adonde hemos llegado!

Indigo volvio la cabeza sorprendida. A menos de quinientos metros del punto en el que se encontraban, unos muros de piedras pulidas relucian en la nebulosa luz.

—?Las torres!

La voz de Indigo se transformo en un grito de asombro. Pocos minutos antes, o al menos eso parecia, la extrana y reluciente estructura se habia encontrado a enorme distancia, apenas visible por entre los pliegues de dos colinas lejanas, pero de alguna forma el febril juego zigzagueante habia conducido a Indigo y a Grimya hasta estas colinas y casi a los pies de las torres. Era imposible que hubieran cubierto una distancia asi, penso Indigo; no era posible, y se froto los ojos, convencida de que su vision se aclararia de pronto y las torres se disolverian hasta desaparecer.

Pero no desaparecieron. Siguieron alli altas, esbeltas y solidas, elevandose en un elegante racimo desde detras del elevado telon del muro que se extendia entre las dos colinas protectoras. Eran cinco las torres, todas ellas aparentemente construidas en marmol aunque cada una brillaba con un leve tono pastel diferente, verde y azul y gris entremezclandose con rosa y oro. Gran cantidad de ventanas reflejaban la luz diurna como diamantes incrustados en las paredes, y, rematando cada torre, una brillante banderola ondeaba al viento.

Indigo volvio a ponerse en pie. Sin decir nada empezo a ascender la suave ladera de la colina, con la mirada fija en el muro que tenia delante. Grimya salto tras ella y la alcanzo en tres zancadas, y las dos ascendieron juntas en direccion a las torres, que parecian reflejar la luz como espejismos.

El elevado muro quedaba ya a pocos metros de distancia cuando la loba se detuvo de improviso.

—?Indigo! —llamo, haciendo que la muchacha se detuviera en seco—. ?Oigo cantar!

Repentinamente alerta, Indigo aguzo el oido. Debil pero claro, tambien ella lo oyo: el lejano sonido de voces infantiles en alegre aunque no muy perfecta armonia, surgiendo del otro lado de la pared.

Levanto la mirada, pensativa, hasta lo alto del muro. Media por lo menos tres metros y medio y estaba cortado a pico, sin un solo asidero en toda su lisa superficie. Imposible escalarlo; sin embargo, tampoco habia la menor senal de una puerta ni de ningun otro modo de acceso. ?Como habrian entrado los ninos? La cancion termino bruscamente y se escucho el sonido de risitas seguidas de ahogados murmullos, como si lios ninos discutieran algo entre ellos. Aprovechando rapidamente la ocasion, Indigo coloco las manos sobre la boca a modo de bocina e hizo intencion de llamar; pero, antes de que pudiera emitir ningun sonido, Grimya la atajo en silencio:

«?Espera! ?Escucha!»

Los ninos volvian a cantar, con voces discordantes en un principio que se fueron tornando mas sonoras y seguras a medida que otras nuevas se unian a la cancion. Durante unos instantes, quiza porque era tan familiar, el cerebro de Indigo no registro de forma consciente lo que cantaban, pero Grimya lo reconocio al momento. Los ambarinos ojos de la loba se abrieron de par en par y levanto la vista hacia el rostro de Indigo, la lengua colgando de la boca.

«?Esa cancion! ?Es la que cantaste a Koru la noche anterior a su huida!»

Y, mientras los ninos seguian cantando, Indigo recordo.

Canna mho ree, mho ree, mho ree, canna mho ree na tye; si inna mho hee etha narrina chee im alea corro in fhye.

Las palabras, en la melodiosa lengua de las Islas Meridionales, sonaban pervertidas, como si los ninos se limitaran a repetir lo que habian oido como lo hacen los bebes. Pero Indigo conocia esta cancion desde que habia empezado a andar..., y aquella noche aciaga la habia cantado para Koru, mientras Ellani la miraba cenuda desde su rincon.

—?Koru debe de haberles ensenado la cancion! —Su voz era un murmullo—. La recordo, y se la enseno. Tiene que estar con ellos, Grimya, detras del muro...

Termino el primer verso, pero dio la impresion de que los ninos no estaban tan seguros del segundo verso, ya que el canto se interrumpio y empezaron a susurrar y murmurar de nuevo, Indigo tomo aliento, y, antes de que ellos pudieran iniciar otra vez la cancion, la voz de la muchacha se elevo fuerte y clara.

Canna mi har, mi har, mi har, canna mi har enla sho; si anna lo mhor essa kerria vhor por incharo serro, im Iho.

Las colinas repitieron la cancion a modo de extrano y melodioso carillon, y, cuando ella termino y las ultimas notas se apagaron en el aire al otro lado del muro, el silencio era absoluto.

—Bonito —se oyo entonces.

Si; bonito.

—Me gusta la cancion. Y ella la canta muy bien.

—Mejor que nosotros. Mejor que nosotros. La sabe mejor que nosotros.

—?Sabra otras canciones? ?Sabra juegos?

Oh, si. Claro que debe saberlos. Seguro, ?verdad?

—?Le pedimos que cante y nos ensene juegos?

?Si! Si, pideselo. Pideselo.

Se produjo un largo silencio, Indigo aguardo, sin atreverse a hablar por temor a que los ninos volvieran a huir asustados. Entonces, con gran cautela y una cierta timidez, se escucho la voz de un unico nino.

—Senora que canta...

No era la voz de Koru, pero de todos modos Indigo respiro aliviada. —Si; estoy aqui. — ?Nos cantaras otra cancion? —Me encantaria —respondio Indigo—. Y tambien os puedes ensenar un baile. Es muy facil de aprender. La respuesta provoco un coro de voces ansiosas. —?Oh, si, si!

—Pero —anadio la muchacha— no puedo ensenaros el lile a menos que nos veamos los unos a los otros. El muro se interpone entre nosotros. —Vacilo y cruzo una rapida mirada

con Grimya—. ?Salis vosotros, o puedo entrar yo?

Se escucho un vehemente intercambio de susurros desde sus palabras, pero, por mucho que lo intentaron, li Indigo ni Grimya pudieron escuchar lo que decian los ninos, Indigo empezaba a temer que cambiaran de opinion, cuando Grimya le envio un aviso telepatico. «?Mira! ?Alli, junto a la colina!»

Indigo se volvio rapidamente. En el punto en el que la pared se unia a la suave ladera de la colina habia empezado a brillar una luz. El resplandor formo, al pie de la pared, como un diminuto arco iris terrestre que brillaba con toda una gama de colores. En el interior del arco aparecio la silueta de una puerta, nebulosa al principio, que fue tornandose cada vez mas solida hasta convertirse en una pequena puerta de madera, pintada de blanco, con un pestillo de oro. El pestillo se descorrio, y la puerta se abrio hacia atras unos centimetros. Se escucharon nuevos murmullos y una risita ahogada; luego una carita solemne enmarcada en una mata de revueltos cabellos negros miro al exterior. Unos ojos enormes contemplaron a Indigo y a Grimya con suma atencion durante unos instantes, y al cabo la nina dijo: —?Eres tu la senora que canta? —Si —contesto Indigo con una sonrisa. La nina hizo una pausa antes de anadir: —Koru dijo que tienes un instrumento que hace musica. ?Donde esta?

—?Mi arpa? No la traje conmigo. —La nina mostro una expresion alicaida, por lo que Indigo se apresuro a anadir—: Lo siento.

Las pequenas facciones se enfurrunaron en pensativa consideracion.

—?Pero sabes mas canciones? ?Y juegos? —Si; canciones, juegos y bailes.

Tras meditarlo un poco mas, la nina asintio con energia. —?Si! Esta bien. Puedes entrar y jugar con nosotros. —Y, haciendose a un lado, abrio la puerta de par en par.

Indecisa al principio, pero luego con mas rapidez por temor a que los ninos cambiaran de idea, Indigo se encamino a la puerta con Grimya tras ella. Se agacho para trasponer el umbral, y al momento infinidad de pequenas manos se extendieron hacia ella para cogerla y agarrandose a sus ropas, brazos y cabellos, la introdujeron en la seguridad del recinto delimitado por el muro.

Indigo entro en un jardin. Se encontro sobre una extension de verde cesped sembrado de margaritas blancas, mientras que alrededor de todo el muro florecia una profusion de otras flores: escaramujos y madreselvas, girasoles con sus brillantes corolas vueltas hacia el cielo, las altas y elegantes agujas de las dedaleras y las valerianas... En medio de aquel derroche de color las cinco torres, palidas y brillantes, se elevaban esbeltas hacia el cielo con sus banderolas revoloteando en lo alto, por encima de su cabeza. Pero no tuvo tiempo mas que para esta breve impresion del refugio, ya que de inmediato se elevo a su alrededor un ansioso parloteo de voces infantiles como el

Вы читаете Espectros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату