Las mandibulas de
—Me gus...ta el mar —dijo con su voz gutural y entrecortada—. Pero es agradab...le estar de nuevo en tierra fir...me. Y hace frrrio aqui; no como los dias y noches que pasamos en el estrecho de las Fauces de la Serpiente. El aire huele a limpio. Cre... creo que me gus...tara estar en este pais.
Los musculos del rostro de Indigo se crisparon, pero solo por un instante, antes de que el reflejo que habia inculcado con decision en su mente viniera en su rescate
—Tengo ham... hambre. —Inclino la cabeza hacia el suelo—. ?Cuando com...irnos por ultima
vez?
Indigo se sacudio las preocupaciones y su mente regreso al presente. Su ultima comida la hicieron a primeras horas de aquella manana y de forma precipitada; un inesperado viento de popa empujo a
—Lo siento, carino —repuso con una sonrisa—. Bajaremos a ver que te puede ofrecer la cocina de este lugar.
—Extendio la mano hacia el pequeno tocador y tomo una tablilla que la camarera le habia traido poco antes. En ella estaban anotados los platos que el hostal serviria a sus huespedes aquella noche; le impresiono la oferta—. Habra un buen surtido de carnes —anadio.
—Preferiria ir de ca...za —observo
—No. Pero no te inquietes; sera diferente cuando abandonemos Mull Barya y nos dirijamos hacia el norte a tierras deshabitadas.
—?Cu... cuando crees que sera eso?
—No lo se. Dentro de dos dias; quiza tres. No quiero retrasarlo, pero debemos asegurarnos de que estamos bien pertrechadas y aprovisionadas. —Miro en direccion a la ventana—. El invierno llega adelantado este ano, segun dicen. Los vientos del norte ya han empezado a soplar.
—Sssi; mi nariz me dice que pronto ne...vara. Seria prudente llegar a nuestro des...tino antes de que empiecen las nevadas mas fuertes. —Parpadeo—. Sea cual sea nuestrrrro des...tino.
Indigo se giro hacia el lugar donde dejara las ropas. Entre ellas habia una vieja bolsita de cuero sujeta a una tira tambien de cuero en forma de lazo. Abrio la bolsita y la coloco boca abajo sobre la palma de la mano. De ella cayo un pequeno guijarro, de superficie lisa y forma curiosamente simetrica, pero aparte de eso, a primera vista, no tenia nada de extraordinario, Indigo lo sostuvo en alto, se concentro por un momento y un diminuto punto de luz dorada aparecio en el interior de la piedra. Durante un instante parpadeo justo en el centro, luego con un unico pero decidido movimiento se traslado a un lado y se mantuvo fijo en el extremo del guijarro.
—Sigue indicando hacia el norte, —Indigo mostro la piedra-iman a
Devolvio el guijarro al interior de la bolsa y se la colgo al cuello, sintiendo que la piedra se instalaba en el lugar acostumbrado entre sus pechos. Durante anos de vagabundeo habia demostrado ser una guia infalible, pero la muchacha noto por un momento una punzada de inquietud mientras se preguntaba cuanto mas alla tendrian que viajar antes de que la piedra-iman les informara de que habian encontrado lo que buscaban. Igual que su propio hogar en el lejano sur, los inviernos aqui eran duros e impredecibles, y nadie con una pizca de seso se lanzaria alegremente en direccion a las regiones polares sabiendo que el tiempo empeoraria aun mas. Habia estudiado un mapa de El Reducto, y sabia que en
Un suave lloriqueo se escapo de la garganta de
—?Comeremos pronto? —inquirio, quejumbrosa.
—?Que? Oh..., perdoname, carino; estaba en la luna. Debes de estar hambrienta. —Dio a sus cabellos una ultima y vigorosa friccion, y se puso en pie—. Deja que me ponga ropa limpia, y comeremos. Nuestros planes pueden esperar hasta manana.
—De modo que vais hacia el norte... ?no? —El hombre sonrio y sus ojos casi desaparecieron entre los pliegues de su rostro curtido por el viento.
Indigo le devolvio la sonrisa e, incapaz de recordar ningun nombre de los municipios de su mapa, disimulo.
—Si, voy en esa direccion.
—Bien. —Estiro los pies en direccion al fuego que chisporroteaba en la enorme chimenea—. Como dije, lo mejor que podeis hacer es ir a Pitter para buscar todo lo que necesiteis. Durante los ultimos veinte anos le he comprado a el los caballos y avios, y siempre me ha tratado bien. Y podeis decirle que yo os lo he dicho.
—Gracias, lo hare.
Indigo le habia cogido simpatia a aquel desconocido, cuyo nombre, cuando se presento, habia sonado a algo parecido a «Rin» o «Reene»... Aunque la lengua de El Reducto era similar a la de las Islas Meridionales, la joven todavia tenia algunas dificultades con los dialectos locales. Sin la menor timidez ni preambulo, el hombre se habia acercado a la mesa a la que ella estaba sentada en el comedor del hostal preguntandole si podia acompanarla. No muy segura de sus motivos, la joven tuvo intencion de rehusar cortesmente pero algo en sus francos modales la hizo vacilar. «Sin tonterias», habia dicho el hombre con una sonrisa carente del menor rastro de artificio; «simplemente pensaba que seria mas agradable para ambos disfrutar de la comida en mutua compania que solos». Y asi, pues, habian iniciado la conversacion, y Rin o Reene pidio una jarra de vino de miel que le aseguro era el mejor que podia encontrarse en Mull Barya aunque costara la mitad que alguno de las otras cosechas.
Indigo dedujo que aquel hombre era lo que los habitantes de Mull Barya denominaban un
Ahitos de buena comida y con la mitad de la jarra de vino todavia llena, se retiraron a la enorme chimenea de la sala principal, con sus bancos, sus almohadones y su rugiente fuego, para reposar mientras caia la noche y el viento empezaba a gemir en el exterior como un poderoso espiritu agonizante.
—La gente de por aqui llama a eso el Quejumbroso —le dijo Rin. (No muy segura todavia, habia decidido de forma totalmente arbitraria pensar en el como Rin)—. Se trata del viento del norte; un signo seguro de que las primeras nevadas fuertes del invierno estan en camino. Si quereis un buen consejo, Indigo, cuando veais a Pitter manana debeis decirle adonde vais. Sabra exactamente lo que necesitareis para tal viaje y os lo facilitara todo.
—Eso hare.
Indigo no opuso la menor objecion cuando el ofrecio servirle mas vino. El hombre lleno los dos vasos —de cristal verde oscuro, una rareza e, imagino la muchacha, muy caros—; luego parecio vacilar.
—Indigo, me perdonareis si soy impertinente, pero... ?estais segura de estar equipada para esta empresa?