para Alegre Labor.
Los ojos de la muchacha se entrecerraron al devolverle la mirada. Se trataba de un esquema muy viejo y demasiado familiar y percibia la atraccion de la trampa. Con tranquilidad pero con un tono lleno de veneno respondio:
—Quieres que te libre de un demonio.
Los hombros del Benefactor se encogieron minimamente.
—Se podria decir que eso es cierto. Pero tambien, como ya hemos aceptado, los demonios del exterior son tambien los demonios interiores. Liberar Alegre Labor de su esclavitud significaria tambien liberarte a ti misma. —La oscura mirada vario de posicion para clavarse en el suelo—. A menos que eso pueda llevarse a cabo, doctora Indigo, descubriras que puede resultar mucho mas bondadoso dejar a Koru donde esta.
Por un momento, pensando en la situacion de Koru, casi se sintio convencida. Pero una repentina rafaga de escepticismo salio al paso de su indecision. La explicacion no la satisfacia.
—No —dijo—. Tus argumentos no son convincentes, Benefactor. Si las gentes de Alegre Labor son
—Porque carezco del poder para hacer lo que debe hacerse —respondio el Benefactor con sencillez.
—?Y crees que yo lo poseo? —Sintio en su interior una aguda punzada de rabia.
—Se que lo posees. Y puedo mostrarte como utilizarlo: no solo por el bien de Koru sino tambien por el tuyo.
?Ah, otra vez esa enigmatica insinuacion!
—No —replico—. Vine aqui con una intencion, y no pienso dejar que se me aparte de ella. Si este otro mundo tuyo tiene secretos, eso no es asunto mio... y tampoco tus tribulaciones o las de Alegre Labor. Lo siento, Benefactor; pero no sere tu adalid.
El Benefactor le dedico una curiosa sonrisita amarga.
—Muy bien —dijo—. Me doy cuenta de que no puedo convencerte. Lo habia esperado; pero... —Realizo un leve gesto casi de despedida—. Que asi sea, entonces. Sigue al nino y convencelo para que regrese. Si puedes.
—Lo hare —repuso Indigo, firme en su postura.
—Como quieras. De todos modos, tengo la impresion de que fracasaras en tu empeno. Cuando eso suceda, espero que reconsideraras mis palabras, y aceptaras la ayuda que solo yo puedo ofrecerte.
En lo mas profundo del subconsciente de Indigo se agito una tenue sensacion de incertidumbre, pero la reprimio. A su lado,
«Grimya,
La respuesta de
«No
El Benefactor se habia acercado al espejo. Se detuvo frente a el, e Indigo se dio cuenta de que el cristal no devolvia ninguna imagen de su rostro y cuerpo sino solo la vacia habitacion a su espalda. El Benefactor profirio otro profundo suspiro y se volvio.
—Es de buena educacion desearte suerte —dijo con cierta frialdad—. Y lo hago. No obstante, tambien me atrevo a esperar que tu buena suerte no tome la forma que tu esperas en estos momentos. Si es asi, volveremos a encontrarnos.
La miro directamente y le dedico una profunda y cortes reverencia. Por un instante, mientras volvia a erguirse, los ojos de ambos se encontraron e Indigo se sobresalto ante la triste intensidad de su mirada. Luego se produjo un tenue brillo en el aire, un ligero movimiento como si se tratara de motas de polvo danzando a impulsos de la brisa, y el
Benefactor desaparecio.
Durante unos segundos
—Me pre... pregunto —dijo vacilante— adonde ssse ha ido...
—?Quien sabe? A lo mejor sigue aqui pero invisible, espiandonos. —Pero no lo creia. La Casa daba ahora una sensacion de vacio, como si una presencia y una vida... de un cierto tipo se hubieran retirado.
Reacia a teorizar mas sobre la naturaleza de la existencia del Benefactor, Indigo extendio el brazo y acaricio la cabeza de la loba para darle animos.
—?Estas lista, carino?
—Sssi —respondio
—Lo haremos. Hemos de hacerlo.
Indigo extendio el brazo y apoyo la palma de la mano sobre el cristal. Esta vez estaba preparada para la sacudida del cambio, pero de todas formas el corazon le dio un vuelco cuando la luz broto como un torrente del centro del espejo para inundar la habitacion. Y en el cristal volvio a aparecer el verde y ondulante paisaje del mundo fantasma.
El portal estaba abierto, Indigo percibia el hormigueante contacto de una brisa mas calida sobre los dedos extendidos, como si algo respirase suavemente sobre ellos. Extendio el brazo un centimetro mas, y la mano empezo a desvanecerse en el interior del cristal... Aspiro con fuerza; luego, con
Lo primero que impresiono a ambas fue el silencio. No se trataba de un silencio siniestro ni tampoco amenazador, sino de una quietud extremada. La atmosfera poseia una cualidad casi traslucida, y, aunque al igual que antes no brillaba ningun sol en el cielo, toda la escena estaba banada por una luz suave. Se encontraban en el mismo sendero por el que habian huido Koru y los otros ninos. A su izquierda se veia la moteada sombra del bosque mientras que a la derecha el destello del agua que Indigo habia vislumbrado en el cristal se habia transformado en un lento rio de amplio cauce que serpenteaba a traves de exuberantes prados en los que la hierba crecia hasta la cintura. Ante ellas, el paisaje se empanaba y dejaba entrever un lejano panorama de verdes colinas; entre dos de estas colinas una mancha de un color mas brillante parecia senalar la posicion de las torres que Indigo creia haber visto antes, aunque la suave luz impedia estar seguro de ello. Era una escena idilica, y sin embargo algo no encajaba del todo. La muchacha no podia senalarlo con precision, pero estaba convencida de que faltaba algun elemento, algun ingrediente obvio y basico. ?Seria acaso que esta dimension era menos consistente que el mundo del otro lado del espejo? No, penso Indigo; no era eso lo que estaba mal. Lo cierto era que en muchas cosas este mundo parecia mas real que el mundo que habian dejado atras, el aire mas fresco, los colores mas intensos. Pero faltaba algo.
—Lo ten... go —anuncio—. No se oye cantar a los pajaros. Escucha, Indigo.
Indigo se dio cuenta de que tenia razon. Incluso en Alegre Labor abundaban los pajaros, a los que se veia revolotear por entre los tejados y renir por la comida en los campos de labor y en la plaza del mercado, y sus trinos y gorjeos eran una constante y deliciosa musica de fondo que animaba la austeridad de la ciudad. Pero aqui, donde habria cabido esperar encontrarlos a cientos, ni un solitario silbido rompia el silencio.
—No hay mov... movimientos en los arboles —anadio, perpleja—. No es que los pajaros no canten: es que ni siquiera estan aqui.
No habia canciones, no habia pajaros... ?Que otra cosa le faltaba a este lugar?, se pregunto Indigo. Recordo a los ninos: los pequenos duendecillos que reian detras de la cerrada puerta de la enfermeria, los espectrales dobles que avanzaban a saltitos junto a sus abstraidos gemelos; fantasmas incapaces de manifestarse por