sus clientes poseyeran al menos un minimo de conocimientos. Y era una indicacion muy clara de que los elementos menos respetables de la siempre en movimiento poblacion de Mull Barya no eran bien recibidos mas alla de las enceradas puertas de madera.
Cuando
—Bien,
El enorme animal gris de aspecto perruno alzo el hocico moteado y olfateo con agrado el aroma que salia por las puertas. Por un instante la muchacha se pregunto como reaccionaria la clientela de
Empujo las puertas, y entraron.
Era algo asi como penetrar en un capullo acogedor y calido pero ligeramente irreal. Los ruidos de la calle bulliciosa se transformaron bruscamente en un murmullo apenas audible al cerrarse las puertas a sus espaldas; aqui brillaba la luz tenue y reposada de las lamparas, el resplandor de la madera y el cobre brunidos, el calor de un enorme fuego que ardia en el hogar y dibujaba sombras en el techo de la sala. Todo el suelo estaba cubierto de alfombras; incluso la escalera que conducia a las habitaciones de los huespedes estaba alfombrada para reducir al minimo el sonido de pisadas.
Tuvo el tiempo justo de ver como las dos jovencitas y su dama de compania desaparecian bajo una arcada cubierta por una cortina que, al parecer, conducia al comedor. Tras el brillante mostrador de madera, la duena de la posada la contemplaba con curiosidad, Indigo se volvio, acercandose al mostrador.
—Quisiera una habitacion.
La propietaria la contemplo con evidente perplejidad. Con voz envarada y cautelosa, le dijo:
—Creo, senora, que os han informado mal.
La implicacion era muy clara, el cortes calificativo, pronunciado con gran delicadeza. La muchacha suspiro, y su voz adopto un ligero tono cortante.
—No, no me han informado mal. Deseo una habitacion tranquila, un bano caliente y comida abundante. — Saco tres valiosas monedas de una bolsita que le colgaba de la cintura y las arrojo sobre el mostrador—. Supongo que podreis satisfacer mis necesidades...
La propietaria se puso muy nerviosa. Con aquel abrigo de cuero desgastado, los pantalones masculinos y los cabellos sujetos de forma tan descuidada en una larga trenza, la muchacha tenia el mismo aspecto que cualquier golfillo de los muelles; sin embargo su voz estaba bien modulada y sus modales llenos de seguridad en si misma, casi aristocraticos. La mujer hizo un gesto conciliador mientras intentaba ocultar su confusion.
—Desde luego que podemos, senora. Pero... —Indico a
La joven sonrio.
—No importa. Se quedara conmigo. Es decir, ?podeis facilitarme comida apropiada para ella?
La propietaria inclino la cabeza. Todavia no se sentia muy segura con respecto a esta forastera, pero sabia por experiencia que el aspecto exterior no va necesariamente parejo con la posicion social, y que nunca era aconsejable rechazar un buen cliente.
—Estoy segura de que eso no sera ningun problema, senora —respondio con cierto envaramiento y, dandose la vuelta, saco de una estanteria un libro encuadernado en piel y lo empujo hacia la joven junto con pluma y tinta—. ?No os importa firmar en el registro?
La joven se inclino sobre el libro y, por un instante, sintio el impulso de firmar con su nombre autentico; el antiguo nombre que habia perdido tanto tiempo atras. Seria divertido ver la reaccion de la patrona cuando se diera cuenta de que su inverosimil huesped era la hija de un rey.
Pero refreno el impulso de inmediato; no podia ni debia hacerlo. Mojo la pluma en el recargado tintero, y escribio una simple palabra:
La patrona contemplo sorprendida la anotacion, luego guardo el libro de registro sin hacer el menor comentario.
—Gracias —dijo sin ningun enfasis y se volvio para seleccionar una llave de la hilera que colgaba de la pared a su espalda—. Vuestra habitacion esta en el ultimo piso, al final del descansillo.
—?Y es tranquila y reservada?
La mujer inclino la cabeza.
—Ni siquiera nuestros huespedes mas exigentes se han quejado jamas, senora.
—Os estoy muy agradecida. —La sonrisa que le devolvio Indigo fue fria y ligeramente ironica—. Habeis sido muy servicial.
La desconcertada mirada de la patrona la siguio mientras, con
Una voz en la mente de Indigo dijo zalamera:
Indigo salio de detras del biombo pintado que, con cierta mojigateria, ocultaba la banera de arcilla refractaria del resto de la habitacion. La piel le brillaba de tanto frotar y por los efectos del agua caliente. Se habia envuelto en una fina tunica bordada (un viejo recuerdo de sus anos de estancia en el continente oriental), mientras se secaba los cabellos con la toalla. Miro a
—Me siento mucho mejor,
Se sento junto a la loba, frotandole el espeso pelaje del cuello. Era un alivio poderse comunicar por fin libremente con su amiga; la telepatia que compartian, y la mutacion que permitia a