partir.

Fue una separacion muy dolorosa. No habia podido decir a los Brabazon el autentico motivo por el que los dejaba, y supo que su marcha los heria, quiza mas alla del perdon. Pero de eso hacia ya ocho anos. Ocho anos desde aquella despedida definitiva, banada en lagrimas. Por lo que ella sabia, podrian haberla olvidado hacia ya tiempo.

El rostro de Indigo se ensombrecio momentaneamente mientras se imaginaba a la familia tal y como estaria esa noche, reunida alrededor de un fuego al abrigo de sus cinco carromatos pintados... Al principio eran solo tres, pero la familia habia crecido tanto que adquirieron dos nuevas carretas para acomodar a la creciente prole. Ahora estarian comiendo, riendo y charlando, ensayando quizas algunas canciones para el espectaculo de la tarde siguiente; y dirigio una rapida mirada al petate que guardaba su arpa mientras recordaba con melancolia las veces que ella misma apareciera en el escenario con ellos. Pero entonces recordo que la compania que habia conocido ya no era la misma que recorria ahora las tierras occidentales. Las personas que sonreian y reian en su recuerdo se habian desvanecido en un pasado, y el pasado no podia recuperarse.

—A lo mejor vol...vemos a encontrrrarlos algun dia —dijo Grimya con suavidad.

—No lo creo. Y aunque asi fuera...

Indigo sacudio la cabeza, dejando el resto sin decir. Algun dia. A lo mejor Constancia ya habria muerto; desde luego dentro de diez anos mas, o veinte, o treinta, ya haria mucho tiempo que habria abandonado este mundo. Sus hijos habrian envejecido, sufririan de artritis y pensarian que sus vidas tocaban ya a su fin. Una nueva generacion divertiria a las gentes en las ferias y las fiestas, una generacion que Grimya y ella no habian conocido; e incluso esos descendientes desconocidos envejecerian llegada su hora, mientras Grimya y ella seguian luciendo la mascara de la juventud. No podia soportarlo. Lo mejor era recordar a aquellos queridos amigos tal y como los habia conocido, inmortalizarlos en su memoria y no buscarlos de nuevo en el mundo real.

Indigo se tumbo en la cama. El colchon era blando y comodo. Con una ligera pena dejo que los rostros de su mente se desvanecieran antes de inclinarse fuera de la cama y apagar las velas una por una.

La ventana se convirtio en un rectangulo mas palido en la oscuridad; el cielo habia adquirido la luminosidad curiosa pero el aspecto descolorido de las noches invernales cubiertas de nubes. Grimya bostezo y sus colmillos brillaron en la penumbra, Indigo tiro de las mantas hasta cubrirse los hombros.

—Duerme bien, carino —dijo la muchacha en voz baja. Y penso: «Madre Todopoderosa, no me envies suenos tristes esta noche».

CAPITULO 2

Pitter el Comerciante era como Rin lo habia pintado. Llevaba sus negocios desde una coleccion de desvencijados establos y almacenes situados detras de los cobertizos de subastas del puerto. Cuando se presento a si misma, Indigo fue recibida como si se tratara de una vieja amiga. Pitter — bastante mas bajo que ella, calvo y vestido con unas gastadas ropas de cuero que hubieran devorado la mitad de las ganancias anuales de un boyero— la llevo a hacer un recorrido que abarcaba desde caballos a velas, y, sin la menor vacilacion, le facilito un inventario de todo lo que necesitaria para viajar por el interior durante el invierno. No era facil regatear con el y sus precios eran altos; pero Indigo se sintio instintivamente segura de que podria confiar tanto en el como en su mercancia.

—Desde luego —dijo Pitter cuando por fin llegaron a los establos y a la compra mas importante de todas—, si fuerais una habitante de El Reducto, os diria que lo mejor seria uno de esos. —Se dio la vuelta y golpeo con una mano los levantados patines de madera pulimentada de un trineo de una sola plaza que descansaba junto con otros bajo rollos de cuerda que festoneaban el techo bajo—. Es una version reducida de la troika que todo granjero utiliza durante los meses de las nevadas. La unica diferencia es que se le engancha un caballo en lugar de tres. Pero si nunca habeis conducido uno, lo mas probable es que salgais despedida de cabeza en el primer socavon que encontreis. —Lanzo una contagiosa y aguda carcajada que hizo dar un respingo a Grimya.

—Podria intentarlo —aventuro la muchacha.

—No hay duda de que podriais hacerlo, y podriais aprender. Pero no querreis malgastar un mes en aprender, ?verdad? No; aqui esta lo que necesitais. —Se dirigio hacia los pesebres, donde unos quince caballos de diferentes tamanos empezaron a patear y a piafar al oir que se acercaba, y se detuvo junto a la grupa de un enorme y macizo bayo castrado—. Sera vuestra mejor inversion, os doy mi palabra. Patas como troncos de arbol y un pecho bien solido... Seguira avanzando en las peores condiciones climaticas y jamas se quejara. Y tiene los pies tan planos como puede tenerlos un caballo, lo cual significa que es capaz de capear una nevada y mantenerse en pie.

Indigo contemplo al animal. Habia visto caballos similares en el continente occidental; enormes animales de tiro, peludos, resistentes y fiables. El caballo volvio la cabeza y la miro con especulativo interes, agitando su barbudo labio inferior. La muchacha contuvo una sonrisa.

—?Cuanto quereis por el?

Pitter dijo una cantidad que le hizo enarcar las cejas, pero tras una manana de duro regateo se sentia menos inclinada a discutir de lo que hubiera estado en otras circunstancias. Habia conseguido salirse con la suya en algunos articulos, y sospechaba que el caballo valdria hasta la ultima moneda de cobre.

—Muy bien —asintio la joven—. Me lo quedare.

Se dieron la mano para sellar el acuerdo, y la muchacha se sintio gratamente sorprendida al enterarse de que Pitter lo tendria todo listo para ella al amanecer del dia siguiente. Era mas de lo que se habia atrevido a esperar, y regreso muy animada con Grimya a El Sol de la Manana.

Rin no aparecio aquella tarde. Cuando se encontraba ya descansando en su cama, Indigo volvio a oir la voz del viento del norte —el Quejumbroso— recorriendo la desierta calle y sacudiendo puertas y ventanas. El moribundo fuego de su chimenea llameo como en senal de protesta, y una corriente de aire gimio en su interior con turbadora armonia. La voz del norte... le parecio como si la llamase, la instara a abandonar este confortable y tranquilo oasis, para penetrar en un mundo nuevo y peligroso.

Grimya, dormida, lloriqueo y se dio la vuelta; sonaba y la cola y una oreja se estremecieron, Indigo cerro los ojos, dejando que su mente se deslizara ladera abajo por una larga pendiente, lejos de el Quejumbroso y de su llamada, para hundirse en la oscuridad y el silencio.

Las primeras nevadas empezaron cuando hacia ya seis dias que habian salido de Mull Barya. La noche anterior, mientras permanecia abrazada a Grimya en el interior de la ligera tienda redondeada que constituia el grueso de su equipaje, mientras encaballo abrigado con una manta dormitaba a sotavento, Indigo oyo que la voz del viento empezaba a cambiar para pasar del ahora ya familiar gemido profundo a un fino y agudo chillido, y se desperto al amanecer encontrandose con que una terrible helada habia cubierto el terreno de escarcha plateada. A primeras horas de la tarde empezaron a caer de un cielo uniforme y gris los primeros copos de nieve gruesos y, al llegar el atardecer, todo el paisaje habia cambiado.

Grimya, a quien siempre habia gustado la nieve, recibio el cambio de tiempo muy excitada. Tambien Indigo disfruto con el desafio que significaba el primer soplo del invierno; el frio tonificante, la pureza del ambiente, la sensacion de que el mundo se renovaba. Habian adelantado mucho en su viaje; el caballo, haciendo honor a la promesa de Pitter, parecia virtualmente incansable, y la carretera que llevaba al norte estaba desierta ahora que habia terminado la trashumancia de otono. Y poco a poco el paisaje que las rodeaba iba cambiando, a medida que las hundidas llanuras costeras daban paso a territorio mas abrupto y empinado. Incluso bajo la capa de nieve que fundia sus caracteristicas mas delicadas en una mancha de inidentificable blancura, El Reducto era hermoso. Y en cierta forma no parecia mas que un pequeno atrevimiento seguir adelante sin detenerse entre las nevadas diurnas y las enormes y silenciosas heladas nocturnas, acampando en hondonadas o bajo salientes, contemplando el lento crecimiento de la luna hasta alcanzar su punto maximo en el firmamento helado. Habia gran cantidad de caza que se podia perseguir y capturar, bien con la ayuda de la rapidez y habilidades de Grimya o con una certera saeta de la ballesta de Indigo; e incluso el placido y paciente

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