«?Indigo! ?Esto no me gusta!»

«Han estado bebiendo», dijo la muchacha a la loba. Su mano enguantada se habia cerrado con mas fuerza alrededor de la ballesta y empezaba a sacarla muy despacio del arnes. «No te muevas; no hagas nada todavia.»

—No habla mucho, ?verdad? —comento uno de los hombres—. Eh, belleza... ?No tienes lengua?

—?Dale un beso y descubrelo!

Rompieron en tales carcajadas que sus caballos se agitaron nerviosos, Indigo tenso las riendas, pero siguio sin decir nada, esperando, aunque era una debil esperanza, que se cansaran de sus tonterias y siguieran adelante. Lo ultimo que deseaba era meterse en una pelea, bajo circunstancias tan adversas. Pero ?como razonar con borrachos?

Una nueva rafaga de nieve la azoto; el viento que la acompano sono como el maullido de un gato, y su montura empezo a agitarse inquieta.

—Vamos, guapa, ?que te parece? ?Que tal un beso?

—?U otra cosa?

—Algo que nos caliente un poco en este dia tan frio, ?eh?

Se escucho un nuevo torrente de carcajadas. Uno de los hombres —el que parecia el mayor y mas fornido, y, sin la menor duda, el cabecilla— empezo a salir de la troika por uno de los lados sonriendo como una hiena. El cerebro de Indigo tomo una rapida decision: saco la ballesta del arnes colocandola frente a ella de golpe, al tiempo que ponia la saeta que siempre tenia preparada en la ranura y montaba el cebo del arma con un «clic» sonoro y seco.

—Da tres pasos mas y te matare —dijo con tono categorico.

El hombreton se detuvo, mirandola fijamente. Luego se doblo sobre si mismo y lanzo una risotada. Cuando volvio a enderezarse, exclamo:

—?Nunca lo creeriais! ?Una dama a quien le gusta jugar duro..., vaya vaya, esto es todo un regalito!

Alguien desde la troika lanzo un aullido de jubilo.

—?Vamos, Corv, ve a ver de que esta hecha! ?Vamos, cogela!

Grimya lanzo un grunido y mostro los dientes; los ojos de Corv se desviaron hacia la loba.

—?Ah, mirad eso! Un perrito fiel, ?lo veis? Vamos, perrito... ven aqui, vamos, deja que el viejo Corv te rasque la barriga, ?quieres? —Dio otro paso vacilante.

Indigo le espeto:

?Quedate donde estas! —Sus ojos eran duros como el acero—. No te lo volvere a advertir.

Corv fingio pedir clemencia con gesto burlon.

—?Ah, vamos, guapa! ?Solo queremos ser amables!

Indigo y Grimya tenian los ojos clavados en el, y por eso ninguna de las dos vio al hombre que, oculto tras los otros dos ocupantes del trineo, levantaba algo que llevaba en las manos y apuntaba. De repente, una pequena piedra silbo en el aire con un debil gemido, y el caballo de Indigo lanzo un relicho asustado, echandose a un lado. Cogida por sorpresa, Indigo grito y se echo hacia atras en la silla mientras el animal se alzaba sobre los cuartos traseros. Sus musculos se encorvaron bajo el peso de la muchacha y se desboco. Por instinto, sin dejar de sostener la ballesta, la muchacha intento sujetar las riendas con una mano, pero no lo consiguio y se le escaparon ambos estribos. Se aferro apenas un instante a la silla con las rodillas, pero el caballo corcoveo, y salio despedida por encima de su cabeza para aterrizar en la nieve mientras el rocin huia al galope.

?Indigo!»

Grimya corrio hacia ella mientras los hombres se retorcian de risa, Indigo rodo sobre el suelo, se sacudio la nieve de los cabellos y pestanas, y se incorporo de rodillas hecha una furia. No se detuvo a pensar. Una figura humana estaba ante ella y, alzando con gesto brusco la ballesta, disparo.

Se escucho un alarido de dolor y Corv cayo al suelo. Las risas se desvanecieron al punto al darse cuenta sus amigos de lo que Indigo habia hecho. Cuando esta levanto los ojos vio tres rostros sorprendidos que la miraban desde el trineo. Corv estaba de rodillas, inclinado hacia adelante y lanzando ahogados sonidos guturales; la nieve aparecia salpicada de sangre, pasando del rojo al rosa palido al mezclarse con los blancos cristales, pero la saeta se habia clavado en el brazo y la herida era mas aparatosa que grave.

Uno de los hombres lanzo un juramento, y alguien salto fuera del trineo para ayudar a Corv. Este dejo de gemir y levanto los ojos. Apretaba los dientes a causa del dolor, pero su expresion era cada vez mas vengativa.

—Eso... no esta bien... —chillo irritado—. ?Perra cochina..., eso no es amistoso!

Sus acolitos lanzaron un grunido de asentimiento, Indigo se llevo la mano a la espalda para sacar otra saeta de su carcaj, pero descubrio con horror que el carcaj no estaba alli. Debia de haberse soltado cuando el caballo se desboco, y, paralizada por un repentino terror, penso llena de desesperacion: «Cuatro contra dos... No podemos con ellos si estan armados...»

La troika crujio amenazadora al salir de ella los otros ocupantes. Corv habia cerrado los ojos y maldecia en voz baja, animado por las palabras pronunciadas por un segundo hombre que avanzaba hacia Indigo.

—Muy bien, senora, ya te has divertido. ?Pero a nosotros no nos gustan las mujeres que hacen cosas desagradables!

Corv sacudio la cabeza violentamente con gesto afirmativo.

—?Ajustale las cuentas! —susurro—. Pequena weyer asesina... ?Cogela!

—La cogere. —El otro hombre siguio avanzando lentamente hacia ella, Indigo vio que habia

sacado un cuchillo—. ?Y le dare una leccion que no olvidara facilmente!

Grimya volvio a grunir, interponiendose entre Indigo y el atacante que se acercaba, Indigo exclamo:

?Grimya, no! Tiene un cuchillo. —Se aferro al peludo cuello de la loba en un intento de obligarla a retroceder cuando esta se agazapaba para atacar, pero Grimya la empujo, retorciendose para desasirse, y la muchacha perdio el equilibrio y cayo hacia atras.

Entonces, inesperadamente, a su espalda, un rugido aterrador atraveso el aire cargado de remolinos de nieve.

Grimya lanzo un ganido, y el pelaje del lomo se le erizo como si un rayo la hubiera atravesado. El hombre que se dirigia hacia Indigo se detuvo en seco, levanto la vista, y un terrible sonido inarticulado surgio del fondo de su garganta.

—?Corv! —Los otros dos hombres lanzaron un aullido de panico.

—?Corred! ?Por la Madre, volved aqui!

—?Salid de ahi, deprisa, por lo que mas querais!

Empezaron a regresar desordenadamente al trineo, arrastrando a Corv entre todos. Los tres caballos, encabritados, no cesaban de relinchar mientras el conductor sujetaba como podia las riendas luchando por evitar que se desbocasen como habia hecho el otro caballo. Todo sucedio tan deprisa que Indigo se sintio demasiado aturdida para hacer otra cosa que permanecer muy quieta alli donde habia caido; y golpeando con fuerza su mente y aumentando su confusion le llegaba, desde la mente de Grimya, una oleada de terror que inundaba su conciencia.

Los caballos volvieron a relinchar, y de repente la troika se puso en movimiento, lanzandose hacia adelante y levantando una oleada de nieve en forma de arco que cego a Indigo. Esta giro a un lado, intentando protegerse los ojos; escucho el sonido de las campanillas repicando enloquecidas y el rasgueo de los patines del trineo mientras ganaba velocidad y se alejaba con tanta rapidez como los caballos podian arrastrarlo. Y luego, de forma aterradora, todo quedo en el mas profundo silencio.

«Indigo...» Era la voz de Grimya en su interior, y la mente de la loba estaba poseida de un temor incontrolable. «Indigo...»

Muy despacio, Indigo empezo a levantar la cabeza. El corazon le latia violentamente con una mezcla de sobresalto, incomprension y terror que recogia de Grimya. Oyo algo; se quedo inmovil. El ahogado sonido de una respiracion, mezclada con lo que parecia un fuerte y profundo ronroneo. Y su nariz se

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