La han sacado de tu mente, igual que sacaron al Caminante Pardo de la mia. No puedo hacer que desaparezca con mi fuerza de voluntad.
La figura ladeo la cabeza a un lado, y sus labios hicieron una mueca de burlona consternacion. A Indigo se le puso la carne de gallina al decirle su instinto que la aparicion —y por lo tanto su creador— habian oido su conversacion. Entonces, la figura levanto los brazos y los tendio hacia adelante.
—Eh, vamos, Fran. Ven con tu madre. Ven para que te consuele.
El alarido de Fran rasgo la sofocante penumbra, y, con una mano, el muchacho aparto el brazo de Indigo que intentaba contenerlo, mientras con la otra sacaba el cuchillo de la funda que pendia de su cinturon. La hoja centelleo mortifera... y Fran salio corriendo como una liebre, dirigiendose hacia el arco y el sonriente fantasma con el cuchillo alzado para matar.
—?Fran, regresa!
Indigo se tambaleo, agito los brazos, recupero el equilibrio y corrio tras el mientras el muchacho se precipitaba en direccion a la abertura de la pared. La aparicion lanzo una inhumana carcajada, giro con la velocidad de un derviche y se perdio en la oscuridad, y Fran, aullando todavia, atraveso el arco en su persecucion.
—
Indigo tuvo una premonicion, y lanzo una desesperada advertencia; pero Fran no le presto atencion; no era mas que una mancha borrosa en la oscuridad y ella forzo sus musculos a efectuar un ultimo y frenetico esfuerzo para alcanzarlo antes de que...
Se estrello con un tremendo impacto, con el rostro por delante, contra la solida pared de un muro de piedra sin fisuras.
CAPITULO 13
Indigo lanzo un sentido juramento en voz baja y apreto el rostro contra la aspera superficie de la pared; luego cerro los ojos por unos momentos mientras su palpitante corazon reducia su velocidad a algo parecido a su ritmo normal. Le parecia como si sus pantorrillas y biceps ardieran; estaba en baja forma, desentrenada, y el peso de la bolsa, el arpa y la ballesta habian empeorado las cosas. Pero el feroz esfuerzo ya casi habia terminado: al levantar la mirada, vio el color gris peltre del cielo por encima del mas oscuro negro de la pared de piedra, y entonces pudo darse cuenta de que estaba cerca de la parte superior del muro.
Al recuperar el conocimiento se habia encontrado tendida sobre la hierba al pie de la pared y, mientras se llevaba una mano al rostro dolorido y se palpaba los rasgunos de su nariz y frente, habia reflexionado con amargura que por mucho que la pared de piedra pudiera ser tan ilusoria como todo lo de este mundo, su choque contra ella habia resultado muy real. Pero no parecia haber otro dano; no habia conmocion ni contusiones.
Por fin, algo insegura, habia conseguido levantarse, y empezo a considerar su nuevo y urgente dilema.
El arco habia desaparecido. Alli donde habia estado solo habia la lisa pared de piedra, y supo de inmediato que seria inutil buscar cualquier rastro de una abertura. La estructura de la pared se habia alterado en el mismo instante en que Fran habia pasado bajo el arco, y ahora estaban separados por una solida barrera.
Mas tarde, cuando hubo gritado su nombre hasta que le dolio la garganta y se quedo sin voz, comprendio que su esfuerzo habia sido inutil desde el principio: no podia haber respuesta, ya que lo que hubiera al otro lado de la pared estaba tambien fuera de su alcance. El maestro de ceremonias habia alterado la naturaleza de su actuacion sin avisar, y sus marionetas bailaban de repente a otro son. Ella y Fran estaban separados por algo mas que piedra y cemento: los separaba un mundo.