despacio, con pasos rigidos. Estaba claro que seguia aturdida, y la loba corrio a su lado, la mirada levantada hacia ella llena de ansiedad. Koru se hizo a un lado cuando la muchacha paso por su lado, pero esta hizo como si no lo viera.
—Voy a regresar a Alegre Labor,
—Indigo, essspera —imploro—. No com... prendo. La muchacha sacudio la cabeza. Carecia de palabras para explicarlo. Mas tarde, quiza, le seria posible, pero no ahora. Volvio a iniciar la marcha... y entonces las dos escucharon lo que los ninos gritaban en el exterior. —?Esta aqui, esta aqui! —?Ha venido a jugar con nosotros! — ?Ven y juega con nosotros! ?Ven a ver a la senora que canta y a su perra gris!
—?Oh, teniamos tantas ganas de que vinieras a jugar! —exclamo una solitaria voz aguda. Indigo y
Inclinando la cabeza para franquear el bajo dintel, corrio al exterior, a la moteada luz del sol..., y se detuvo. Los ninos ya lo habian rodeado, ansiosos y excitados como una carnada de cachorros que saludara a su muy adorado amo. Se aferraban a sus mangas, le tiraban de la tunica, estiraban los brazos para tocarle el rostro. En el centro , riendo entre dientes, gastando bromas y disfrutando todas luces de su adulacion, el Benefactor extendia los brazos en gesto de bienvenida general.
Indigo dejo caer los hombros mientras volvia la cabeza, reprimiendo las lagrimas. Por un momento, solo por un momento, habia creido que... Tendria que haberlo sabido claro. La esperanza habia sido falsa. La presencia de Nemesis lo habia demostrado.
—?Indigo? —El Benefactor la habia visto. Ella se nego a mirarlo.
—Regreso a Alegre Labor. No intentes disuadirme; no intentes siquiera
—Ah. —
—?Chiton, chiton! Hay algo que tengo que hacer primero. En cuanto haya terminado, jugaremos un juego nuevo.
Se intercambiaron guinos, apaciguados solo en parte. —Bueno... —dijo uno, indeciso.
—?Mirad! —El Benefactor junto las manos—. Tengo un regalo para vosotros. —Separo las manos, y una pelota, que relucia multicolor, se materializo entre sus dedos. «?Atrapad la pelota, pequenos! ?Atrapad la pelota, si podeis!
El Benefactor arrojo el brillante juguete al aire, donde floto como un pajaro; luego, con voluntad propia, salio despedido como una flecha en direccion a los arboles. Los ninos se lanzaron tras el entre agudos gritos de alegria; Indigo vio como la nina que los habia acompanado al bosque cogia de la mano a Koru y lo arrastraba con ella a la tumultuosa marea de vociferantes ninos.
El Benefactor los siguio con la mirada hasta que se perdieron de vista, sus voces lejanas ahora y apenas audibles en las profundidades del bosque, y entonces se volvio para mirar a Indigo.
—Asi pues —dijo—, has encontrado lo que buscabas, Indigo giro por fin para encontrarse con sus firmes ojos castanos, pero el rostro de la muchacha estaba descompuesto.
—?Que clase de criatura eres? —inquirio en voz baja y cargada de veneno—. Si querias atormentarme, o jugar conmigo a otro de tus estupidos juegos infantiles, ?no podias encontrar otra forma?
—?Ah, si; ya veo! De modo que todavia no comprendes.
—?Lo comprendo muy bien!
—No, no creo que lo hagas. No invoque una imagen de Fenran para atormentarte, Indigo. El hombre que vista durmiendo en la torre no es menos real que tu; no menos real que
—Es cierto. Ni lo despertaras, a menos que comprendas la autentica naturaleza de este mundo y vuelvas a encontrar la parte perdida de ti misma que reside aqui.
Al hablar habia ido avanzando hacia ella; la muchacha irguio la cabeza con brusquedad, y el Benefactor se detuvo.
—?Parte de
—Si —asintio el Benefactor con severidad—. La parte que llamas Nemesis.
—?No aceptare eso! —exclamo con expresion rigida—. No puedes decirme que...
—Indigo —la interrumpio el Benefactor—, mira en tu corazon. Durante muchos anos has sabido que Nemesis era una parte de ti, y has intentado destruirla. Pero, si tuvieras exito, ?que sucederia? Perderias la unica oportunidad de convertirte en lo que fuiste una vez, antes de que se iniciaran todas estas duras pruebas. Perderias, para siempre, la oportunidad de estar
Indigo no queria escucharlo. El recuerdo de Nemesis estaba demasiado nitido, el odio demasiado fuerte. Pero en alguna parte de ella misma brillaba una diminuta llama de incertidumbre. Incertidumbre, y algo mas.
—?Sabes cual es la autentica naturaleza de este mundo, Indigo? —inquirio con suavidad el Benefactor—. ?Sabes por que los ninos viven aqui en esta desamparada, lastimosa simplicidad? ?Por que tu amor, Fenran, descansa en esta torre, inmerso en un sueno del que nadie puede sacarlo? ?Y por que Nemesis ha buscado, y encontrado, una especie de consuelo aqui? Te lo dire. Es porque este mundo es un refugio para los espiritus. No para los espiritus de los muertos, porque el cuerpo de cada uno todavia vive y respira en el mundo fisico. Pero aquellos cuyos espiritus han encontrado refugio aqui estan incompletos.
Han perdido su integridad o han renunciado a ella; han perdido esa preciosa esencia de si mismos que los convierte en algo mas que seres de carne y hueso. Y asi pues, expulsadas y desnutridas, estas esencias han tomado otra forma y huido a un lugar en el que puedan vivir seguras. Los amigos que ha hecho Koru aqui, esos ninos felices y bulliciosos, son los espiritus de los habitantes de Alegre Labor; espiritus que, al contrario que sus envolturas fisicas, no han destruido su propia habilidad para sonar.
Indigo tenia la mirada fija en el Benefactor; una mirada extrana, casi ciega. «El cuerpo de cada uno todavia vive y respira en el mundo fisico», habia dicho...
—?Intentas decirme que Fenran..., que el espiritu de Fenran esta aqui?
—Su alma, su espiritu, su esencia. —El Benefactor realizo un gesto de impotencia—. Tantos nombres diferentes para algo que las palabras no pueden abarcar. Pero, al igual que los ninos, su mente ha buscado un refugio.
—Y... —Casi no se atrevio a articular la pregunta—. ?Y su cuerpo?
—Eso no lo puedo decir, porque no lo se. Todo lo que puedo decirte es que, cuando su cuerpo duerme, su espiritu encuentra un respiro aqui, ya que la mente inconsciente puede atravesar los portales que separan las dimensiones.
—Entonces esta realmente vivo...
—Si, esta realmente vivo. Pero tu ya lo sabias, Indigo. ?Que otra cosa te habria dado la energia y voluntad necesarias para buscarlo durante estos cincuenta anos?
Indigo aspiro con fuerza. Esto era monstruoso; el Benefactor intentaba manipular su cerebro, intentaba encaminarla hacia alguna loca ambicion propia... Y entonces recordo su anterior encuentro. Este era el anzuelo, la trampa dispuesta para atraerla: Fenran —o la imagen de Fenran, pues aunque lo habia tocado y sentido seguia sin poder confiar en nada en este mundo— colocado ante ella como un refulgente trofeo a conquistar. ?Y el precio? Ayuda a mi gente, le habia pedido el. Liberalos de este cancer diabolico...
—?Que quieres? —Siseo las palabras por entre los apretados dientes—. ?Que quieres en realidad de mi? El Benefactor suspiro.