Si el hombre dormido esta en la torre hoy, a lo mejor podemos aprender de el algunas nuevas.

Era evidente que esto no se les habia ocurrido y saludaron la idea con cauteloso interes. Mientras murmuraban y discutian entre ellos, Indigo se volvio hacia Koru.

—Por favor, Koru, ?puedes convencerlos de que me lleven?

El le devolvio la mirada; los azules ojos la contemplaron solemnes y llenos de una comprension peculiarmente adulta.

—?Es eso algo muy importante para ti, Indigo?

—Creo que puede serlo —asintio ella.

El nino no dijo nada mas pero extendio la mano y la poso sobre el brazo de ella en un gesto tranquilizador. Luego se dirigio a los otros ninos.

—?Vamos vayamos a ver al hombre dormido! No esta tan lejos, ?Indigo quiere verlo, y ella es nuestra amiga!

La simple logica funciono a la perfeccion. Primero unos pocos, luego mas, y por fin todos los ninos aceptaron la sugerencia de Koru.

—?Si, vayamos!

—Koru tiene razon; ?no esta tan lejos!

—Y el bosque es muy agradable. ?Me gusta el bosque!

—Ven con nosotros, senora que canta. ?Ven a ver al hombre dormido y veremos si nos canta una cancion nueva!

Como una pequena bandada de estorninos que se encamina hacia el nido, los ninos giraron como uno solo en direccion a la parte del muro donde la puerta por la que Indigo y Grimya habian entrado en el jardin todavia permanecia abierta de par en par. Koru se rezago unos instantes, y sus ojos observaron llenos de curiosidad a Indigo.

—?Estas segura? —pregunto.

Grimya, en su cerebro, anadio:

«Indigo, no sabemos lo que podemos encontrar. Puede haber peligro. »

Indigo no miro a ninguno de los dos. Su mirada estaba clavada en la pared, los ojos fijos en algo situado mas alla de ella; no, al parecer, en otro lugar sino en otra epoca. Asintio.

—Estoy segura.

—No es que yo quisiera huir. —Koru levanto los ojos hacia Indigo con expresion pesarosa—. Pero tuve que hacerlo, despues de lo que paso y lo que mama y papa dijeron. No queria hacerlos desgraciados, pero tenia que irme. Lo comprendes, ?verdad, Indigo?

Seguian a los ninos por la mullida alfombra de hierba de otra suave colina, la tercera o la cuarta que cruzaban desde que habian abandonado las torres y el jardin, Indigo sabia que Koru hubiera preferido ir delante junto con sus amigos, cuyas voces resonaban alegres mientras corrian y saltaban y se entregaban a fingidos combates, persiguiendose unos a otros entre la maleza. Pero los lazos de la amistad, emparejados quiza con los restos de un sentimiento de deber o culpabilidad, lo habian impulsado a permanecer junto a ella y a intentar explicar lo que habia hecho.

—Si, Koru, claro que lo comprendo —respondio Indigo.

Le habria resultado facil anadir que aunque simpatizaba con el tambien simpatizaba con su afligida familia, y pedirle que pensara en la tristeza que les habia ocasionado. Pero compartia el punto de vista de Grimya de que aun no habia llegado el momento de la persuasion, y que de todos modos no seria honrado intentar manipular la conciencia de Koru. No habia la menor duda de que el nino conocia perfectamente las consecuencias de su accion, y aprovecharse de ello no haria mas que anadir confusion a su ya trastornada mente. No obstante existian zonas en las que se podia penetrar con tranquilidad, y por eso pregunto:

—?Como encontraste la forma de llegar aqui, Koru? ?Como sabias que este mundo existia?

El nino medito un buen rato antes de responder.

—Creo... que siempre he sabido que estaba aqui. Siempre que iba a la Casa del Benefactor era como si lo sintiese. Y luego, cuando... bueno, cuando... esa noche... simplemente supe que tenia que regresar a la Casa. Pense que me asustaria entrar en ella en la oscuridad, pero no fue asi. El portillo estaba abierto cuando llegue, de modo que entre. —Una gran sonrisa le ilumino el rostro de repente—. Ellos me esperaban, todos mis amigos estaban alli esperando. Dijeron que sabian que vendria, y me ensenaron como pasar al otro lado del espejo.

—Hablas de tus amigos como si los conocieras desde siempre —comento Indigo con una sonrisa.

Koru parecio algo perplejo.

—Bueno..., no es cierto, claro. Pero los habia visto, cuando venian y me llamaban y querian que jugara con ellos, y ahora es como si los conociera desde hace siglos, de modo que no importa realmente. —De nuevo le dedico aquella rapida y brillante sonrisa—. Es como lo que sucede con los amigos de verdad, ?no es cierto?

Indigo escogio sus siguientes palabras con sumo cuidado. Necesitaba hacer la pregunta, pero tambien se daba cuenta de que la confianza de Koru en ella pendia todavia de un hilo, y de lo facil que seria perderla.

—Koru... —Miro al frente donde los ninos chillaban y reian y se perseguian unos a otros—. ?Crees que tus amigos son... fantasmas?

—?Fantasmas?

Ella habia esperado indignacion, posiblemente enojo, miedo incluso; lo que no habia esperado era la carcajada que broto de la garganta de Koru, como si ella le acabara de contar un chiste muy gracioso.

—?Oh, no, no son fantasmas! —Se acerco un poco mas a ella y anadio en tono de confidencia—: Antes pensaba que podrian serlo, y por eso les tenia miedo. Pero no son fantasmas, Indigo. Son personas, igual que nosotros.

—Pero no son exactamente iguales a nosotros, ?verdad? —insistio Indigo con cuidado—. ?Como viven? ?Que comen?

—No tienen que comer nada —respondio Koru, encogiendose de hombros—. Eso es lo que resulta tan maravilloso. ?No tenemos que hacer nada que no queramos hacer! No tenemos que estudiar, o trabajar en los campos, o irnos a la cama cuando nos lo dicen. Podemos dedicarnos a jugar y cantar y bailar y divertirnos todo el tiempo, y no hay nadie que nos diga que esta mal, o que no podemos creer en cosas, o... —Su voz se apago bruscamente al darse cuenta, algo tarde, de adonde conducia el ligero sondeo de la muchacha. Su rostro se ensombrecio y la miro con algo parecido a la desconfianza.

»No voy a regresar. —La voz mostraba un tono de desafio—. Lo de antes lo dije en serio, Indigo. No quise decirlo de una forma tan horrible, pero era cierto de todos modos. Las personas de Alegre Labor, incluso mis padres, no sienten nada; nunca rien, ni juegan ni cantan. Eso es casi como estar muerto; cuando toda la felicidad y la alegria de tu interior se marchita y ya no existe, y ellos dicen que no era real y no debes volver a hablar sobre ello.

—Su boca se contrajo con una mueca de tristeza—. Son ellos los que son como fantasmas, no mis amigos. «Yo lo comprendo, Indigo», dijo Grimya en la mente de su amiga, «Me parece que tiene razon. Eso es una especie de muerte; y todo lo que Koru quiere es seguir vivo».

Indigo se mordio el labio inferior. Se habia sentido muy conmovida por las palabras de Koru y se compadecia de su situacion; pero tambien se compadecia de Hollend y Calpurna. Fuera lo que fuera lo que el nino pensara de ellos, por muy amargado y traicionado que se sintiera, Koru no habia considerado su dolor. Ella no podia abandonar su deber para con ellos.

—Koru... —Haciendo caso omiso de los ninos que les gritaban que se dieran prisa, la muchacha dejo de andar y se volvio para mirar al chiquillo—. Koru, tu madre y tu padre... realmente te quieren muchisimo, y estan terriblemente preocupados por ti. Se que no eras feliz en Alegre Labor, pero a lo mejor si te ayudara a hablar con ellos, si te ayudara a explicar...

—?Explicar que? —inquirio Koru, lastimero.

—Lo de este mundo. Lo de tus amigos, y las cosas que quieres hacer...

—No. —Sacudio la cabeza con tanta energia que ella comprendio incluso antes de que el dijera otra palabra que su causa estaba perdida—. No te creerian. Dirian que son todo mentiras y que nosotros lo inventabamos. Ya se

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