Indigo se agacho cuando los ninos lo dejaron ante ella e modo que su rostro quedara a la misma altura que el nino y no lo intimidara tanto.

—Hola, Koru —saludo con dulzura.

—?No pienso regresar! —exclamo el, girando la cabeza un lado con violencia.

—Koru, no tienes por que tenerme miedo. Solo quiero hablar contigo.

—?No, no lo quieres! —Volvio a mirar, y de repente su voz se lleno de desesperado veneno—. ?No es cierto! ?Lo se! ?Has venido para llevarme de vuelta, has venido para hacer que regrese contigo! ?Y no lo voy a hacer, no lo hare, y tu no puedes obligarme! Ya no eres mi amiga. ?Vete! ?Eres igual que los otros; que papa y mama y Elli y todos los tios y tias! ?Haces lo que ellos te dicen, porque eres igual que ellos! ?Pense que no lo eras, pero lo eres! ?Han hecho que estes muerta!

Se produjo un silencio largo y espantoso. Incluso los ninos se daban cuenta de que algo no iba bien, y se apartaron de Koru mirandolo con ojos asombrados. Algunos se llevaron el pulgar a la boca con expresion de preocupada desilusion, y una nina muy pequena empezo a llorar.

Koru se quedo solo en actitud desafiante, contemplando a Indigo como un pequeno pero feroz animalillo. Indigo intento desesperadamente encontrar algo que decir, pero no hallo nada que no amenazara con empeorar aun mas la situacion. Y las ultimas palabras de Koru todavia resonaban en su cabeza: «Eres igual que los otros. Han hecho que estes muerta».

Entonces, inesperadamente, Grimya se adelanto. Avanzaba con mucha cautela y muy despacio, con los ojos ambarinos clavados en Koru. El chiquillo la vio, le dedico una rapida mirada, y fruncio el entrecejo como si por un momento vacilase. En ese momento, ante el asombro de Indigo, Grimya hablo.

—K... Koru... —dijo con su ronca voz vacilante—. ?Estoy yo muerta, como los otros? ?Me od... odias tambien a mi? ?a mi?

Koru abrio los ojos de par en par, asombrado.

Grimya..., ?puedes hablar!

—Sssi. Hablo. —La loba envio un silencioso mensaje a Indigo: «No digas nada; no hagas nada». Inclino la cabeza con aquel aire timido tan suyo—. No te lo di... jimos antes. No nos atrrrevimos a decirtelo ni a ti, Koru. No porque lo dijeran los otros, sino porque teniamos miedo de lo que hicieran.

Koru tiro de su labio inferior con un dedo vacilante.

—?Tambien les teniais miedo?

—Sssi. No habrian comp... prendido, y nos habrian echado. Es por eso que... —vacilo, e Indigo escucho su muda disculpa por la inocente mentira que venia a continuacion—... vinimos a este lugar. No a llevarte de vuelta: a estar contigo.

Indigo contemplo a la loba con estupor. Jamas se le habia ocurrido que Grimya pudiera ser tan tortuosa; pero tortuoso era una calificacion injusta. La loba comprendia a Koru a un nivel profundo y fundamental que ella jamas podria alcanzar; Koru era un nino, y tambien Grimya era infantil. Ella conocia y compartia las sencillas pero a la vez vitales esperanzas, suenos y temores de un nino; emociones libres y sin restricciones que para Indigo, como para la mayoria de los humanos, se perdian irremisiblemente cuando la infancia quedaba atras. De improviso, le vino a la mente el recuerdo de Grimya corriendo, saltando y ladrando durante su febril persecucion a traves de prados y bosques, y con el otra imagen que Indigo jamas habia presenciado pero si imaginado a menudo: el pequeno y ansioso cachorro explorando el extrano nuevo mundo del bosque del Pais de los Caballos en el que acababa de nacer, antes de que los suyos se dieran cuenta de su mutacion y lo expulsaran como un paria. Repentinamente angustiada, la muchacha se llevo una mano al rostro...

—?Indigo! —Era la voz de Koru, bastante cambiada ahora—. ?Estas llorando!

—No... —Fue una negativa automatica, un impulso; Indigo sorbio con fuerza y se seco los ojos con el dorso de la mano—. No, no lloro. Ahora no.

—Mi madre dice que no esta bien llorar, pero yo no la reo. No esta mal, no aqui. Yo... — Koru lucho consigo mismo durante un momento; la juventud y la inocencia le impedian comprender mas que una ligera parte—. Yo..., yo no queria decir lo que dije. Sobre lo de que estabas muerta. Lo siento, Indigo.

Le fue imposible contestarle pero hizo un gesto con la fulano para quitarle importancia.

—Si me hubieras dicho lo de Grimya. —Koru miro a la loba con expresion admirada—. Si lo hubiera sabido, todo podria haber sido diferente. Pero pense que habiais venido a sacarme de aqui, y no pienso regresar. —Sacudio la cabeza—. No lo hare.

—Koru...

Pero la voz mental de Grimya interrumpio lo que Indigo habia estado a punto de decir.

«No, Indigo. Creo que no seria, sensato discutir con el ahora. » Indigo reprimio sus palabras, y suspiro. Luego, de pronto, sintio que le tiraban de la manga.

—Senora que canta. —Se trataba de la chiquilla de rostro solemne. Mas atrevida que sus companeros, se habia adelantado y ahora miraba a Indigo con mirada seria y atenta—. Le toca bailar a Koru.

Lo incongruente de su preocupacion, declarada con tanta firmeza, hizo que Indigo se atragantara con un inesperado ataque de risa. Koru sonrio de oreja a oreja.

—?Si, Indigo! ?Bailemos! —Hizo una pausa—. Estaba en la torre. Te oi y queria tomar parte, pero no me atrevia. Ahora ya no tengo miedo. —De improviso extendio los brazos hacia ella para ayudarla a ponerse en pie—. Ojala hubieras traido el arpa; me gusta. Pero de todos modos no importa, porque supongo que el Benefactor te puede hacer otra si se lo pides.

No fue hasta que la hubo ayudado a incorporarse que Indigo se dio cuenta de lo que el nino acababa de decir.

—?El Benefactor? Koru, hablame del Benefactor. ?Que es? ?Quien es?

Koru torcio el rostro, pensativo.

—Bueno, la verdad es que no lo se muy bien —contesto—. Veras, solo lo he visto una vez, y no le hable. Pero todos mis amigos lo conocen. A veces todos fingimos que es un rey.

Eso es divertido... En una ocasion tuve un libro en el que salian reyes, de modo que lo se todo sobre ellos y se lo puedo contar a los otros.

Indigo se dio cuenta de que Grimya observaba a Koru con gran atencion. Vacilo y luego aventuro, intentando mantener la voz neutral:

—?Asi que no os... tiene prisioneros aqui? —?Prisioneros? —Los ojos de Koru se abrieron desmesuradamente, y el nino se echo a reir con fuerza—, ?Indigo, tienes unas ideas tan tontas! Todos mis amigos quieren al Benefactor. Dicen que no es lo que en Alegre Labor creen que es, y que todos los de alli saben la historia al reves. Creo que eso es muy divertido, ?no te parece? Grimya, intervino antes de que Indigo pudiera responder. «Indigo, no le hagas mas preguntas. No ahora. Su confianza en nosotras pende de un hilo muy fino, me parece, y seria mejor asegurarse de ella antes de intentar convencerlo para que regrese a casa. Ademas», agito la cola, indecisa, «no quiero decepcionar a los ninos».

Habia un leve deje de tristeza en su voz mental, como si no estuviera convencida de la necesidad de conseguir que Koru regresase a casa, Indigo iba a protestar cuando se dio cuenta con gran consternacion por su parte de que , no estaba totalmente en desacuerdo. El contraste entre la felicidad de Koru y la clase de vida que lo esperaba alla en Alegre Labor era enorme. ?No seria posible, solo posible, que el nino estuviera mejor en este mundo... ?

La insidiosa idea la horrorizo. No podia permitirse considerar tal posibilidad; era poco escrupuloso y una terrible traicion a Hollend y Calpurna que habian sido tan buenos con ella. Sacudio la cabeza para desterrar aquellos pensamientos, y advirtio que los ninos volvian a amontonarse a su alrededor.

—?Senora que canta, senora que canta! —?Terminemos el baile!

—?No, no; empecernoslo otra vez! ?Sera aun mas divertido!

Koru le tiro de la mano.

—?Vamos, Indigo! ?Vuelve a empezar, canta la cancion! Grimya ladro, la cola agitandose ansiosa ahora, e Indigo cedio. Los ninos formaron un nuevo corro y empezaron a saltar a su alrededor, con la loba y Koru entre ellos, Indigo levanto los ojos hacia las cinco relucientes torres de color pastel que se

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