distancia; el hambre se dejo sentir en su estomago, y la loba no pudo resistir tomar algunos bocados antes de iniciar la exploracion de su desconocido entorno.

Por lo que parecia, la casa era un lugar donde se comerciaba. Desde el inicio de su largo viaje al interior de la Isla Tenebrosa, ella e Indigo habian tropezado con un cierto numero de tales establecimientos, los cuales facilitaban un servicio esencial tanto a viajeros como a las tribus y clanes locales. La mayoria de ellos eran regentados por generacion tras generacion de una misma familia, que era a

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la vez, la propietaria y para la cual el kemb constituia no solo un lugar de trabajo sino tambien un hogar comunal, y la enorme habitacion en que habia dormido Grimya parecia ser el almacen principal. Sacos y cajas de provisiones se amontonaban a lo largo de las paredes, desconcertando el sensible olfato de la loba con un revoltijo de olores desconocidos. Entremezclado con toda aquella variedad de articulos, se veia todo un surtido de utensilios, desde pucheros a armas, esenciales para la vida en el bosque. En una esquina habia una estufa abierta en su parte superior y ennegrecida por los anos de uso; aqui, supuso Grimya, debia de ser donde sus anfitriones preparaban las comidas. Pero ?donde se encontraban las otras habitaciones, los aposentos privados? ?Donde estaba Indigo?

Acerco el hocico al suelo y empezo a rastrear, pero resultaba imposible aislar cualquier aroma de la pletora de olores. Ni sus habilidades telepaticas conseguian tampoco encontrar ninguna sensacion de la conciencia de Indigo. En una ocasion le parecio detectar un debil rastro «le una mente que sonaba, pero este se desvanecio antes de que pudiera estar segura, y, con un triste lloriqueo, la loba abandono la intentona y se resigno a encontrar a su amiga por otros medios.

Avanzo con paso quedo hasta el otro extremo de la habitacion. Aqui, en medio de la oscuridad a la que no conseguia llegar la luz de la luna, encontro dos puertas. Una estaba cerrada por el otro lado, pero la segunda se abrio con un ligero temblor cuando la empujo con el hocico, y Grimya se deslizo al otro lado. Se encontro en un pasillo estrecho que separaba el almacen de otra zona mas privada del kemb. La tenue luz que penetraba por un ventanuco situado al final del pasillo le mostro tres entradas mas, cada una cubierta con una cortina, y Grimya se dirigio ansiosa a investigarlas una a una.

La primera y segunda habitaciones estaban a oscuras, pero una sensacion de calor, los sonidos apenas perceptibles de una respiracion pausada y los desconocidos olores humanos indicaron a la loba que ambas estaban ocupadas, aunque no existia la menor indicacion de la presencia de Indigo. Pero, al introducir el hocico a traves de la cortina de la tercera habitacion, Grimya se vio casi deslumbrada por la brillante luz del pequeno globo de una lampara. De detras de esta lampara, una figura se alzo con premura de su lugar junto a un lecho bajo. Pensando que se trataba de Indigo, la loba avanzo anhelante, meneando la cola; entonces la figura empezo a agitar las manos con rapidez en direccion a ella a la vez que siseaba nerviosa en una voz desconocida, y Grimya reconocio en ella a la muchacha que la habia secado y atendido a su llegada al kemb. Grimya levanto la cabeza esperanzada, pero la mujer se inclino para agarrarla por el cogote e intento arrastrarla fuera de la habitacion. Aunque no comprendio sus palabras, la loba percibio agitacion en su mente. Cuando la mujer cambio de posicion para sujetarla mejor por la parte posterior del cuello, Grimya descubrio la figura inmovil de Indigo tendida en la cama. «?No! ?Porfavor, deja que me acerque!» Grimya lanzo su telepatico ruego de forma instintiva antes de recordar que no podia comunicarse con ella, que, incluso aunque le hablara en voz alta, la mujer no la comprenderia. Gimoteo, resistiendose, las garras aranando el suelo desnudo, y empezo a girar la cabeza de un lado a otro, estirando el cuello para ver a su amiga. El tono de la mujer se suavizo, tornandose comprensivo. Intentaba convencerla y explicarle algo a la vez, y aflojo la mano que sujetaba a Grimya el tiempo necesario para realizar un gesto en direccion a la cama y efectuar unos cuantos movimientos tranquilizadores con la palma abierta. Luego se llevo un dedo a los labios e imito a una persona durmiendo.

Grimya se aplaco, consciente de que la mujer no hacia mas que lo que consideraba mejor para Indigo y no deseaba que se molestara a la muchacha. Con la cabeza y la cola gachas, la loba permitio que la sacaran de la habitacion y se tumbo desconsolada en el pasillo, los ojos filos en la cortina que habia vuelto a cubrir la entrada, impidiendo ver el interior del cuarto. Si tan solo pudiera hacerles comprender que unicamente deseaba sentarse junio al lecho de Indigo, que no era ningun perro tonto y sabia muy bien que no debia saltar sobre la cama y empezar a repartir lametones y proferir ganidos y molestar... Iodo lo que ella queria, lo que necesitaba, era saber como se encontraba su amiga y si la fiebre la habia abandonado.

Se escucharon unos ruidos al otro lado de la cortina, y, ante la sorpresa de Grimya, la muchacha salio de la habitacion a los pocos segundos. Deteniendose en el umbral, la joven aliso las arrugas que la larga vela le habia dejado en la falda, apreto las palmas de las manos contra la espalda como para aliviar el entumecimiento de los musculos, y luego se alejo pasillo abajo, chasqueando los dedos en direccion a la loba y lanzando un gorjeo alentador al pasar a su lado.

Grimya la siguio despacio, y en la habitacion almacen la mujer empezo a encender mas lamparas y a remover las cenizas de la estufa. Los dibujos proyectados por los haces de luz gris-plata se habian esfumado de la habitacion al ponerse la luna, y, en el exterior, el bosque empezaba a despertar con la llegada del amanecer. Grimya supuso que los otros habitantes del kemb no tardarian en hacer su aparicion; a lo mejor, una vez que la familia estuviera inmersa en los quehaceres del dia, ella podria escabullirse e ir a ver a Indigo. Animada por ese pensamiento, la loba se acomodo de nuevo en su improvisada cama y se dedico a observar las idas y venidas de la muchacha.

La luz empezo a filtrarse al interior del kemb, obligando a las sombras a retroceder; pocos minutos despues otros sonidos humanos empezaron a romper el silencio y, primero el hombre joven, luego la mujer mas anciana, y mas tarde las ninas penetraron en la habitacion bostezando. Las dos mujeres sostuvieron algo parecido a una discusion en voz muy baja, con muchos refunfunos y suspiros por parte de la de mas edad, pero Grimya no tuvo la menor idea del tema de la conversacion hasta que la anciana vertio algo que habia estado removiendo sobre el fuego de la estufa en un cuenco de madera y las dos volvieron a salir por la puerta en direccion a las habitaciones interiores. Transcurrieron varios minutos pero no regresaron, y de improviso una inquietante corazonada puso de punta los pelos de Grimya.

El hombre y las ninas no la observaban, de modo que se incorporo y salio al pasillo sin que la vieran. Brillaba una luz por debajo de la cortina de la tercera habitacion, y al acercarse escucho unas inquietas voces ahogadas y percibio el fuerte olor de una coccion de hierbas.

La corazonada de Grimya se transformo en panico y, corriendo hasta la cortina, se abrio paso a traves de ella. Las mujeres se volvieron, asustadas, y por un instante sus pensamientos y emociones quedaron retratados en sus rostros, confirmando lo que ella mas temia: estaban poniendo en practica todos sus conocimientos, pero hasta ahora sin resultado, Indigo no mostraba la menor senal de mejora... y las mujeres empezaban a desesperar.

CAPITULO 2

Todas las mujeres del kemb intentaron con senales y palabras amables tranquilizar a Grimya, pero la loba se nego a dejarse consolar y al final, dandose por vencidas, le permitieron velar junto al lecho de Indigo. La loba se quedo alli durante todo el sofocante dia, vigilando constantemente el rostro congestionado y febril de su amiga, estirando el morro de vez en cuando para lamer suavemente una de sus ardientes manos.

Indigo permanecio inconsciente la mayor parte del tiempo, pero en ocasiones se agitaba en la cama y abria los ojos, clavandolos sin ver en el techo durante unos instantes antes de empezar a dar vueltas y ponerse a gritar delirante. Grimya jamas habia visto ataques de esa especie, y los salvajes pensamientos que brotaban del subconsciente de la muchacha como una llamarada incontrolada aterrorizaban al animal. Cada vez que esto sucedia, la loba se precipitaba a la puerta, ladrando frenetica; alguien acudia corriendo a la llamada, volvia a lavar el rostro y torso de Indigo, obligandola a beber por entre los apretados dientes alguna nueva pocima de

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