lo han hecho a Ellani; ella creia antes pero ahora ya no.
Indigo realizo un ultimo esfuerzo.
—Pero si
Los brillantes ojos azules de Koru se clavaron en los de ella con una comprension aterradoramente adulta.
—Pero ellos no los veran, ?no es cierto? —dijo—. Incluso aunque miren no veran nada, porque no quieren verlo. —Volvio entonces la cabeza con brusquedad—. Por favor, Indigo, no hablemos mas de esto. Se que eres mi amiga y se que solo intentas ayudar y hacer lo que crees mejor. Pero eso no me hara cambiar de idea. Echare de menos a mama y a papa, y tambien a Ellani; pero
«Nadie tiene que comer aqui», habia dicho Koru; «podemos hacer lo que queramos». Recordo las torres de color pastel, y la puerta del muro que habia aparecido solo cuando los ninos querian entrar o salir. Recordo la carrera con
Manos menudas y decididas agarraron los brazos de Indigo e intentaron tirar de ella. Esta paseo la mirada de uno a otro de los ansiosos rostros que se agitaban a su alrededor; eran tan felices, tan inocentes, tan superficiales... ?Podria Koru vivir como vivian ellos? Seguramente no, penso. Seguramente, al igual que Alegre Labor, este mundo no podria ofrecerle mas que media vida.
Pero era demasiado tarde para explicar, o intentar hacer comprender a Koru. En aquellos momentos se alejaba saltando alegremente de la mano de dos de los ninos mientras que los otros cuatro daban impacientes saltitos frente a Indigo y la instaban a seguirlos. La muchacha lanzo una veloz mirada de impotencia a
El bosque donde habitaba el hombre dormido estaba en la hondonada de un pequeno valle. Desde lejos los arboles parecian formar una masa solida e impenetrable como un oscuro lago, pero a medida que el grupo se fue acercando Indigo descubrio que existian espacios despejados bajo el dosel de hojas. El bosque estaba dominado por altas coniferas, aunque habia zonas de arboles de hoja ancha entre sus apinados grupos, y cuando iniciaron el descenso por la ladera en direccion al linde del bosque los ninos dejaron de jugar y avanzaron cogidos de las manos.
Desde su pequeno enfrentamiento daba la impresion de que Koru estaba decidido a no conceder a Indigo otra nueva oportunidad de hablar. No es que la evitara exactamente, pero, siempre que ella se hallaba lo bastante cerca de el para hablar, el nino tenia buen cuidado de asegurarse de que al menos uno y preferiblemente varios de sus amigos estuvieran a su lado. No obstante, cuando se encontraron mas cerca de los primeros arboles, Koru fue hacia ella, con una de las ninas danzando a su lado.
—Este es el lugar —dijo con ansiedad—. Tenemos que entrar en el bosque, pero todos conocemos el camino, de modo que no tienes que temer que nos perdamos.
—Nosotros
Los ninos que iban a la cabeza gritaron entonces:
—?Vamos, vamos! —Y un nino anadio—: Te gustara el bosque. A nosotros nos gusta. — Sin esperar respuesta volvio a ponerse en marcha, y los otros lo siguieron en fila al Anterior de la sombria espesura.
Indigo, que iba detras de todos con Koru y la nina, pregunto:
—?Donde vive el hombre dormido?
—En una torre —le explico Koru—. No puedes verla hasta que estas muy cerca, porque no es tan grande como nuestras torres. Tampoco es tan bonita como ellas, pero supongo que a el le gusta o no viviria alli.
—?Que aspecto tiene?
—No lo se
—?Adonde habia ido?
—A algun lugar —repuso con indiferencia—. Solo viene a la torre a veces, ?sabes?, y nunca sabemos cuando estara y cuando no.
—?Y vosotros, o mas bien tus amigos, habeis hablado con el?
—No —dijo Koru, negando con la cabeza—. Cuando esta aqui, siempre esta dormido.
—Siempre intentamos despertarlo —explico la nina con animacion—, pero no se despierta. Debe de estar
De las borrosas sombras que tenian delante surgio una voz que les grito:
—?Koru! ?Senora que canta! ?Donde estais? Koru cogio a Indigo de la mano y tiro de ella. —Vamos, o los otros nos dejaran atras. Corrieron en pos de los ninos, y Koru no volvio a hablar. Pero a medida que penetraban mas y mas en el bosque Indigo se dedico a meditar sobre los escasos datos mortificadores que habia podido obtener del nino sobre el hombre dormido. ?Que
Delante de ella, los ninos habian empezado a cantar una cancion con ritmo de marcha en la lengua de Alegre Labor. Koru y la nina se unieron a ella y al cabo de uno o dos minutos tambien lo hizo Indigo, atrapada por la contagiosa alegria de la cancion. Entonces se dio cuenta de que los arboles empezaban a ser mas escasos, y al cabo de unos instantes un claro aparecio ante sus ojos, con una solitaria torre irguiendose en su centro. No se parecia en nada a las cinco torres de color pastel del jardin de los ninos. En muchos aspectos recordaba mas a alguna clase de extrano arbol achaparrado que a un edificio construido por manos humanas, ya que su forma era algo ondulada y sus paredes, de solo dos pisos de altura, estaban profusamente cubiertas de hiedra y musgo y de exuberantes madreselvas trepadoras, por entre las que se atisbaban unos pequenos ventanucos redondos. Habia algo tranquilizador en la robustez de la torre, una sensacion de permanencia y —tal como Indigo advirtio con gran sorpresa por su parte— de bienvenida. Mientras se acercaba por entre la maleza sin dejar de escuchar las voces de los ninos que seguian canturreando su cancion, comprendio por un fugaz instante lo que un trovador vagabundo debia de sentir al tropezarse de improviso con una casa acogedora en medio de un lugar inhospito. La idea dibujo una triste sonrisa en su rostro; entonces la cancion termino, y el pequeno grupo llego
junto a la torre.
El ultimo estribillo se perdio en el bosque y, como si siguieran un acuerdo tacito o una costumbre ya establecida, los ninos se colocaron en semicirculo ante la torre.
—?Hombre dormido! —La voz de una unica nina se elevo en el silencio—. Hombre dormido, ?estas ahi? Hemos venido a oirte cantar, y hemos traido a una amiga para que te conozca.
—A lo mejor todavia no ha regresado —susurro Koru a Indigo—. Pero, si esta ahi, puede que cante una cancion.
Mas voces se unieron a la de la nina.
—?Hombre dormido! ?Hombre dormido!
—?Estas ahi, hombre dormido? ?Canta para nosotros! ?Canta una cancion!
—Hemos aprendido canciones y juegos nuevos. La senora que canta nos los enseno.
—Despierta, despierta, por favor, despierta. ? Si despiertas, la senora que canta