piso superior.

CAPITULO 17

Se acercaron como el insinuante discurrir de un rio que poco a poco pero de forma letal va desbordando sus margenes; se amontonaron primero en una masa mas oscura y luego se desperdigaron gradualmente, con cautela, por la plaza. Desde donde ella estaba en el alto ventanal que se abria al balcon de la Casa de los Cerveceros, Indigo podia ver el parpadeo rojo de sus ojos, como ascuas sobrenaturales en medio de la noche. Sabia que Fran y Esti estaban agazapados sobre el suelo a su espalda, concentrandose freneticamente mientras intentaban conjurar una ilusion de luz, pero apenas si les dedico un pensamiento, y ademas, tampoco podia ayudarlos. Toda ella estaba concentrada en la reunion de lobos y en sus agonizantes y terribles esfuerzos por llegar hasta la mente embrujada de Grimya.

No se habian producido mas aullidos; nada que pudiera haberle permitido separar la voz real y fisica de Grimya de los ecos espectrales de su manada fantasma. El silencio era intenso y destrozaba los nervios; y de momento no habia visto ningun gris moteado entre las negras figuras que se escabullian y acechaban por entre las casas. Pero Grimya estaba alli; Indigo lo sabia con deprimente certeza; un juguete en las manos del demonio, un muneco y un arma, la loba estaba alli y aguardaba.

Se produjo un movimiento a su espalda. Alguien se acercaba sin hacer ruido, y escucho la respiracion nerviosa y rapida de Esti.

—No podemos hacerlo. —El apagado resplandor del cielo se reflejo sobre los cabellos de Esti como la luz de las estrellas lo haria sobre el cobre cuando la muchacha se inclino hacia adelante para mirar por la ventana—. No somos lo bastante fuertes. —Vacilo—. ?Que hacen?

—Nada de momento —repuso Indigo, sacudiendo despacio la cabeza—. Parecen reacios a salir al descubierto. Creo... —Su voz se quebro y trago saliva—. Creo que por el momento se contentan simplemente con intimidarnos.

Esti miro la ballesta que Indigo sostenia en la mano. Estaba cargada, pero la cuerda no estaba tensada ni el disparador preparado.

—No iras a...

—No. —Ningun poder podria inducirla a disparar a Grimya; eso era algo que Indigo habia decidido hacia ya bastante rato. La ballesta era una muleta para su valor, nada mas.

Esti se quedo en silencio mientras examinaba la plaza con atencion. Entonces, de repente, se agarro al brazo de Indigo.

—Indigo..., ?que es eso de alli?

El corazon de Indigo dio un vuelco ante el inesperado contacto.

—?Que? —inquirio, con mas brusquedad de la que pretendia.

—Ahi. —Esti indico un conjunto de edificios apinados en el lado sudeste de la plaza—. La ventana del desvan, en la parte superior de esa casa con el tejado a dos aguas tan empinado... ?hay una luz!

Tenia razon. Debil, vacilante, pero inconfundible, una vela ardia en el piso mas alto de la casa. Y, al contrario de las otras casas que tenia al lado, parecia como si la ventana estuviese entreabierta.

—?Fran! —Indigo se volvio hacia el interior de la habitacion con el corazon latiendole apresuradamente, e hizo un gesto para que se acercara—. ?Ven aqui, deprisa!

El muchacho se les unio en la ventana, y Esti senalo otra vez al otro lado de la plaza.

—Mira eso...

—Que la Diosa me deje ciego si... —Los ojos de Fran se abrieron de par en par, luego se entrecerraron hasta convertirse en sendas rendijas—. Eso es el Tonel de Manzanas, ?verdad? Fijaos; puede distinguirse el rotulo de la posada sobre la puerta.

Esti se volvio para mirarlo, aturdida, al tiempo que la misma loca idea se les pasaba a todos por la cabeza a un tiempo.

—No pensaras... —dijo la muchacha.

—No —la interrumpio Fran con brusquedad—. Es un engano. Tiene que serlo.

—Pero papa conoce tan bien el Tonel de Manzanas... ?Seria el primer lugar en que pensaria!

Fran nego con la cabeza, aunque Indigo vio por su expresion que deseaba desesperadamente que alguien lo contradijera.

—No pueden ser ellos, Esti. ?No puede ser!

—Hay una forma de asegurarse —dijo Indigo con voz tensa.

Los dos jovenes la miraron, esperanza y temor alternandose en sus rostros.

—Silba —siguio—. Lanza una llamada utilizando el codigo de la gente del paramo. Si es Constan, contestara, no lo dudes.

Fran renego en voz baja, luego repuso:

—El sonido llegaria hasta alli...

—?Intentalo, Fran! —Los ojos de Esti brillaban enfebrecidos—. ?Por favor!

Los musculos de la garganta de Fran se movieron espasmodicamente mientras salia al balcon. No miro abajo, mantuvo la mirada firmemente alejada de las silenciosas y cambiantes formas que se agitaban en los limites de la oscuridad del suelo.

—No... no se si podre hacerlo. Tengo la boca tan seca...

Esti lanzo un juramento y corrio en busca de un odre de agua.

—?Intentalo! —suplico de nuevo—. ?Lo haria yo misma, pero no conozco los codigos!

—De acuerdo.

Aparto el odre de agua, se llevo los dedos a la boca, aspiro, y cinco notas resonaron estridentes a traves de la plaza.

Al instante se elevo una gran algarabia de aullidos procedente de las callejuelas a sus pies. Esti lanzo un gemido ahogado y retrocedio al interior de la habitacion; luego, mientras los gritos de los lobos se apagaban, recupero poco a poco la serenidad.

—?Que has dicho? —Las palabras surgieron con dificultad por entre sus dientes apretados.

—He dicho: familia aqui: responded e identificaos. —Fran intentaba no mostrar su desconcierto ante el escalofriante desafio de los lobos, a pesar de que su frente estaba perlada de sudor.

—Quiza no lo oyeron. Quizas esas... esas criaturas lo ahogaron con sus gritos.

Fran no respondio. Aguardaron, y la esperanza de Indigo empezo a desvanecerse. Entonces, distantes pero claras, dos notas resonaron desde el otro lado de la plaza, y se repitieron una vez antes de que los gritos renovados de los lobos las ahogaran.

—?Oh, Fran! —Esti se aferro al marco de la ventana, casi bailando de temerosa excitacion—. ?Que fue?

—Dijeron: repetid quien. —Fran se humedecio los labios—. Si dijeron algo mas, no lo oi. ?Malditas sean esas monstruosidades de ahi abajo! Esperad; volvere a repetir la llamada, y anadire el codigo que les dara nuestra posicion. Si nos colocamos junto a la barandilla del balcon, a lo mejor podran vernos.

—Atraeremos la atencion de los lobos a la vez que la suya —repuso Esti dubitativa.

—Ese es un riesgo que hemos de correr. Vamos. —Extendio una mano hacia ella y la muchacha, de mala gana, se dejo sacar al balcon—. Lo que tienes que hacer es rezar para que sea papa, y no nos estemos metiendo en una trampa.

Esti se mordio el labio, y permanecio pegada a Indigo mientras, de nuevo, Fran silbaba la aguda secuencia de notas, y anadia una cadencia extra al final. A pesar del clamor de los lobos, el sonido se elevo con claridad en la quietud de la noche, y repitio la secuencia dos veces para asegurarse.

—?Hay una sombra en la ventana! —senalo Indigo de repente—. Mirad..., se abre un poco mas...

La debil luz se habia amortiguado y parpadeado, como si algo se hubiera interpuesto entre ella y la ventana. La ventana se oscurecio al inclinarse la figura hacia afuera.

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