—Nada mas ni nada menos que lo que ya te he dicho: tu ayuda para hacer que las gentes de Alegre Labor vuelvan a estar completas.

—?Y a cambio de eso... me ofreces a Fenran? —No. —Sacudio la cabeza—. Yo no puedo devolverte a tu amor; yo no hago milagros. Pero, si haces lo que pido, obtendras el poder para despertarlo.

Uno de los musculos de la mejilla de Indigo empezo a temblar violentamente sin que ella pudiera hacer nada por detenerlo. —?Como?

—Reuniendo a todos estos espiritus perdidos con sus correspondientes cuerpos, para que ya no necesiten buscar refugio en este mundo. Pero, para poder curarlos, debes curarte antes a ti misma. —Los dulces ojos castanos adoptaron de improviso una expresion penetrante—. Esa es la unica forma de ayudarlos, Indigo, y solo de este modo podras conseguir despertar a tu Fenran a la vida. Lo has encontrado, pero todavia os separa una barrera. Para romperla, y ayudar a mi gente a recorrer el sendero, tu y Nemesis debeis reconciliaros. —Hizo una pausa— A alguien como yo le resulta dificil suplicar, pero te suplico ahora. ?Ayudanos, Indigo! Acepta a Nemesis, vuelve a ser una criatura completa, y conduce a estos espiritus perdidos a su Bogar.

Volvio a quedar en silencio tras estas palabras, ligeramente encogido de hombros como para dar a entender le habia hecho todo lo que estaba en su mano y ya no habia nada mas que pudiera decir o hacer. Durante un buen o Indigo permanecio inmovil con los ojos fijos en el mientras su cerebro absorbia la fantastica peticion. Confiar en Nemesis... Era una locura, una obscenidad. Nemesis era su peor enemiga, un ser cuya existencia estaba dedicada por completo a acabar con ella.

Las palabras de la criatura de ojos plateados volvieron a resonar en su cerebro: «Hermana, nosotras podemos despertarlo. Juntas, tu y yo. Tenemos el poder».

—?No!

La palabra salto por fin. El Benefactor la tentaba con aquello que mas deseaba su corazon, le prometia la felicidad que durante cincuenta anos habia constituido su unico sueno. Pero no era mas que eso: un sueno. No podia confiar en el.

—No —repitio Indigo, y esta vez el timbre de su voz denotaba total decision. De pronto se sentia totalmente tranquila—. Me dices que, si quiero despertar a Fenran, primero debo ayudar a los habitantes de Alegre Labor, y dices que tengo el poder para hacerlo. Muy bien. ?Si es asi, entonces removere cielo y tierra para conseguirlo! Pero lo hare sola. Nemesis ya no forma parte de mi. La he vencido, y ahora la aparto de mi. No necesito a esa criatura diabolica, ?porque estoy completa!

El Benefactor le devolvio la mirada sin parpadear.

—Estas equivocada, Indigo —declaro con gran pesar.

Los labios de la muchacha se torcieron en una sonrisa desdenosa.

—Siento diferir, Benefactor; y creo que me conozco mejor de lo que tu jamas me conoceras. Voy a regresar a Alegre Labor. ?Voy a llevar la buena noticia de que he encontrado a Koru, y voy a mostrar a tu gente la verdad sobre este mundo y lo que contiene!

Giro sobre sus talones, dando la espalda al Benefactor. A su espalda escucho un suspiro.

—Sea como deseas, entonces. Regresa junto a los mios. Diles la verdad, y muestrales lo disparatada que es su incredulidad.

El aire empezo a relucir, y de repente Indigo se encontro mirando un rectangulo de apagado brillo que flotaba en el aire ante ella. En sus profundidades se vislumbraba la habitacion del piso superior de la Casa de Alegre Labor, espectral y sombria.

—Yo no necesito el espejo para moverme entre los mundos —dijo el Benefactor—. Se trata simplemente de un artilugio; uno de muchos. Si deseas regresar aqui y cuando lo desees, puedes utilizar cualquier medio que te dicte tu voluntad. Te llevas contigo mis mejores deseos, pero creo que descubriras que la esperanza y la buena voluntad no son remedio suficiente para otorgar la vista a un ciego. Sus palabras mostraban una tranquila resignacion, y, cuando Indigo volvio la cabeza para mirarlo, vio que su rostro estaba impasible. Parecia haber aceptado la derrota, y la joven se vio sorprendida por una efimera sensacion de intensa tristeza que emanaba del Benefactor. No obstante, seguia sin confiar en el; seguia sin saber que clase de ser era: fantasma o criatura que hubiera regresado de entre los muertos, amigo o enemigo. Pero fuera lo que fuera, o lo que hubiera sido en una ocasion, no era un demonio, Indigo sintio lastima... y, a pesar de lo extrano que resultaba reconocerlo, se dio cuenta de que en otras circunstancias podria haber sentido un gran afecto por el. Bajo los ojos para mirar a Grimya, y su voz sono curiosamente ronca cuando pregunto: —?Vienes, carino?

Grimya no contesto de inmediato. No habia pronunciado una palabra ni proyectado un solo pensamiento al cerebro de Indigo desde la llegada del Benefactor, y ahora lo miraba a el y a la torre con expresion apenada. Por fin se paso la lengua por el hocico. —Sssi, voy.

Indigo se aproximo al rectangulo de suave luz; luego, tal y como habia hecho Grimya, volvio la cabeza para mirar al Benefactor.

—Demostrare que te equivocas. Puedo... y lo hare. Su mano atraveso la luz, seguida del brazo y el hombro. Dio otro paso; se produjo un leve resplandor, como si se hubiera removido brevemente un estanque de aguas Oscuras, y la muchacha desaparecio. — Pequena loba —dijo el Benefactor cuando el animal empezo a avanzar para seguirla—, si me necesitas en algun momento, siempre me encontraras en la Casa.

Grimya vacilo. Sintio que tenia que decir algo pero su cerebro carecia de las palabras adecuadas y no las encontro. Dejo caer orejas y cola y, con un breve y triste gemido, siguio a Indigo a traves del portal.

En el mismo instante en que la loba desaparecia se escucho un revuelo entre los arboles que bordeaban el claro, seguido de voces infantiles. El Benefactor levanto los ojos y movio rapidamente las manos; el rectangulo de luz se esfumo mientras los ninos, con Koru a la cabeza, aparecian corriendo y gateando ante el. —?La cogimos, la cogimos! —?Cogimos la pelota!

—?Verdad que somos listos? ?Verdad que si? Se pusieron a bailar a su alrededor entre gritos y risas. Entonces, de repente, Koru se detuvo a mitad del baile y miro a su alrededor. Sus azules ojos se abrieron desmesuradamente. —?Donde esta Indigo?

—Ha regresado a Alegre Labor, Koru —respondio el Benefactor dirigiendole una dulce sonrisa. —?Oh! Pero yo crei que se iba a quedar con nosotros... —No podia quedarse — repuso el, negando con la cabeza—. Tiene... trabajo que hacer. Koru adopto una expresion alicaida. —?Regresara? Pense que se quedaria. Confie en que lo haria... para siempre jamas. —Las comisuras de sus labios se doblaron hacia abajo pesarosas—. La echare de menos.

—?Lo haras? —La mirada del Benefactor se volvio mas pensativa—. Pero seguramente te sientes feliz aqui con todos tus amigos...

—Sssi, pero... —Koru le dedico un curioso encogimiento de hombros—. Ellos solo quieren jugar. A mi tambien me gustan los juegos, pero a veces me..., me gustaria hacer otras cosas. —Se interrumpio y lanzo un suspiro—. Echare de menos a Indigo y a Grimya. —Podrias haber regresado con ellos a Alegre Labor. —No. —La pequena cabecita rubia dio una energica sacudida—. No podria. No podria.

El Benefactor no dijo nada mas. Los otros ninos reclamaban a gritos que volviera a lanzar la reluciente pelota, y dos de ellos corrieron hasta Koru y, cogiendolo de las manos, lo instaron a que se uniera a su frivola danza. Koru dejo que lo arrastraran; pero, cuando el chiquillo se dio la vuelta, el Benefactor descubrio el tenue brillo de una lagrima indecisa en el rabillo de uno de sus azules ojos.

Una vez mas tuvo lugar el suave y sutil cambio entre mundos, la sensacion de traspasar un simple umbral. En cuanto se fundio con aquella puerta sobrenatural, Indigo olio el seco y mohoso aroma de la Casa de Alegre Labor y percibio el cosquilleo del polvo en la nariz. Las sombras la envolvieron y se encontro de vuelta en el ultimo piso, en el sanctasanctorum del Benefactor.

Se produjo una segunda perturbacion en el espejo, una ondulacion del cristal, y aparecio Grimya, retorciendose y agitandose mientras cruzaba la barrera. La loba salto al suelo y se sacudio, parpadeando.

—?Estamos de vuelta! —Su voz denotaba alivio; luego volvio la cabeza para mirar por encima del lomo—. El otro mundo ha desaparecido.

El cristal del espejo no mostraba ahora mas que sus propios reflejos, y la palida luz del alba penetraba a raudales por la mas oriental de las seis ventanas mugrientas que se abrian sobre sus cabezas, iluminando la desnuda estancia, la deslustrada corona sobre la peana acordonada, el espejo con su guardapolvo caido en el suelo, Indigo se froto los ojos como si se despertara poco a poco de un sueno, y durante unos segundos permanecio

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